Dentro Del Laberinto [chanbaek]

Capítulo 1

                                 

                                    El Búho Blanco 

                      

Nadie vio al búho, blanco a la luz de la luna, negro contra las estrellas, nadie le oyó mientras se deslizaba sobre alas silenciosas como terciopelo. 

El búho lo vio y lo oyó todo.

Posado en un árbol, con las garras aferradas a una rama, y mirando a la chica del claro de abajo. 

El viento gemía, meciendo la rama, empujando las nubes por el cielo de la noche. 

Alzaba el pelo del  chico. 

El búho lo observaba, con sus ojos redondos y oscuros.

El chico se apartó lentamente de los árboles hacia el centro del claro de hierba, donde brillaba una charca. 

Estaba concentrado.

Cada paso deliberado que daba la acercaba más a su propósito. 

Sus manos estaban abiertas, y ligeramente extendidas ante él. 

El viento suspiró de nuevo en los árboles.

Sopló la capa firmemente contra la esbelta figura, y le alborotó el cabello alrededor de la cara de ojos ampliamente abiertos. 

Sus labios estaban ligeramente separados.

                      

Dame al niño —dijo Baekhyun, con voz baja pero firme, con el coraje que su empresa precisaba. Se detuvo, con las manos todavía extendidas—. Dame al niño —repitió—. A través de innombrables peligros e incontables dificultades, me he abierto paso hasta el castillo más allá de la Ciudad de los Demonios, para recuperar al niño que me has robado. —Se mordió el labio y continuó—. Porque mi voluntad es tan fuerte como la tuya… y mi reino tan grande… — Apretó los ojos con fuerza.

                      

Un trueno retumbó. El búho parpadeó, una vez.

Mi voluntad es tan fuerte como la tuya —dijo Baekhyun, incluso más intensamente esta vez—. Y mi reino tan grande… —Frunció el ceño, y sus hombros cayeron.

                      

—Oh, demonios —masculló. Buscando bajo la capa, sacó un libro. Su título era Dentro del Laberinto. Sujetando el libro ante ella, lo leyó en voz alta. A la luz mortecina, no era fácil divisar las palabras—. No tienes ningún poder sobre mí… No siguió. 

                      

Otro trueno, más cercano esta vez, la hizo saltar. 

También alarmó a un gran y pequeño perro corgi, a quien no le había importado sentarse junto a la charca y ser amonestado por Baekhyun, pero que ahora decidió que ya era hora de volver a casa, y así lo expresó con varios ladridos agudos.

Baekhyun se cerró la capa alrededor. No le daba mucho calor, al no ser más que una vieja cortina, cortada y sujeta al cuello con un broche de fantasía.

Ignoró a Mongryong, el perro corgi, mientras se concentraba en aprender el discurso del libro.

                      

—No tienes ningún poder sobre mí —susurró. Cerró los ojos de nuevo y repitió la frase varias veces.

                      

El reloj del pequeño pabellón del parque repicó siete veces y penetró en la concentración de Baekhyun. Miró fijamente a Mongryong.

                      

—Oh, no —dijo—. No me lo puedo creer. Fueron siete, ¿verdad?—

Mongryong se levantó y se sacudió a sí mismo, sospechando que a continuación vendría algo de acción. 

Baekhyun se giró y corrió. 

Mongryong lo siguió.

                      

Las nubes de tormenta los salpicaron a ambos con grandes gotas de lluvia.

El búho lo había observado todo. 

Cuando Baekhyun y Mongryong abandonaron el parque, todavía estaba sentado en la rama, no tenía ninguna prisa por seguirlos. Éste era su momento del día. Sabía lo que deseaba. Un búho nace con respuestas a todas sus preguntas.

Durante todo el camino por la calle, que estaba bordeada a ambos lados por casas victorianas rodeadas de setos, similares a la suya propia, Baekhyun murmuraba para sí mismo.

                      

—No es justo. No es justo. —El murmullo se había convertido en jadeo para cuando tuvo a la vista su casa. Mongryong, que había estado brincando a su lado sobre sus peludas patitas, también respiraba con dificultad. 

                      

Su amo, que normalmente se movía a un paso gentil y soñador, tenía el raro hábito de volver corriendo a casa desde el parque por las tardes. Quizás ese búho tuviera algo que ver con ello. Mongryong no estaba seguro. No le gustaba el búho, eso lo sabía.

                                  

—No es justo —Baekhyun estaba casi sollozando. 

El mundo era injusto en general, pero en particular su madrastra era cruelmente injusta con él. 

Allí estaba ahora, en la puerta principal de la casa, disfrazado con uno de sus espantosos trajes de noche, con el abrigo de piel abierto para revelar el corte bajo de su escote, la horrorosamente vulgar gargantilla centelleando sobre su pecho lechoso y… ¿cómo no?… estaba mirando su reloj. No sólo lo miraba, sino que lo miraba fijamente, para asegurarse de que Baekhyun se sintiera culpable antes de acusarlo, una vez más.

Cuando Baekhyun hizo una pausa en el camino del jardín delantero, pudo oír a su hermanito bebé, Sehun, pegando gritos dentro de la casa. 

En realidad era su medio hermano, pero ya no lo llamaba así, no desde que su amiga de la escuela Yixing le había preguntado, «¿Y de quién es la otra mitad entonces?» y Baekhyun había sido incapaz de pensar en una respuesta. «Medio-nada-que-ver-conmigo». No estaba bien. Ni era cierto tampoco. Algunas veces se sentía ferozmente protector con Sehun, quería vestirlo, llevarlo en brazos y alejarlo de todo esto, llevarlo a un lugar mejor, un mundo de hadas, una isla en alguna parte, quizás. 

Otras veces… y ésta era una de ellas… odiaba a Sehun, que tenía dos veces más atención de sus padres que él. Cuando odiaba a Sehun, eso lo asustaba, porque lo llevaba a pensar en cómo podía hacerle daño. 

«Debe haber algo malo en mí«, reflexionaba,«si puedo pensar en hacer daño a alguien a quien adoro; ¿o es que hay algo malo en adorar a alguien a quien odio?«



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En el texto hay: demonios, chanbaek, chanyeol

Editado: 14.04.2022

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