Al día siguiente, Syn se despertó y vio que Silas ya se había levantado como de costumbre. Para su sorpresa, esa noche no había tenido pesadillas a diferencia de los tres días anteriores. Eso la hacía sentirse más animada. A los pocos minutos, después de cambiarse, se dirigió a la sala, donde Silas se encontraba mirando la televisión. Él escuchó los suaves pasos de la niña acercándose y se volvió en seguida en su dirección.
—¿Dormiste bien? —le preguntó.
—No tuve pesadillas —respondió ella con una sonrisa, luego estornudó —Ay, lo siento.
—Es por la lluvia de ayer —aseguró Silas —Te prepararé algo para que mejores pronto —añadió.
—No es necesario, estaré bien —ella estornudó de nuevo.
—Claro —él entornó la mirada y se levantó del sillón frente a la televisión —Siéntate y espera. Buck vendrá mañana por ti, así que tienes que mejorar.
—Pero... seguiré viéndote, ¿verdad? —la niña preguntó.
—Somos socios, hacemos negocios constantemente. Me verás por ahí muy seguido.
—¿Y seguirás contándome historias?
—Hmm, alguna vez lo haré.
Syn sonrió y se sentó en el sillón en cuanto él se levantó para prepararle una bebida que le ayudaría con la gripa. La niña esperó pacientemente a que él regresara.
—Ten, bébelo —Silas le entregó una bebida transparente que se veía como agua.
Ella la probó cuidadosamente y para su sorpresa, sabía muy bien.
—Sabe bueno —dijo saboreándose —¿Cómo es que sabes tanto de remedios?
—Mi trabajo es peligroso. Y por más que quisiera, no tengo tus habilidades para sanar tan rápido.
—¿Por eso tienes todas esas cicatrices?
—Haces muchas preguntas, ¿lo sabías?
—Lo siento... solo... era curiosidad.
—Está bien, no te estoy reclamando.
—¿Entonces, cómo obtuviste esas cicatrices? —la niña volvió a preguntar intrigada.
—Son de todas las veces que han intentado matarme. Tal vez algún día te cuente como me deshice de ellos —Silas respondió.
La niña se mostró emocionada ante la idea de escuchar más historias y anécdotas de él, aunque fueran un poco sangrientas, ya se estaba acostumbrando a eso.
—¡Mira! —exclamó de repente, señalando la televisión —Es mi película favorita. Se llama Luna Llena.
—¿De qué trata? —inquirió Silas.
—Es de un lobo que se separa de su manada en la nieve y tiene que seguir a la luna para encontrar de nuevo a su familia —Syn explicó —¡Vela conmigo! —añadió suplicando con la mirada.
—Está bien. Pero tómate el desayuno —él se dejó caer en el sillón al lado de la pequeña, quien se terminó la bebida y empezó a comer mientras veía atentamente la película.
Silas miraba a la niña constantemente. Ella estaba muy interesada en la película, tanto que parecía que sus problemas se desvanecían. Él no estaba acostumbrado a ese tipo de películas, sin embargo, ver a la niña disfrutar, aunque fuera solamente un par de horas, le despertaba un sentimiento inexplicable de paz, cosa que pocas veces llegaba a sentir por su complicado estilo de vida. Syn, por su parte, no paraba de explicarle lo que iba sucediendo, aunque él lo entendiera perfectamente.
—Esa es Kira, es su hermana menor —decía —Ella es como una especie de... hmm... bueno... tiene una conexión con la luna, y a través de ella se comunica con su hermano.
—Te gustan los lobos, ¿cierto?
—¡Me encantan! Aunque mi mamá decía que son animales salvajes y peligrosos, pero yo creo que son tiernos. Tu eres un lobo.
—¿Dices que soy... tierno?
—Cuando quieres. Como lo eres conmigo.
Silas frunció el ceño. Era la primera vez que alguien le decía eso, pero viniendo de Syn, no le molestaba, simplemente era extraño. Syn terminó rápido su desayuno y para cuando la película iba cerca de la mitad, se fue acercando poco a poco a Silas hasta que estuvieron prácticamente hombro con hombro. Al darse cuenta de esto, Silas dejó que lo hiciera, notaba que la niña necesitaba cariño y atención, pues, aunque ya tenía doce años seguía siendo muy joven y no estaba acostumbrada a estar sola.
Syn se emocionaba mucho conforme avanzaba la película, a lo que Silas sonreía de vez en cuando. Ella estaba feliz de estuvieran viendo su película favorita juntos. La última vez que la había visto había sido con su madre en una noche lluviosa y fría de invierno. Ahora, tenía a Silas como una figura paterna.
—Esta es mi parte favorita —la niña habló de nuevo casi al terminar la película —Mira, mira —señaló la escena del lobo principal reuniéndose con su hermana y el resto de la manada.
Después de eso, la última escena era una toma cercana de la luna brillando con su luz plateada sobre la manada de lobos que cruzaba la montaña nevada.
—Ojalá mi mamá regresara también —la voz de la niña cambió a un tono nostálgico.
Silas volteó a verla.
—Quisiera verla de nuevo. La última vez que la vi... —Syn se detuvo y se quedó pensando unos momentos, la escena del depredador devorando el cuerpo de su madre regresó a su mente —Silas... tú... ¿extrañas a tus padres?
Él no supo que contestar, no era algo en lo que pensara con frecuencia, toda su vida había estado solo, vagando en un mundo oscuro y donde solamente los más fuertes sobrevivían. Había tenido que aprender a vivir con eso.
—Yo... trato de no pensar en eso. No tengo memoria de ellos.
—Supongo que eso es bueno. Así sus recuerdos no te lastiman.
La voz de la niña se escuchó tan triste que casi podría romperle el corazón a cualquiera. Realmente extrañaba a su madre, la había visto morir de una manera grotesca y muy impresionante para una niña de doces años que estaba obligada a vivir en un mundo donde no existía la empatía y la comprensión. Ella estaba devastada. Daría tanto por ver a su madre una vez más y agradecerle por todo lo que había hecho por ella, y prometerle que no se daría por vencida, que seguiría adelante sin importar que.
—Silas... —enunció con una voz un poco más ecuánime —¿Qué harías si pudieras verlos una única vez? ¿Qué les dirías?