Dentro De La Máscara De Papel.

Mi Primer Beso. Parte. — 3.

Joaquín caminaba hacia el colegio acompañado de su pequeña hermana, ella miraba con rabia en sus ojos al rededor.

—Hay muchas chicas aquí.

—No te preocupes que él rechaza a todas las que se le declaran, parece como si lo hubieras entrenado.

—Hola Alma.

Su actitud cambia al verla, llega a hasta ella y la abraza.

—¿Como estás? ¿Es tu primer día en secundaria verdad?.

—¿Como que muchas chicas se le declararon?.

—No importa, él las rechazó a todas, puedes estar tranquila.

—¡Quiero saber!.

—Pero qué linda te ves enojada, ¿No es tierna tu hermana?.

Llegan hasta la entrada del colegio, todo era muy a animado, el habiente se rebalsaba de comentarios al azar.

Una chica se para tímidamente enfrente de Joaquín, tenia una carta en la mano que no le daba vergüenza mostrarla, ella intenta hablar, pero es interrumpida por la hermana de él, lo toma del brazo para alejarlo de esa chica que necesitaba decirle lo que sentía, a ella simplemente no le importó y se lo llevó del lugar, pero antes de ganar la suficiente ventaja toma la carta de aquella muchacha, al hacerlo una sonrisa brillosa sale a luz.

—¿Que haces Viole?.

—No voy a dejar que ninguna de estas chicas fáciles se te acerquen, son todas lujuriosas.

—¿Lujuriosas? ¿Donde aprendiste esa palabra?.

—No te importa, dame la carta, ¡Ahora!.

—Lo siento, pero no.

Su hermana se enfurece demasiado, se veía reflejado en su rostro, él con una sonrisa la braza mientras le da un pequeño beso en la cabeza.

—Eres un idiota, ahora me acompáñaras hasta mi curso.

Él acepta el capricho de su pequeña hermana sin pensarlo.

Isabella estaba en la hora de gimnasia, ella destacaba en cualquier deporte, era muy atlética, ya que desde chica siempre jugaba con los varones y sus hermanos, era muy popular entre la mayoría de ellas al igual que con los chicos, pero no de la manera que ella quería serlo, al igual que nunca estuvo siquiera cerca de que alguien le dijera linda, ni con palabras prestadas llegó a sentirla, únicamente de su numerosa familia que no sumaba lo necesario para sentirse segura de sí misma.

Luego de la hora de gimnasia todas se van a cambiar para terminar el día de clases, ella caminaba junto a Rocío y Carla cuando un chico se para enfrente de ellas, ninguna llegó a sentirse incómoda, solo la curiosidad las alertaba, quería saber qué es lo que él necesitaba.

—¿Isabella podemos hablar?.

—¿Claro, de que?.

—Necesito decirte algo importante, quiero que estemos solo nosotros dos.

Las ideas irreales comenzaron a apoderarse de ella en un instante, la curiosidad la dominaba, creaba diferentes situaciones para saciar un poco la gigante intriga que creo.

—Mañana en la hora del almuerzo nos vemos detrás del colegio, quiero decírtelo ahí.

—Espera, ¿Porque no ahora?.

—Mañana será más cómodo. ¿Si?.

Ella afirma su propuesta con un movimiento brusco de cabeza y ese chico que las llenó de intriga se va, una sonrisa traviesa aparece en su rostro, las ideas de una confesión no se hacen esperar.

—¿No será que él se te va a confesar Isa?.

—Rocío no le des tan...-

—¿Verdad​ que si? Puede que mañana sea mi gran día.

—Chicas no cre...-.

Carla no logra terminar su oración ya que Isabella y Rocío saltaban de alegría, la toman de la mano y hace que salte junto a ellas.

Todas juntas entran en el vestuario para cambiarse e irse a su casa, ellas estaban alborotadas por las palabras de ese chico, era un debate a grandes voces, trataban de convenserse de que sería una confesión, su imaginación se ve interrumpida con el cierre del casillero.

—¡Callense! ¿Enserio crees que se te van a confesar? Nadie en su sano juicio diría que le gustas, eres un varón más en este colegio.

—Y a ti que te importa lo que pase mañana Paula.

—No te metas en nuestra conversación.

—Cállate Rocío, no defiendas algo irreal, fíjate cómo se viste, dios, mira como caminas, como te sientas, como hablas, nadie se atrevería a confesar lo que siente por ti, porque a nadie le pasa lo que piensas tonta.

Ella seguía tratando mal a Isabella con sus palabras, no dejaba que el silencio apareciera, ella solo apretaba su puño con ira al oír lo que en su mente se volvía real, cada palabra que escuchaba era una puñalada en su corazón que la destrozaba, no podía hacer nada más que observar, Paula se calla al oír el tacho de basura moverse, gira su cabeza y ve que Joaquín se había trompezado, ella se aleja y se va del lugar rápidamente al sentir la sensación de que escuchó todo, Isabella toma sus cosas y sale caminando rápido.

—No necesitaba tu ayuda Joaquín.

Al pasar por su lado él ve que sus ojos estaban cristalizados, estaba al borde del llanto, él solo tuvo que ser un espectador sin derecho de intervenir.

Las tres caminaban afuera del colegio en silencio, no podían decir nada ante una situación tan delicada como la que acaban de vivir.

—¿Creen que me ilusioné demasiado? ¿Piensan que él se confiese mañana? Solo de ustedes aceptaría la realidad.

—Creo que él no va a confesarse, estás mezclando las cosas Isa.

Carla con todo el dolor del mundo trata que se vuelva a parar en la realidad .

—Yo pienso que si, eres muy linda y tienes una personalidad maravillosa.

—Gracias.

—Vamos a comer algo, estómago lleno, corazón contento.

—No opino que sea así el refrán Rocío.

Alex M. Martinez.




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