Al día siguiente los tres entraban al castillo, como era habitual la puerta estaba abierta, de manera que los visitantes fueron directo al salón donde Gwen sabía que se encontraría. Al entrar Vlad ni se dio cuenta de su llegada, estaba demasiado atareado calculando cifras en un papel.
-Vlad Tepes – lo interrumpió Gwen.
-Ah Gwen, que alegría verla de nuevo, - El conde fue directo a Gwen y le besó la mano, regresando de inmediato a sus papeles dejándola sonrojada y sin siquiera percatarse de las otras dos personas– disculpe mi ensimismamiento, pero espero que se me justifique cuando le informe de algo que acabo de descubrir.
-Eleana te presento Vlad Tepes – Fue hasta entonces que levantó la vista, se percató de las otras personas que estaban detrás de Gwen, uno en particular llamó su atención, por alguna razón se sintió desafiado por los ojos rojos que lo miraban sin perder detalle, pero luego se fijó en la hermosa mujer de enseguida…
-Ah que placer conocer a una Belmont, en especial tan hermosa joven, – también tomó su mano y la beso.
-El señor es Denis Vian, barón de Visi.
-Siempre es un placer conocer criaturas extrañas.
-Lo mismo digo – le dijo Denis entrecerrando los ojos, midiendo al hombre que tenía enfrente.
-Señorita Talbot tiene un segundo me gustaría explicarle algo, se trata de la visita que me hizo el otro día - dijo yendo hacia una mesa y extendiendo un papel lleno de mediciones – en unos días el sol causará un fenómeno especial.
- ¿Un fenómeno especial? ¿de qué está hablando?
-Acérquense – los tres fueron hacia la mesa, donde se le quedaron viendo al papel que había extendido – el sol irradió una tormenta hace unos días, y llegará a nosotros.
- ¿Una tormenta? – preguntó Gwen.
-El sol emite estas tormentas electromagnéticas cada cuando, pero esta es muy fuerte, veremos un resplandor en el cielo.
- ¿Es muy peligroso? – Preguntó Eleana.
-Para todos los seres del planeta no tanto, será un día normal, fuera de los rayos de luz que veremos, pero al parecer también emitirá una gran energía, eso combinado con la magia y las predicciones de su libro, bien podría creerse que mis capitanes regresarán a la vida, junto con todo mi ejército.
- ¿Podemos evitarlo? – pregunta Eleana.
-Me temo que la tormenta solar es inminente, eso no se puede evitar ni aun que quisiéramos.
- ¿Eliminándolo? – preguntó Eleana, Vlad hizo un mohín de desagrado.
-Realmente no lo creo, la tormenta se acerca, y ustedes perderían a un aliado.
- ¿Por qué nos ayudaría? ¿No son sus amigos, compañeros de batallas? – pregunta Eleana.
-Lo son, pero creo que el mundo tiene suficiente con un Drácula, para qué tener a 5 cinco más implacables y todo un ejército a sus espaldas, - Vlad caminaba con tranquilidad por la habitación -serían incontrolables, realmente creo que serían una pesadilla.
-Capaces de controlar el clima, de transformarse, desaparecer, y también casi inmortales. – Comentó Eleana.
-Unas máquinas para matar. – Expresó Gwen.
- ¿Qué nos recomienda hacer conde? – pregunto Eleana.
-En realidad soy un príncipe, - le dijo corrigiendo el erro – pero eso no importa, creo que solo tenemos que esperar y tratar de eliminarlos en cuanto cobren vida.
- ¿No podemos hacer nada para que no despierten? – Preguntó Denis
-Me temo que no.
-Mi familia está reunida, lista para enfrenar lo que se venga.
-Me alegra escuchar eso señorita Belmont, además contamos con la ayuda de la persona que tenemos aquí presente.
-El barón de Visi es un ser tan especial como usted mismo, único en su especie.
-Ya lo estoy viendo - el conde parecía estudiarlo por completo – pero soy un descortés, vengan espero que les guste un buen vino.
El conde se acercó a Gwen mientras ella disfrutaba de su copa.
-Es un placer para mi tenerla de nuevo en mi castillo.
-Me es inevitable, el estar aquí, su información es de vital importancia.
-Como sea, pero está aquí – Denis no perdía detalle de la conversación entre Gwen y Vlad.
Eleana también se percataba de lo que pasaba, al parecer el conde sentía una inclinación hacia su prima, a lo que ella no le era indiferente, miraba a Denis que aun con su forma de ser sereno y callado, no podía evitar fijar sus ojos en Gwen.
Era ya tarde cuando una tormenta estruendosa por los rayos, y con mucha agua comenzó a caer.
-Parece que esta tormenta durará toda la noche, permítanme ofrecerles mi hospitalidad, pongo mi castillo a su disposición.
-Se lo agradecemos, y creo que le tomaremos la palabra – le dijo Eleana.
-Vengan les mostraré sus habitaciones – El conde los dejó a cada uno en una habitación. Pero al parecer los moradores del castillo no les fue fácil conciliar el sueño, Denis a medianoche salió para ir directo al salón donde estaban los grandes ventanales, pero se encontró con que una persona ya estaba ahí.