Pasaron algunos días, con tanto trabajo en la universidad me olvidaba por algunos momentos de aquella noche, trataba de seguir avanzando con mi vida poco a poco. Después de muchos meses mis noches habían recobrado su tranquilidad y las pesadillas se habían ido misteriosamente.
Pasadas unas semanas, decidí dejar el tema en paz y no volver a hacer preguntas, después de todo, el tema que me consternaba se había ido y ya no era un problema nocturno, después de relajarme me senté frente al ordenador y me dispuse a terminar parte de un trabajo que tenía pendiente.
La habitación estaba a penas alumbrada por la luz de la ventana y la pantalla, disfrutaba del silencio y de la privacidad que me permitía tener el trabajo de mi padre. Solo se escuchaba el sonido de las teclas presionadas bajo mis dedos a ritmo. De pronto la luz que entraba por la ventana, que se encontraba abierta, fue interrumpida por algo, mejor dicho por alguien.
Giré la mirada, pero no logre ver nada, creí que solo era mi imaginación hasta que escuche su rasposa voz.
-¿Me has extrañado Emma?- casi pude escuchar como sonreía.
-¿Dónde estás?- caminé hasta la ventana para poder verlo por fin, pero no había absolutamente nada.
-Eres curiosa, lo reconozco, pero no quiero que me veas, es mejor así.
-¿Así como? ¿De qué hablas?- estaba muy confundida.
-Sigue tu tarea, solo quería que recordaras que aquí estoy.- sentí que volvería a irse así que decidí preguntarle lo que había querido.
-¿Quién eres? ¿Por qué me sigues?- esta vez estaba más tranquila pero aun así necesitaba respuestas.
-Ya te he dicho mi nombre, en cuanto a los motivos, ya te dije que no tienes nada que temer, no soy un acosador ni siquiera me interesas del modo que crees, es algo complejo de entender para una humana como tú. Si eso es todo, tengo que irme, solo quería ver como estabas.
Y volvió a irse. Dejándome una vez más llena de dudas.
Después de tratar de despejarme con el trabajo, me fui a dormir, o eso trate. Estaba esperando su regreso para conseguir otras respuestas. Fingí estar dormida una vez más pensando que funcionaría.
-Eres pésima fingiendo, ¿Lo sabes?- de nuevo su sombra ocupo la luz en la ventana, pero sin dejarme verlo.
-¿Cómo sabías que estaba fingiendo?- abrí los ojos rindiéndome a él.
-¿Crees que puedes mentirle a quien te mira dormir todos los días?- un escalofrío me recorrió toda la espalda.
-Necesito respuestas.- traté de levantarme de la cama.
-No, no te levantes. Quédate ahí y yo me quedaré aquí, solo si quieres tus respuestas.- volví a sentarme sobre el colchón y abracé mis piernas.
-¿Responderás a mis preguntas ahora si?
-Tal vez lo intentaré, pero no prometo que estarás satisfecha con mis respuestas.
-Investigué sobre ti...sobre tu nombre, es un origen interesante, ¿Tus padres te han dicho por qué decidieron nombrarte así?- tragué saliva y seguí mirando la sombra.
-Yo no tengo padres, Emma.- se burló pero seguía siendo serio.
-Entiendo, yo solo tengo a mi padre, pero eso ya lo debes de saber tú.- mi tono era melancólico pero agradecía tenerlo a él al menos.
-Acertaste, ya lo sabía, aunque siempre me pregunté por qué solo eran ustedes dos.
-Es algo personal, además es tu turno de responder a mis preguntas, no yo a las tuyas.- evitaba el tema lo más posible, odiaba hablar de eso porque incluso yo jamás llegué a entenderlo.
-Te propongo un trato, tú me hablas de lo que ocurrió y yo te explico porqué estoy aquí.
Lo pensé un momento, de pronto el aire frío de la ventana se coló haciéndome temblar. La sombra dió un paso adentro pero se mantuvo oculto todo el tiempo, solo cerró la ventana en silencio y espero a que empezara a contar.
-Te resumiré la historia.- me aclaré la garganta y tomé un largo suspiro.- Mis padres se conocieron un verano, él era la persona más solitaria que había y ella, no la conocí pero por lo que sé, era todo lo contrario. Por alguna razón sus caminos simplemente se cruzaron, ella llegó a cambiarle la vida por completo, estaban tan enamorados que al cabo de unos meses se embarazó y decidieron huir juntos, lo más lejos que pudieran, nací yo y su plan de huir se estancó. Supongo que se dieron cuenta que la vida era más complicada que el amor adolescente, así que en mi cumpleaños tercero, me organizaron juntos una gran fiesta, nos tomaron una foto, y al final del día ella simplemente se marchó a cumplir su sueño. Y nos dejó como sí solo fuéramos estorbos en su vida. Solo se fue y desapareció del rastro. Mi papá la esperó por muchos años, incluso me contaba sus historias, lo que habían pasado juntos. Él tenía la esperanza de verla volver, pero jamás ocurrió, y el decidió aislarse de todo de nuevo.- bajé la mirada y limpié las lágrimas que había derramado.
-Lo siento, no puedo decirte lo que quieres, lo siento Emma, adiós.- las palabras se atropellaban unas a otras mientras las decía.
-Espera, pero hicimos un trato.- me levanté de la cama y caminé hasta él.
Solo podía percibir una sombra pero me parecía injusta su falta de cooperación después de lo que yo le había confesado, después de que le había contado lo que nadie nunca antes.
-Emma, vuelve a tu lado.- se notaba desagrado y enojo en su voz.
-No hasta que me cumplas.- di otro paso dispuesta a tocarlo.
-Emma.- dijo mi nombre con aun más enojo.
-No, me has dejado con estas dudas por meses, ¿Sabes lo que ha sido vivir así para mí? ¡Solo quiero respuestas!- me exalté y me acerqué más dispuesta a descubrirlo.
En un solo segundo yo había sido arrojada a mi cama, y la ventana se había abierto estruendosamente, la sombra se había ido de nuevo. Me levanté con fastidio por el gesto grosero de arrojarme, y me asomé por la ventana. No había nada y la cerré de golpe.
Giré y miré al reloj digital sobre la mesa de noche, eran las cuatro de la madrugada y de nuevo, gracias a él, mis horas de sueño se habían arruinado. Me dispuse a dormir lo que me quedaba d tiempo y lo logré fácilmente, después de todo, no era tan sencillo y ameno convivir con él.