Denis Sus 150 Años

CAPITULO 15

 

La llevó hasta su recamara, dándole besos apasionados, esta vez ella se dejaba llevar, y le correspondía, fue ella la que le desabotonó su camisa blanca, descubriendo un torso cuadrado, que incitaba al deseo, él al ver que ella estaba dispuesta a todo, le desató el vestido dejándola en ropa interior, poniéndose en su espalda, metiendo su mano por el corpiño le acarició su pecho, era delicioso al tacto, redondo y firme, al notar que Irina estaba totalmente en éxtasis,  metió su mano por debajo de sus bragas, volviendo su mirada al cielo ella disfrutó su caricia, él aspiraba todo ese aroma que ella despedía, como las lobas cuando están en celo, y se volvió loco, dejándola totalmente desnuda, y de un tirón se sacó sus pantalones, dándole besos la llevó hasta la cama, donde la tumbó, se colocó arriba de ella, trató de ser benévolo y poseerla lento, pero justo cuando sintió que se llevó su virginidad, todo su instinto de lobo se desató en un éxtasis de felicidad, y estuvo a punto de aullar como un lobo a la luna. 

Las pláticas que había escuchado era que la intimidad no era agradable para la mujer, no entendía cómo era eso posible ya que aquel hombre insaciable, hizo que sintiera extrañas cosas en su estómago, todos sus músculos se contraían cuando le tocaba cierta parte que ella ni sabía que existía, al final los dos sudorosos y exhaustos se sonrieron uno al otro. 

Él le acariciaba la frente, la nariz, el cabello, mirándola, luego puso su nariz en su pelo y aspiró profundo.

-Hueles delicioso.

- ¿A mi perfume? – Dijo ella.

-No hueles a perfume, hueles a ti, tienes cierta esencia solo tuya. – Ella le sonrió, pensaba que bromeaba.

- ¿Y a que huelo? ¿a flores?

-No, más bien hueles a una loba blanca – a ella le extrañó el comentario.

-No creo que sea muy agradable oler a una loba, creo que huelen como los perros, y no creo que sea un aroma muy agradable. – Él le sonrió y dándole un beso le dijo…

-No para mí, el que huelas a una loba blanca me vuelve completamente loco. – Ella le sonrió totalmente feliz

Los siguientes días apenas si salían de la cama, George comprendió que sus amos estaban gozando de su luna de miel, él más que nadie sabía lo difícil que había sido para ellos enamorarse, comprenderse y ser felices, no quería que regresaran a deambular por la mansión solos como fantasmas.

La luna nueva está por llegar, a Denis le costó mucho trabajo despedirse de Irina para pasar quince días lejos de ella, por primera vez en su vida no quería ir a refugiarse al bosque, al despedirse de su amada pudo ver los ojos de tristeza.

- ¿Cuándo regrese estarás aquí? – se estaba despidiendo enfrente de la puerta, acariciándole el cabello, y ella lo disfrutaba con ojos cerrados.

-Te esperaré siempre. – Él le sonrió y le dio un tierno beso, luego se fue.

Unos días después Thomas estaba en la casa poniendo en orden la contabilidad.

-No se preocupe baronesa, ya en unos días estará aquí, con las trufas.

- ¿Son muy importantes?

-Pues es lo que mantiene la fortuna del barón.

-Ya veo, - decía mientras tomaba un libro cualquiera para ojearlo.

-Por qué no me invita a mí y a Alice a cenar, le aseguro que le agradara mi esposa. – Irina le sonrió.

-Estaré encantada.

Thomas tenía razón la grata compañía de Alice distrajo a Irina.

- ¿Cómo se conocieron? - fue la pregunta de Irina al ver el matrimonio feliz que formaban.

-Thomas trabajaba para mi padre. - Irina se le quedó viendo, en Inglaterra como en cualquier lado una mujer podía subir de estatus social con el matrimonio, pero no bajar.

-Estará pensando en cómo mi padre consintió un matrimonio con un empleado suyo. – comentó Alice.

-Pues sí.

-No lo hizo, Thomas y yo tuvimos que pasar por mucho para estar juntos, le agradezco al barón de Visi por haber hecho a Thomas un hombre de recursos, - le dijo tomándole la mano a su esposo – el señor Vian es un hombre muy bueno.

-Brindemos por el barón el mejor de todos – Dijo Thomas levantando su copa.

-Por el barón.

-Por Denis – dijo Irina un tanto melancólica, lo extrañaba demasiado.

-Ahora díganos usted ¿cómo le hizo para conquistar el frio corazón de Denis Vian? – le preguntó con atrevimiento Alice, Thomas le hizo una mueca de que se había pasado de la raya, pero a Irina le agradó la pregunta.

-Pues aún estoy en el proceso de conquista, creo que aún no lo logro.

-Creo que solo usted señora es la única que puede hacerlo.

- ¿Le puedo contar los cotilleos de las damas?

-No creo querida que…

-Por favor, quiero escuchar las conquistas de mi marido, realmente no sé nada de eso.

-No hay conquistas baronesa.

-Mi marido ¿no cortejó a ninguna dama? -Alice movió la cabeza en negativo.




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