Ya había pasado mucho tiempo en la sabana, tal como había dicho Étienne, la hermosa princesa Nailliry creció y ahora era una mujer. Los modales caballerescos del occidental a comparación de lo frio que podían ser los hombres de la tribu le gustaban a la princesa, la convivencia con aquel hombre de ojos azules había despertado en ella el amor.
Sentada enfrente de él dejaba que le trenzara el cabello negro alborotado.
-No crees que ya estas muy grande para que te trence el cabello.
-No, - contesto ella – me gusta que lo hagas tú, siento rico aquí – le dijo metiendo sus manos en su cabello, la comprendió de inmediato ya que al sentir sus dedos entre su cabello hizo que se le erizara el cuello y los brazos. Ella se levantó dejando ver toda su hermosa figura frente a los ojos de Étienne, su entallado vestido de color rojo ocre dejaba ver todas sus curvas, su estrecha cintura y la prominencia de sus nalgas, Étienne tragó saliva, la deseaba demasiado.
Por las noches le gustaba ir a la terraza de la choza de él para que le contara historias del lugar donde venía, su favorita era la de cuatro amigos que habían rescatado el honor de la reina de Francia yendo por unos herretes hasta Inglaterra, también la de un hombre que había estado en la cárcel y cuando logró escapar se había hecho muy rico cuando encontró un tesoro para cumplir con su venganza, cuando Étienne le contaba esas historias a ella le gustaba recostarse en una alfombra para ver las estrellas, mientras que él le contaba esas historias se dejaba que le acariciara el cabello, las cejas pobladas, la nariz, Étienne se perdía en esa suave piel negra de pantera y nada más existía en esos momentos.
Le gustaba camicar y alejarse del asentamiento, pero se le hizo noche, y una gran tormenta comenzó, de las tormentas que forman caudales, Étienne que no perdía de vista a la princesa sabía que rumbo había tomado, y se fue en su búsqueda. La encontró desmallada en un barranco al parecer había caído, corrió a ver si estaba bien, la sostuvo en sus brazos y trataba de reanimarla.
- ¡Nailliry mi amor despierta! ¡vamos mi niña despierta! – le decía mientras la abrazaba con desesperación, cuando la joven comenzó a dar señales de vida no se pudo resistir más y la besó apasionadamente. – Mi amor creí que te perdía. – Nailliry estaba confundida, no sabía cómo había llegado a ese lugar, y estar en los brazos de Étienne que la abrazaba y besaba con desesperación.
-Ven regresemos, ¿puedes caminar? – ella se incorporó lentamente y caminó, pero lento, sus piernas no respondían y la tormenta no aminoraba, encontraron una pequeña cueva que les sirvió de refugio, los dos sentados estaban esperando a que pasara la tormenta, pero parecía no cesar.
-Descansa mi princesa yo te cuido.
-Gracias por venir a salvarme. – le dijo con su tierna voz.
-Por ti niña haría lo que fuera. – Ella le sonrío.
-Estoy muy cansada.
-Duerme un poco, en cuanto pare la tormenta regresaremos. – La joven fue y se acostó a un lado, después de un rato al ver que la tormenta no aminoraba también se acostó retirado de ella, Nailliry se despertó espantada por un rayo, al ver que Étienne estaba acostado fue y se enroscó en él, al sentirla se despertó y vio a la hermosa princesa aferrada a su cuerpo, su corazón comenzó a latir como un caballo desbocado, ella estaba con los ojos apretados tratando de no escuchar los estruendos del cielo, además estaba helada por lo mojado de su vestido, él le puso su brazo para que ella acomodara su cabeza, le abrazó la espalda y le dio un tierno beso en la frente.
La tormenta cesó justo cuando los rayos del sol comenzaron a salir, y los dos regresaron a la aldea, cuando llegaron ya varios hombres estaban buscando a la princesa desaparecida, fue mucho el gusto de su padre al verla llegar sana y salva.
Un día Denis estaba sentado mirando hacia donde había dejado a los leones, ahí lo encontró Étienne.
-Parece que tú también te enraizaste a este lugar, – Denis le dedicó una sonrisa, - este lugar tiene algo que te detiene, te enamoras de alguna una u otra forma.
-Pertenezco a una familia.
-Ah ya veo, te han adoptado como los masáis a mí.
-Se puede decir que sí.
-Ya han pasado 5 años, el jefe Jerome va a hacer una ceremonia para integrarme como un verdadero masái, me verán como a un igual y podré pedir la mano de la princesa, quiero que terminemos con esto, cumple con lo que te trajo hasta aquí. – Denis lo veía con su cara seria, frio, nada lo perturbaba. – Te dije que si nos ayudabas tu podías poner tus reglas, pero te diré que no te lo pondré fácil, estoy cerca de alcanzar lo que quiero y no tengo intención de morir, amo a Nailliry y creo que ella también me corresponde. – Denis se levantó tan tranquilo como siempre.
-Ella te corresponde desde hace 5 años, – Étienne le gustó oírlo, - no pienso hacer nada, ahora yo tengo una familia y tu podrás ser feliz, además te debo la vida, me rescataste del pantano no soy mal agradecido. – Los dos hombres sonrieron, Étienne le dio una palmada en la espalda y siguió su camino.
La ceremonia para nombrar a Étienne como un miembro masái, se celebró una noche calurosa estrellada, vestido a la usanza de los guerreros, pintado su rostro, recibía los collares que le daban las mujeres y el arco que le dio Gutul el guerrero en jefe, miraba a Nailliry que estaba al lado de su padre.
#1471 en Fantasía
#873 en Personajes sobrenaturales
#2124 en Otros
#352 en Novela histórica
amor no correspondido, novela de epoca, un ser sobrenatural muy atractivo
Editado: 04.08.2023