Cuando Heylel regresó a la habitación donde estaba Lil, Araxiel aún no había concluido, de manera que, aunque Heylel sabía que había hecho lo único posible por hacer, igual se sintió terrible al ver el aspecto que tenía la herida. Se acercó e inclinándose, acarició los cabellos de la chica que ya habían recuperado su color habitual.
Si bien él no estaba prestando atención a lo que hacía Araxiel, en cuanto dejó de percibir la circulación de energía, levantó la vista.
Heylel se ahorró las palabras y transmitió las imágenes de lo sucedido. Araxiel pensó que considerando quién la había atacado, no le había ido tan mal, porque cuando Heylel atacaba a un shedim era con la única intención de matarlo, de manera que ya era muy afortunado que Lil conservase la vida, porque adicional a lo anterior, Lil aun no alcanzaba los veintiuno. Sin embargo, tenía una idea bastante aproximada de cómo estaba sintiéndose Heylel por haberse visto en la necesidad de ser justamente él quien tuviese que hacerlo.
Heylel le lanzó una mirada acusadora, porque ambos sabían que ninguno de los dos podía asegurar eso, ya que era la primera vez que Araxiel atendía a una shedim, algo que vino a sumar preocupación en Heylel.
Aquello no tranquilizó de manera especial a Heylel, y aunque Araxiel no tenía el don para percibir las emociones, no le resultó difícil hacerlo, pues todo en su actitud lo estaba gritando.
Araxiel emitió un suspiro de resignación y pensó que lo mejor que podía hacer era dar aviso a todos, pues tendrían una noche agitada, porque Heylel iba derecho descargar su ira con cuanto shedim se encontrase, y siendo que estos no iban a ofrecer voluntariamente su cabeza, las cosas podían ponerse mal.
Por supuesto Araxiel llevaba razón y al día siguiente los diarios reseñarían una serie de eventos de naturaleza extraña y en muy diversos lugares que iban de un extremo a otro de los cinco continentes. Lo que habría podido parecer curioso a quien se hubiese molestado en analizar las notas de prensa, era que la mayoría de los testigos no parecían recordar gran cosa, y salvo por unos pocos que dirían haber visto una especie de hoguera en la distancia, solo aquellos que habían estado justo en el lugar de los hechos como bares o discotecas que dijeron haber sentido un violento movimiento de tierra, no hubo nada más.
Alrededor de las cinco de la mañana, se encontraban Kellen y Eliel en la habitación con Lil cuando Heylel hizo acto de presencia. Ambos chicos elevaron las cejas al ver el aspecto que presentaba, pues lo normal era verlo ataviado con ropa poco formal, pero en buen estado, pero ahora la mencionada ropa estaba desgarrada en varios lugares y manchada en muchos más. Sin embargo, Eliel por lo menos, prestó escasa atención a eso y se concentró en las heridas que podía ver, pero la que desató su preocupación fue la que vio en su espalda cuando se acercaba a la cama.
Si bien Eliel tenía ya bastantes años y había participado en muchos enfrentamientos con los shedims, aparte de que Kellen tenía muchos más, tenía también la ventaja de conocer de forma cercana a los shedims de jerarquía mayor y sus particulares marcas. Sin embargo, había un par de cosas que se le hacían muy extrañas, la primera era que después de lo sucedido ese día, dudaba mucho que alguno de ellos anduviese por ahí causando estropicios, aparte de que usualmente los shedims de jerarquía mayor y si bien eran individuos bastante ocupados, no era usual verlos involucrados en las revueltas ocasionadas por los de orden menor; y la segunda y quizá más extraña, era que hubiese logrado causarle aquel daño a Heylel, ya que Kellen era personalmente testigo de lo hábil y veloz que era, porque aunque él también lo era y habían sido muchos los shedims que habían perecido por su mano, no era menos cierto que Heylel lo había fastidiado muchas veces, de manera que ahí había algo fuera de lugar.