Se encontraban la madre de Joaquín, de Isabella y Alma sentadas en el patio, ambas cargaban a sus hijos con orgullo y los miraban con dulzura.
—¿Crees que ellos llegarán a ser tan unidos como lo fuimos nosotras?.
—Haremos que sean unidos.
—Yo quería que las tres tuviéramos hijas y sigan con nuestra amistad, pero tuviste que tener un hijo.
—Él puede casarse con Isabella y seremos una familia aún más unida.
—No, se tiene que casar con Alma.
Joaquín, ya tiene cinco años, había crecido y era evidente su cambio, él estaba jugando solo en el comedor con sus juguetes, todo su mundo imaginario se viene abajo al escuchar a sus padres discutir, eran muchos gritos que llenaban el ambiente, él se pone de pie con la incomodidad que sentía al verse enredado en esa situación, escucha los llantos de su pequeña hermana, sin pensarlo la alsa y se va del lugar, ambos se sientan en el balcón de la habitación de Joaquín, en ese lugar no llegaban tantos los gritos, apenas se podía sentir el silencio, por lo menos no entendían los insultos que sus padres largaban, él trata de calmarla con movimientos suaves, pero los gritos de sus padres empeoraban la situación, levanta la mirada al escuchar como alguien estornudaba, su mirada se encuentra con Emma quien los observaba desde el otro lado.
—¿Por qué está llorando?.
—Por nada, es buena bebe, los bebes lloran, es normal.
Al terminar de contestar su inquietud se enfoca aún más en calmarla, al levantar su vista ve que ella había desaparecido, no le da mucha importancia, era algo menos de que preocuparse, cuando agacha su mirada escucha como alguien saltaba, al volver a ver a su balcón se da cuenta de que ella había cruzado hacia su lado.
—Hola.
Su sonrisa era deslumbrante, tenía las mejillas ruborizadas, sus ojos eran brillosos, esa muchacha se acerca a él y se agacha sentándose en el suelo, comienza hacer muecas para calmar el llanto de esa pequeña, a grandes esfuerzos logra parar su llanto, luego de que Joaquín luchará por varios minutos para que dejara de llorar, ella lo logró en tan solo unos segundos, los minutos pasaban y ellos la hacían jugar, cuando se logra dormir Joaquín la acuesta en su cama y vuelve al balcón, ahí pasó varios minutos más jugando con Emma, gracias a ella pudo olvidarse de los problemas que abundaban en su casa.
Al día siguiente, Joaquín baja las escaleras al oír que su madre lo llamaba, al hacer presente en la cocina se encuentra con Emma y su madre, su personalidad era callada y no quería cruzar su mirada con la de él.
—Hijo, ella es nuestra vecina, su nombre es Emma.
Ella se encontraba tímida, al resguardo de su madre, al escuchar su nombre los nervios la molestaban aún más.
—Si, la conozco.
—¿Cómo la conoces?.
—Anoche vino para mi pieza, ella cruzó el balcón.
—¿Qué hiciste qué Emma?.
—No se preocupe son niños.
Así es como su vida comenzó acostumbrarse a su presencia, ambos iban al mismo jardín, de camino ellos caminaban tomados de las manos con una sonrisa indescriptible, se veían tan bien juntos, estando en el jardín se les unía Alma, ellos pertenecían al mismo grupo, así comenzaron a pasar los años, era la misma rutina, no se separaban nunca, al llegar a casa se volvían a ver en el balcón, todos los días sin falta ellos estaban juntos, ellos dos crearon su propio mundo donde eran dueño de hacer lo que quisieran.
Joaquín ya tiene ocho años, mientras que el tiempo ayudo a hacerse muy cercano de Emma y Alma, no lo favoreció con Isabella, con ella se llevaba muy mal, cada vez que se veían discutían, siempre tenían diferencias, pensaban distinto, nunca concordaban en ninguna idea, parecía que ya eran excusas por lo que discutían, era costumbre que cada vez que ellos estaban juntos el ambiente era tenso, muchos los molestaban diciendo que ambos se gustaban, los que se pelean se aman, estás simples palabras de niños endurecían aún más a los dos, la única que no concordaba con esas ideas era Emma, quien se molestaba siempre que sacaban ese tema, por alguna razón se fastidiaba al oír como los demás los emparejan a ellos sin ninguna razón.
—¿Por qué te llevas tan mal con mi prima?.
—Tu prima es una tonta, se cree que siempre tiene la razón, parece que fuera de una mafia.
—Eso porque no la conoces bien, ella es muy buena persona. —No quiero conocerla.
Los tres llegan a una plaza donde toman asiento en el pasto, donde se pondrían de acuerdo a que jugar toda la tarde, les tomo varios minutos coincidir con una idea, así los tres comienzan a jugar con una pelota, Joaquín se lleva una gran sorpresa al ver que se les unía Isabella.
—¿Qué haces aquí Isabel?.
—¡Es Isabella tonto! Di bien mi nombre.
—No me importa tu nombre.
—Entonces no digas mi nombre.
—No peleen chicos.
—¡No puedes jugar!.
—¿Por qué no?.
—Porque es mi pelota.
—Joaquín, la pelota es de Emma.
—Ella me la acaba de regalar, ¿Cierto?.
—No seas mentiroso, nadie quiere regalarte nada bobo.
—¿A quién le dices boba chueca?.
—No soy Chueca cara de niña.
—Patas de pato.
—Cara de mujercita.
—¡Idiota!.
—¡Bobo!.
Ambos comienzan a discutir, ninguno se ponía de acuerdo para jugar, Emma y Alma se sientan a esperar a que ambos se cansarán de discutir, los dos estuvieron con sus posturas opuestas por varios minutos hasta que ambos se rinden y hacen que elija Emma que juego iban a jugar, sin pensarlo elige el juego que proponía Joaquín, este disgusto mucho a Isabella, estaba realmente enojada, toda su ira se reflejaba en su mirada, le fastidiaba aún más que Joaquín se le burlara porque él tenía razón, ellas ya se habían acostumbrado a sus peleas, era siempre lo mismo, cada vez que se veían los dos terminaban con sus diferencias, nunca concordaban en nada, ni en lo más mínimo.
Así es como su vida iba pasando, Joaquín soportaba las peleas de sus padres gracias a la compañía de Emma, ella era quien lo consolaba cuando estaba devastado, todas las noches se juntaba en el balcón y se pasaban horas hablando, ella hacia todo lo que podía para distraerlo, para llevarlo a su mundo imaginario y seguir viendo esa sonrisa tan contagiosa que él cargaba, mientras el tiempo pasaba ellos se unían cada vez más, ya no había vergüenza, no ocultaban nada, eran trasparentes.