¿En dónde me encuentro? Es tan oscuro aquí que siento miedo, pero no sé por qué. Todo es silencio.
Una niña llora, parece que está sola porque nadie la consuela. Debo encontrarla y ofrecerle mi apoyo y, si es posible, encontrar la salida de este lugar. Parece desconsolada, pero ¿dónde está?
Sí, allá veo un farolillo encendido, ahí debe de estar la niña que llora. Sin dudas es ella. No entiendo qué hace una niña tan pequeña en un lugar como éste. Por lo que puedo ver no cuenta con más de diez años. Trae un vestidito blanco, un tanto antiguo, y unos zapatitos del mismo color; lleva el cabello recogido por algo que parece un objeto de plata. Tengo miedo.
Al sentir mis pasos, la niña levanta vagamente la cabeza y me doy cuenta de que también está asustada, por lo que se levanta con suma rapidez para huir. Con voz temblorosa le digo que no tema, que estoy perdido y al igual que ella también tengo miedo.
--Estás lejos de casa, Wilson. ¡Esperen! ¡Dijo mi nombre! No conozco a esta chica y, sin embargo, conoce mi nombre. Ahora la sangre se me ha helado dentro de las venas. No, es mi deber, si quiero salir de aquí, dejar de sentir miedo.
--¿Cómo sabes mi nombre? Pregunté lleno de miedo.
--No deberías estar aquí. Todavía no es tiempo de que vengas. Aun no nace Elizabeth, vete.
¿Qué? ¿No es tiempo de…? No comprendo nada. Estoy lleno de dudas. Quise preguntarle a la niña, pero desapareció, se fue sin que yo supiera quién es, sin que supiera dónde estoy, sin saber de qué habló.
En el instante en que la niña desapareció comencé a sentirme mal. Un dolor intenso atravesó mi pecho, por lo que caí al suelo y debí perder el conocimiento, pues no supe más de mí hasta que desperté todo sudoroso en mi recámara.
Al despertar en mi cama supuse que había sido un sueño, pero no, volvía a es cuchar el llanto de la niña una vez más; esta vez más cerca, en el cuarto…