Dentro Del Laberinto [chanbaek]

Capítulo 8

 

Una Voz Muy Fuerte 

                      

Una vez hubieron dejado al Hombre Sabio, Baekhyun y Namjoon descubrieron que caminando hacia adelante podían avanzar. Fue un cambio agradable. Sin embargo, no tan agradable, porque el laberinto de setos giraba a derecha e izquierda y volvía hacia atrás de nuevo con tanta frecuencia que era imposible hacer ningún progreso en el avance hacia el castillo.

                      

Frecuentemente éste podía verse, sus cúpulas y torretas surgiendo amenazadoramente en la distancia sobre los setos, pero no importaba lo lejos y rápido que caminaran, seguía en la distancia.

                      

Baekhyun todavía estaba pensando en el Hombre Sabio.

                      

—Namjoon —preguntó—, ¿cómo sabes cuándo alguien está hablando con sentido y cuándo es pura basura?

                      

Namjoon se encogió de hombros impacientemente.

                      

—¿Cómo iba a saberlo yo? Todo lo que sé es que estamos solos y verdaderamente perdidos en este lugar. Yo me vuelvo atrás.

                      

—Ni hablar. Ahora estás pegado a mí hasta que lleguemos allí —dijo Baekhyun, preguntándose cuanto tiempo le quedaba.

                      

Namjoon dijo:

—Hum —sin comprometerse mucho, pensó Él.

                      

Bueno, todavía tenía su preciosa cadena de chucherías. No la recuperaría hasta que Él encontrara a Sehun, y juzgó que nada le induciría a abandonarlo mientras todavía tuviera su tesoro.

                      

Pasadizo, giro, pasadizo, callejón sin salida, pilar de piedra, pasadizo, arbusto ornamental, giro, adelante, dirigiéndose a ninguna parte. Baekhyun se preguntó si no sería un sistema cerrado, si no existía más que una entrada, esa urna. Era la clase de acertijo que Chanyeol tramaría, hacerla malgastar el tiempo que le quedaba. Pero si era así… Se estremeció. ¿Tendría el valor necesario para volver a entrar en la urna, y bajar esa escalera, y avanzar por ese horrible pasillo subterráneo?

                      

Abajo, abajo, abajo, abajo… Recordó las manos, y el olvidadero, y esa terrible máquina de las cuchillas, y a Chanyeol con su disfraz de mendigo. Rememoró la frase que su madre le había leído una vez en voz alta de un libro, como le gustaba hacer cuando algo captaba su atención: Cuidado con lo que dices a un mendigo, podría ser Dios disfrazado. Cuando viera de nuevo a su madre le diría: O podría ser simplemente el Rey de los Demonios.

                      

Se encogió de hombros.

                      

¿Cómo podía esperar algún respeto de Chanyeol? Era peligroso y poderoso, obviamente, pero también era demasiado consciente de ello… un fanfarrón, en realidad… un presumido, un tramposo. Tenía un cierto estilo, podía concedérselo. No le faltaba atractivo. ¿Pero cómo podías respetar, y menos aún admirar, a alguien como él? La mejor palabra que se le ocurría para describirle era la de bellaco.

                      

Pasadizo, giro, pasadizo… andaban con paso pesado. Rodeados de setos como estaban, no podían ver que no estaban completamente solos en el laberinto. La cabeza y la cola de una serpiente marina se arrastraba por la parte alta de un seto bastante cerca de ellos, aunque si realmente se hubieran encontrado con la bestia podrían haber divisado a tres pares de Demonios que corrían a pie bajo el, y hubieran oído los gruñidos de los Demonios que sujetaban las partes de la serpiente. Varias veces se perdieron por poco el encontrarse con un Demonio con lanza y bandera y su montura, que habían sido enviados por Chanyeol a buscarlos y pasar una hora galopando al azar.

                      

Namjoon estuvo callado un buen rato. Y entonces preguntó:

—¿Por qué dijiste que yo era tu amigo?

                      

—Porque lo eres —le dijo Él cándidamente—. Puede que no seas un gran amigo, pero eres el único que tengo en este lugar.

                                  

                               

Namjoon pensó en ello un rato. Después dijo:

—Nunca antes había sido amigo de nadie.

Un enorme rugido que helaba la sangre llegado de algún lugar cercano los dejó a los dos congelados en el acto.

Namjoon se dio la vuelta. Y deteniéndose sólo para decir:

—¡Quédatelas! —salió huyendo, alejándose del rugido.

Baekhyun corrió tras él y le agarró de la manga.

—Espera un minuto —dijo furioso—. ¿Eres mi amigo o no?

Mientras Namjoon dudaba, otro rugido que hizo temblar el aire decidió por él.

—¡No! No, no lo soy. Namjoon no es amigo de nadie. Sólo se ocupa de sí mismo. Como todo el mundo. —Se retorció para liberar su manga—. Namjoon es amigo de Namjoon —lo oyó chillar, mientras corría en dirección opuesta a la del rugido y se desvanecía en el interior del laberinto.

—¡Namjoon! —gritó Baekhyun—. ¡Cobarde!

Oyó otro grito aterrador, pero se quedó donde estaba. El monstruo, fuera cual fuera, no parecía estar acercándose a el.

—Bueno —dijo, hablando en voz alta para tranquilizarse—. Yo no voy a tener miedo. Las cosas no son siempre lo que parecen en este lugar… eso es lo que dijo el Hombre Sabio.

El sonido llegó de nuevo, como una manada de leones hambrientos rugiendo al unísono.

Podría ser una criatura diminuta —se dijo Baekhyun a sí mismo—, perfectamente inofensiva… sólo que tiene una voz muy ruidosa… —Después de todo, la persona más ruidosa de la casa era Sehun, y él no podía hacer ningún daño. ¿Había alguna ley que Él nunca había captado, alguna que decía que las criaturas más pequeñas hacían el ruido más grande? ¿Rugían los dinosaurios? Decidió que no. Puede que soltaran un gruñido bajo. ¿Y qué había de las hormigas entonces? Probablemente hacían un ruido terrible, en algún lugar más allá del alcance del oído humano.



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En el texto hay: demonios, chanbaek, chanyeol

Editado: 14.04.2022

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