Capítulo 9

Ambos se acercaron a mí, y con muchísimo cuidado me cargaron para bajar del acolchonado y sentarme en un sofá color café que ahora estaba en lugar de la silla donde me habían amarrado la primera vez que estuve ahí. Dantalion se sentó en una silla frente a mí, con una cierta cara de preocupación.

-Linda, creo que sería mejor usar la puerta de entrada.- me miró y los dos a mis espaldas soltaron unas pequeñas risas hasta que él los reprendió con la mirada.

-Eso trataba de encontrar.- dije con algunos quejidos.

-Debemos mostrarte supongo.- miró de muevo a los otros dos frunciéndoles el ceño y negando con la cabeza como desaprobación.

-¿Y qué fue todo eso?- volteé hacía donde había caído.

-Yo te explico, otros demonios comúnmente cazan a los humanos para alimentarse, pero nosotros preferimos buscar... alternativas un poco menos peligrosas. Además, nos gusta experimentar aunque Dantalion dice que no debemos jugar con la comida.- sonrió Foras, ¿O Forneus? Mientras yo los miraba con algo de miedo.

-No la asusten más, vayan a hacer sus tareas y traigan algo de sauce blanco y enebro para ella.- ordenó y me sonrió.- Ya verás que una infusión y estarás como si nada hubiera pasado.

Pasaron algunos minutos mientras todos hacían sus cosas, yo tenía en las manos una taza de color negro con un té de sabor muy amargo que estaba dudando en beber. Aun a pesar de las cosas maravillosas del sauce que me había dicho Dantalion. Comencé a desesperarme un poco cuando no ocurría nada, así que comencé a jugar con lo que traía colgado en mi cuello, entonces recordé que no me pertenecía y me lo saqué con una mano para entregárselo.

-Creo que esto te pertenece.- se lo mostré y él volvió a sentarse frente a mí.

-Trabajaré para hacer el tuyo, pero pienso que sería más efectivo algo que tenga significado para ti, algo que te genere un vínculo real de protección, ¿Me explico? Por ahora prefiero que estés protegida, así que consérvalo.- me lo devolvió.

-En realidad, creo que ya sé que podría funcionar.- metí la mano a la bolsa de la chaqueta y saqué un reloj que pertenecía a mi padre.

No me di cuenta durante cuando tiempo me quedé mirándolo sobre mi palma, pero mi rostro ya estaba lleno de lágrimas. Inmediatamente, me avergoncé porque aquel trio de extraños me vieran así de vulnerable. Dantalion se acercó a mí y quitó la taza de mis manos para ponerla en la pequeña mesa a un lado del sofá, después volvió a sujetarme las manos y sonrió con compasión.

-Será este, ¿Estás de acuerdo con que le haga algunas modificaciones?- me miró expectante. Yo solo logré asentir y limpiarme con la manga las lágrimas.- ¿Quieres hablar sobre eso? Presiento que no tienes mucha gente con quien desahogarte, y yo soy de confianza.

En parte tenía mucha razón, no había nadie con quien pudiera sacar todo lo que me estaba consumiendo, ni siquiera había tenido oportunidad de encontrar lo que quería al buscar a Dantalion. Probablemente no era la persona más confiable, pero era todo lo que tenía por el momento y estaba muy agradecida con su compasión y delicadeza al tema.

-¿Tú lo sabías?- logré decir.

-No, bueno, Leviatán pasó hace unas horas conmigo antes de que llegaras. Me pidió que te protegiera ante todo y que te explicara las cosas. Y después solo se marchó.- su mirada me decía que no mentía en lo absoluto, y yo no sabía porque, pero le creía.

-La policía dice que fue un accidente de auto mientras venia de vuelta a casa por fin, pero yo sé que no fue así, sé que fue uno de los suyos que trataba de llegar a mí. Así que todo esto es mi culpa, él estaría vivo si me hubiera capturado a mi como querían.- dije entre sollozos muy sonoros.

-Linda, debes entender que tú eres mucho más especial de lo que piensas, espero pronto poder mostrártelo, cuando estés lista.- me tendió un pañuelo de tela a juego con el pantalón que estaba usando.

-Leviatán lo sabía todo, y no lo ayudó. Él sabía todo lo que significaba para mí, era todo lo que tenía en este mundo, y ahora estoy sola.- el coraje se apoderó un momento de mi por encima de la tristeza.

-Leviatán te protegería a ti por sobre todas las cosas, porque hizo un juramento aquí mismo, pero estoy de acuerdo contigo que protegerte también implicaba ayudar a todos los que te importaban.- se levantó y tomó el reloj de mis manos.

-No me importaba nadie, solo él.- y entonces terminé de romperme completamente, todo el sentimiento que había acumulado dentro de mi estalló como una bomba.

Foras y Forneus entraron preocupados, mientras Dantalion me miraba con nostalgia, los se acercaron a mí y un poco temerosos me dieron un abrazo tratando de no tocarme, como si fuera a molestarme. Pero no me incomodaba en lo absoluto, no estaba segura de sí los demonios eran capaces de tener algún sentimiento como los mortales, pero al parecer eran capaces de sentir algo de empatía, tal vez mucha más que muchos humanos que conocía.

Logré calmarme y ellos me soltaron, Dantalion estaba parado frente a nosotros, mirando la escena algo conmovido. Ellos era como sus hijos pequeños, como sus protegidos, suponía que por eso les tenía cierto apreció aunque los regañara mucho.

-Sé que este lugar no es mucho, pero puedes quedarte con nosotros si así lo deseas. Al menos tendrás compañía y puedes aprender muchas cosas.- dijo Dantalion mirándonos a los tres.

-En realidad, preferiría venir de visita solamente. Mi casa está llena de recuerdos que no quiero desechar, pero gracias por la oferta, lo pensaré.- sonreí y limpié de nuevo las lágrimas con el pañuelo.

-Y bien, ¿Para que querías encontrarnos antes de caer en la trampa?- cambió de tema y se sentó esta vez a mi lado en el sofá, mientras los estaban parados detrás.

-Tú sabes muchas cosas, y quiero que me ayudes... ¿Sabes cómo traer a la vida a alguien?- solté causando su cara de sorpresa.

-Bien, me halaga que creas que lo sé pero mi conocimiento acerca de eso es muy limitado. Lo siento.- hizo una pequeña mueca resaltando las pequeñas arrugas que se comenzaban a marcar.