Una Época de Su Vida
Baekhyun despertó en ninguna parte. Abrió los ojos y levantándolos vio un cielo ensombrecido, la tierra desnuda a su alrededor estaba severamente ahuecada, como las fotografías que había visto de la luna. Por lo que sabía, quizás estaba en la luna.
Había estado en un baile, eso era todo lo que podía recordar. Dónde estaba, cómo había llegado allí y por qué… no lo recordaba; sólo el baile.
Cerró los ojos ante el recuerdo de Chanyeol, sonrojándose de vergüenza debido a cómo había sucumbido a su encanto. Se sentía manchado por lo que había sucedido en el salón de baile. De alguna manera, había sido su error. Ese hombre, Chanyeol, que lo había toqueteado, que tan groseramente había intentado robarle un beso… si él en verdad hubiera sido inocente, él no se habría comportado como lo había hecho, ¿o sí?
—¿Quién era yo? —preguntó en voz alta. Se incorporó y miró a su alrededor.
Lo que vio fue un paisaje completamente desolado, un desierto cuya única característica eran montículos y desechos de chatarra. La cara de Baekhyun palideció de desesperación. No había nada allí, nada. Nadie a la vista. Era un lugar donde pronto te olvidarías de tu propio nombre.
Con un esfuerzo, se puso de pie. Al primer paso que dio aterrizó en una pequeña pila de trapos. Repentinamente los trapos se movieron bajo sus pies.
Él saltó hacia atrás.
—¡Eh! —Dijo la voz de una vieja mujer—. ¡Estás sobre mi espalda!
—Lo siento —se disculpó Baekhyun instintivamente sin saber quién o a qué hablaba.
Una parte de los trapos se levantó. Baekhyun vio que en realidad era una pila de chatarra, apilada en la espalda de una pequeña anciana demonio. Al mismo tiempo emergieron ante él otros montículos de basura que eran en realidad (si algo aquí podía considerarse realidad) espaldas de gente, que se movían muy lentamente a través del paisaje lunar. Divisó no muy lejos, la colorida silla del salón de baile, en la cima de una pila que alguien había recogido.
El arrugado rostro de la mujer chatarra lo miraba fijamente desde debajo de su carga de doblados y estropeados objetos de metal, ropas desechadas, vajillas desportilladas y muebles rotos que llevaba a cuestas.
—¿Por qué no miras por dónde andas, muchacho?
—Estaba mirando —contestó Baekhyun, levemente agraviado.
—¿Así que adónde te diriges?
—Oh… er… bien, no puedo recordarlo.
La mujer chatarra olisqueó.
—No puedes mirar por dónde vas si no sabes adónde te diriges.
Baekhyun pensó que podría discutir la cuestión, pero decidió que la cortesía le serviría mejor. Miró alrededor y dijo:
—Quiero decir, buscaba algo.
La mujer chatarra se rió entre dientes, suavizándose.
—Bien, por supuesto que lo hacías, querido. ¿Acaso no buscamos algo todos? Pero antes tenemos que mantener los ojos bien abiertos, si es que vamos a encontrar alguna cosa. Ahora bien, yo he encontrado algunas cosas buenas. —Y miró hacia arriba, señalando a la carga de chatarra apilada en su espalda.
Baekhyun miró con dificultad a los desperdicios que la mujer llevaba, sintiéndose curiosamente interesado en ellos.
—¡Por qué —exclamó— tiene tanta!
La mujer chatarra gruñó con satisfacción.
—Tiene una lata de galletas —observó Baekhyun—, y un colador, y algunos trozos de vela…
—Oh, sí. —Asintió la mujer chatarra—. Es difícil encontrar cosas de calidad como éstas hoy en día.
—Ya lo creo que debe ser así. —Baekhyun observó más allá de la anciana.
De vez en cuando una pila de chatarra surgía en la espalda de alguien que deambulaba intentando recoger algo más. Todos se dirigían, en desorden, en la misma dirección, como si fueran hacia su hogar al finalizar el día.
—Pero no te preocupes, querido. —La mujer chatarra ahora se había convertido en una especie de abuela para él—. Te regalaré algunas cosas para que empieces a coleccionarlas. ¿Qué te parece?
—Oh —dijo Baekhyun insegura—, gracias.
La mujer chatarra empezó a caminar penosamente en la misma dirección que los otros.
Baekhyun caminó a su lado. Mientras lo hacía, la vieja mujer hurgaba con una mano entre la pila de chatarra a sus espaldas, buscando algo.
Baekhyun la observó ansiosamente, temiendo que toda la carga se viniera abajo esparciéndose a su alrededor si sacaba un artículo.
Finalmente la mujer chatarra dijo:
—Ah —y extrajo lo que deseaba.
Se lo dio a Baekhyun.
Era Teolaegi.
Baekhyun tragó y sonrió con alegría infantil.
—¡Teolaegi! —lloriqueó, abrazándolo—. Gracias —dijo a la mujer chatarra—, gracias. —Era como si fuera otra vez el pequeño niño que recibía de su padre el perrito de peluche.
—¿Es lo que buscabas, no es así? —preguntó la vieja mujer, amablemente.
Baekhyun asintió con impaciencia, abrazando a Teolaegi.
—Sí. Lo había olvidado. —Suspiró y le dio un beso al perrito de peluche.
—Entonces —dijo la mujer chatarra—, ¿por qué no entras ahí y ves si hay alguna otra cosa que te guste? —Señaló a una especie de tienda a la que se dirigían, tan descolorida como el resto de lo que los rodeaba. La mujer se agachó y tiró de un alerón de la tienda.
Editado: 14.04.2022