Al no tener ninguna oportunidad de verse con ella decide sentarse junto a Alma a pensar y relajar su mente.
—No tengo ninguna oportunidad de encontrarme con ella, está demasiada ocupada.
—Esta ayudando a sus hermanos, ya se desocupara.
—¿Hijo, viste cómo está vestida Isabella?.
—Si mamá, estaba muy linda.
—¿Muy linda? Qué raro escucharlo de ti.
La madre de Isabella se acerca hasta donde se encontraba Joaquín.
—Muchas gracias por haberle regalado el vestido que quería ella.
—No por nada, no tiene porque agradecerme, ella estuvo trabajando para comprarle su regalo, tenía mucha ilusión que podía pagarlo ella, pero no le alcanzó.
—Es muy considerada, no sabes lo feliz que estaba, no dejaba de sonreír y de decir que quien se lo había regalado eras tu.
—Parece que no pude zafar, me imagino lo molestaba que estaba.
—Pero lo extraño fue que no le molestó que hayas sido tu, si no que no dejaba de sonreír al pensar quien se lo había regalado, fue raro verla con esa sonrisa.
—Capaz que haya pensado que fui yo, luego no me vio capaz de hacerlo y por eso no dejaba de reír.
—Conozco muy bien a mi hija, sé porque sonríe, es instinto maternal.Me tengo que ir, los dejo, un beso.
—Chau, felicidades por su aniversario.
Las horas seguían pasando, ahora que Joaquín tenía una oportunidad de hablar con ella no lo hacía ya que tenía mucho miedo, los nervios estaban a flor de piel, su mente era un caos, las letras se mezclaban confundiendo hasta la misma pronunciación.
Al terminar la noche todos se iban del lugar poseídos por el sueño o el alcohol que cargaron durante la noche.
—Ahora es tu oportunidad Joaquín, hazlo.
—¿Donde está?.
—Creo que afuera, en la parte de atrás.
—Me voy, gracias.
—Suerte, espero que salga todo muy bien, después me cuentas con lujo de detalle.
—Por su puesto que si.
Isabella estaba mirando el cielo cómo se iba aclareciendo con el paso de los minutos, estaba cansada luego de tanto ayudar y de bailar, suspiraba para aliviarse, sus ojos comenzaban a pesar, sus sentidos se encienden al sentir una presencia detrás suyo, se da vuelta y ve parado a Joaquín con una sonrisa.
—Efectivamente te queda muy lindo el vestido.
—G-Gracias, ahora que te veo mejor te queda fatal, solo bromeó, te ves muy bien.
Ella trataba de controlar sus nervios, quería agudizar sus oídos para prestarle la mayor atención posible, mientras hablaba con su mente.
—No caigamos en su juego Isa, solo se está divirtiendo, cálmate, es la misma conversación que tenemos todos los días.
—Hay algo que tengo que decirte.
—¿Vas a decirme que tu fuiste quién me regaló este vestido?.
—No, yo no fui.
—¿Entonces quien? Eres el único que sabía de la existencia de este vestido.
—Tal vez fue Juan.
—¿Por que hubiera sido él? Además no hablamos de estas cosas.
—¿Entonces soy el único que hablaste sobre ese vestido?.
—S-Solo porque estabas presente.
—Me alegra saber que soy el único a quien le contaste sobre eso.
—No te sientas especial.
—Quiero ser especial para ti.
—Cállate Joaquín, no me tomes el pe...-.
—Me gustas, no es un juego, no lo digo en broma, no es el día de los inocentes, lo digo enserio, me gustas Isabel, lo siento desde que tengo memoria, nunca te lo dije porque tenía miedo y no quería terminar como mis padres, pero ahora ese miedo se convierte en temor de que alguien más te enamoré, puedo superar el pensamiento de terminar como mis padres, pero no puedo hacerlo con saber que alguien más te tenga, yo quiero ser quien te haga reír, que te haga enojar, quien te tenga preocupada, que me esperes a mi, que te llenes de ansias por pasar tiempo conmigo .
Isabella quedaba enmudecida ante las palabras de él, no podía reaccionar, le costaba procesarlas, en el ambiente había un silencio total, solo se apreciaba lo que Joaquin decía.
Todos los demás ruidos desaparecieron, era como si solo ellos existieran, quería darle diferentes significados a todo lo que él decía para no tomarselo en serio, no quería aceptar, le costaba horrores, tenía mucha inseguridad, jamás espero escuchar en vida esas palabras, nunca pensó que esas letras harían un caos.
—Que buena broma, eres muy gracioso Joaquín, estás practicando conmigo que bien pensa...-.
—No, lo digo enserio, no quiero a nadie más en mi vida que a ti, te digo enserio, me enamoré.
Al no verse con más salida queda helada, su mente en blanco, era como si estuviera en automático.
—Y-Y-Y-Yo necesito pensarlo...
Joaquín se queda en silencio unos segundos demasiado cortos.
—Listo, ya te deje pensar.
—Necesito pensarlo, perdón, me llaman, tengo que ir me yo, afuera, a casa.
Ella se va del lugar sin decir una palabra más, sin mirarlo, parecía que ni respiraba, estaba con la mirada pérdida.
Él solo se quedaba viendo como se alejaba de su lado, no quería agregar nada más a su oración, sentía que había dicho todo lo que sentía, creía que ella había entendió, de todas las maneras que esperaba que reaccionara no tomó en cuenta está.
Apesar que se sentía afligido mantenía su ilusión puesta en que lo pensaría, debía conformarse con eso, debía frenar el tiempo y esperar a que no avanzará.
El rostro de Isabella estaba rojo, se sentía avergonzada, feliz, confusa, todas sus emociones eran un caos, no podía pensar con claridad, no sabía si creerle, no vio una mejor salida que escapar.
Al ver que ella había desaparecido de su vista se da vuelta para ver el cielo.
—Lo hice Emma, ojalá estuvieras aquí para abrazarme, ¿Habrá estado bien lo que dije?.
Se sienta en la noche fría, quedaba solo él y su corazón como compañía, ni su sombra se encontraba, se quedó en el silencio, su mente hizo desaparecer todo a su alrededor.
Alex M. Martínez.