Un Solo Mordisco
En el momento en que el pie de Baekhyun se posó en el puente, toda la estructura crujió y se hundió un par de pulgadas. Él saltó hacia atrás rápidamente.
—No tengáis ningún temor, dulce señorito —lo tranquilizó sir Didymus—.
Este puente lleva en pie mil años.
Baekhyun observó con desconfianza el puente.
—Sólo espero que esté en pie otros cinco minutos.
Colocó otra vez el pie y lo sintió tambalearse debajo de él. cauteloso, con una mano extendida para que Ludo la agarrara si había necesidad, posó todo su peso sobre el puente. Éste se hundió otra vez, con un ruido de bisagra muy seca. Un par de fragmentos cayeron estrepitosamente a la burbujeante ciénaga, con una nube de polvo.
Con una mano en la desvencijada barandilla y el otro brazo estirado como un trapecista en la cuerda floja, Baekhyun avanzó un paso tras otro. Hubo sonidos chirriantes y crujidos ante cada movimiento que realizaba. Tras él oyó un apagado chapoteo. Una piedra de un pilar se había desprendido y había caído.
Sintió cómo el tablón bajo sus pies cedía otra pulgada. Lo único que la hizo continuar fue la certeza de que no tenía ninguna otra alternativa.
Sir Didymus, en cambio, no sufría ningún malestar. De hecho, él ya no pensaba en el puente. Su cerebro funcionaba a mil por hora con la perspectiva de, por fin, someterse a la prueba suprema del código caballeresco… una búsqueda. No tenía ni idea de cuál era el propósito de sus compañeros, pero estaba claro que debían tener uno de suma urgencia, ya que su ojo entrenado lo había detectado en el señorito. Era, por otra parte, un propósito de la más alta importancia si sus cortesanos estaban dispuestos a entrar en combate sin armas con un guerrero de su talla con tal de alcanzar su meta. Su piel zumbó y sus ojos centellearon cuando se giró hacia Ludo, y le dijo:
—Ya que sois mi compañero, iré con vos a donde nos lleve esta búsqueda. ¡Id delante! —Con una pequeña reverencia y una floritura de su mano, invitó a Ludo a seguir a Baekhyun a través del puente.
Ludo agitó la cabeza.
—¡Ludo… espera!
Mientras Ludo observaba al puente con desconfianza, otro gran trozo de mampostería se desmoronó del puente y cayó rodando a la ciénaga. El puente cedió y se sacudió repentinamente. Baekhyun se sujetó a la barandilla con ambas manos. Otras piedras y más cemento flojo cayeron del puente.
En medio del puente que se sacudía y hundía, Baekhyun estaba indefensa.
Miró a su alrededor con horror, vio que todo se estaba derrumbando, y empezó a correr para llegar al otro extremo.
Demasiado tarde. Las tablas putrefactas chillaron y crujieron al romperse bajo él. El vil limo burbujeó sobre los bordes del entablillado delante de él.
Baekhyun saltó hacia una rama que sobresalía de un árbol deshojado y medio seco ubicado al lado del puente y se las ingenió para lograr posar ambas manos en él. Aún balanceándose, bajó la mirada hasta la espumosa superficie que burbujeaba bajo sus pies, y los restos del puente que flotaban en la ciénaga. Gimió ante la idea de mancharse y apestar para siempre.
Con cada oscilación oía cómo la rama se desgarraba de su tronco.
—¡Auxilio! —gritó lastimosamente—. ¡Ludo! ¡Namjoon! ¡Sir Didymus! ¡Auxilio! ¡Hagan algo!
Sir Didymus estaba paralizado. Su puente había sido borrado del paisaje.
Le llevó un rato acostumbrarse a la nueva visión, y un poco más aceptar que el papel que había desempeñado siempre tan devotamente había sido suprimido. Entonces, recordó que acababa de comprometerse con la búsqueda de estas personas.
—No os preocupéis, bello señorito —dijo en voz alta a Baekhyun—. Os rescataré. —Buscó vertiginosamente con la mirada algo que le ayudara—. De alguna manera —señaló, alentadoramente.
Baekhyun, balanceó los pies, al oír que la rama se partía, y balbuceó algo como:
—¡Auxilio!
Sir Didymus extendió su báculo hacia Baekhyun. Tendiendo un puente de aproximadamente la treintava parte del trecho entre ellos.
—¡Aquí! —gritó él.
Namjoon, en la otra orilla, sólo cerró los ojos.
Ludo se sentó sobre sus ancas, echó la cabeza hacia atrás, abrió su enorme boca y gritó diez veces más fuerte que cuando los demonios lo habían atormentado.
Sir Didymus se quedó con la boca abierta ante el sorprendente aullido.
—¡Por las barbas del profeta! —exclamó—. ¿Estaré oyendo bien?
Baekhyun sintió que la rama empezaba a caer y gritó, pero ninguno de ellos podría escucharla debido al rugido de Ludo, que hacía temblar la tierra.
Sir Didymus estaba consternado.
—¡Sir Ludo, camarada mío! —dijo con reproche—. ¿Acaso no sois vos el valeroso caballero con el que acabo de luchar? No podéis sentaros y sólo aullar cuando vuestro señorito necesita de nuestra ayuda más galante.
—ARRRRRRGGGGGGGHH —continuó Ludo.
En ese instante los pies de Baekhyun zigzagueaban a apenas unas cuantas pulgadas sobre el limo color caqui. Dobló las rodillas a fin de posponer el terrible momento del contacto, pero podía sentir cómo por fin se desgarraban las últimas fibras de la rama.
En el extremo más alejado de la ciénaga, se podía oír un ruido ensordecedor, aumentando cada vez más a medida que se aproximaba.
Una enorme roca rodaba por sí misma sobre el suelo. Namjoon, oyó el ruido detrás de él, tuvo que saltar para salir de su paso. La piedra rodante lo dejó atrás, se deslizó suavemente en el interior la ciénaga, y fue a posarse, rompiendo su superficie, justamente bajo los pies de Baekhyun. Justo cuando llegó, la rama del árbol se rompió. Baekhyun aterrizó en la firme roca, se encaramó a él y se hizo un ovillo. Yació allí sollozando de alivio, pero muy cerca de la asfixia por el horrible hedor que ahora estaba a tan sólo unas pulgadas de su nariz.
Editado: 14.04.2022