Depredador

7: Nada dura para siempre

Seis meses después...

—Vamos, vamos —Syn dijo para sí misma —Golpea más fuerte.

Ella se encontraba en el gimnasio del sótano de la casa, golpeando una y otra vez un saco de boxeo. Estaba cansada, sudando, con el cabello agarrado en una coleta. Sus nudillos le dolían e incluso habían comenzado a sangrar un poco, pero estaba decidida a entrenar. Le había pedido a Buck que le enseñara a pelear, pero este se había negado. Pensaba ella que podría ser por influencia de Silas, ya que era quien deseaba que no se adentrara demasiado en su modo de vida. Sin embargo, Syn no era una chica que se confirmara con una respuesta negativa, así que cuando Buck estaba fuera, aprovechaba para ir a entrenar.

Un golpe tras otro, sus puños impactaban contra el saco de boxeo. Su respiración estaba agitada pero ella no se detenía. Su cansancio era poco comparado con su determinación. Con sus pies bien plantados en el suelo y su mirada clavada al frente, la chica continuó hasta que ya no pudo.

—Agh... detesto esto. Jamás sanan —se dijo mirándose los puños sangrados.

—Y jamás sanarán si no te los proteges —una voz masculina irrumpió en el lugar.

—¿Silas? —ella frunció el ceño —¿Qué haces aquí? —preguntó después.

—Buck me pidió que pasara a echarte un ojo ya que andaba por el rumbo. Regresará hasta la noche —respondió el joven.

—¿Así que también trabajas de niñera? —bromeó Syn.

—Muy graciosa, ¿eh? Solo quiere estar seguro de que no te metas en problemas —Silas se acercó a ella.

—Tengo trece años, ya no soy una niña —repuso ella.

Silas se rio un poco y se paró frente a ella. Syn tuvo que alzar la cabeza para poder encontrarse con su mirada, era mucho más alto que ella.

—Te falta crecer —Silas señaló y ella cruzó los brazos disgustada por el comentario —Ven acá, te curaré eso.

—Puedo hacerlo yo sola.

—Hmm, como digas.

La chica se dio la vuelta y caminó hacia una caja de primeros auxilios, donde había vendas que podía utilizar. Silas la observó vendarse las manos como podía, se notaba que era bastante inexperta. Entornó los ojos y le quitó la venda.

—¡Oye! —espetó Syn.

—¿No te dijo Buck que no quería que pelearas? —inquirió Silas mientras volvía a hacerle el vendaje correctamente.

—Si, lo hizo, pero yo quiero aprender a pelear —se quejó ella —No entiendo porque no quiere enseñarme.

—Él teme que, si aprendes a pelear, irás a buscar más problemas.

—¡Ay, por favor! Quiero aprender lo que tú haces. ¿No puedes enseñarme?

—Muchas veces he desobedecido a Buck, pero no puedo hacerlo cuando se trata de ti. Eres como su hija, lo único que quiere es protegerte.

—Vamos, Silas, solo un poco. Al menos enséñame a defenderme.

—Buck accederá eventualmente.

—Por favor, Silas, por favor. ¿Puedes?

Silas soltó un suspiro. Luego miró a la chica, tenía ese particular brillo en sus ojos que siempre aparecía cuando deseaba algo con ansias.

—Bien, lo haré —accedió por fin —Pero solo defensa, ¿entendiste? Solo defensa.

—Claro, solo defensa —ella repitió sus palabras.

Silas terminó de vendarle las manos, pasando las blancas vendas entre sus dedos y alrededor de sus muñecas.

—Bien —él se colocó al centro del salón —Siempre coloca tus brazos frente a tu cara.

—¿Así?

—No, más abajo o dejarás desprotegido tu torso. Ahora, siempre una pierna delante de la otra. Nivela tu peso al centro.

—¿Así está bien?

—Perfecto. Voy a golpear y tú debes intentar bloquearme, ¿entiendes? Tranquila, no golpearé fuerte.

—Estoy lista —ella se preparó en la posición que él le había indicado.

—Preparada... uno... dos... —Silas dio un paso adelante y lanzó su puño.

Syn se cubrió rápidamente poniendo su antebrazo delante de ella, logrando detener el golpe.

—Bien hecho. De nuevo.

Una segunda vez, Silas lanzó su puño en dirección a la chica. Ella volvió a poner el brazo en la misma posición.

—Mantén el brazo firme. De nuevo.

Repitieron lo mismo una y otra vez, él atacando y ella bloqueando. Así pasaron el resto del rato antes de que Buck regresara. Silas le enseñó distintas maneras de bloquear un ataque, aunque todavía faltaba practicar. Ella no tenía nada de experiencia en eso, pero Silas estaba seguro de que con el tiempo lo lograría dominar, era una chica que aprendía rápido. Para cuando Buck llegó los dos se encontraban en la sala principal frente a la televisión.

—¿Todo en orden? —preguntó al entrar.

Los dos asintieron.

—¿Qué es eso? —añadió el hombre al notar las vendas en las manos de la niña.

—Me puse a entrenar un rato y...

—Quise pegarle al saco de boxeo, pero me raspé. Silas lo hace muy bien.

—Hmm —Buck hizo una mueca, pero al final creyó en lo que decían —No hagas imprudencias, Syn.

—No lo haré —aseguró ella mirando de reojo a Silas, quien mantenía su típica expresión seria.

—Ve a cambiarte para dormir, es tarde —le indicó Buck con una sonrisa cariñosa.

Syn se levantó del sillón y se retiró subiendo por las escaleras. Silas también se levantó, ya era hora de que se fuera.

—Espera, Silas —Buck interrumpió —¿Qué hicieron mientras no estuve? —inquirió.

—Nada, fui a entrenar, Syn estuvo conmigo y luego quiso ver su programa favorito —el joven explicó como si nada raro hubiera pasado.

—No le estás enseñando a pelear, ¿verdad? —Buck cruzó los brazos.

—No, solo le enseñé un poco a defenderse.

—Ya hablamos de esto, Silas.

—Si algo te pasa a ti o mí, al menos tiene que saber algo.

—Sabes cómo es ella. Tratará de ser la heroína cuando tenga la oportunidad.

—Solo le estoy enseñando a defenderse. ¿Qué pasa si algún día está en peligro? No siempre podremos estar ahí.

—Ay, Silas. ¿Qué voy a hacer con ustedes los jóvenes? —Buck se frotó el entrecejo.

—Hmm, deja que le enseñe a defenderse. Aprenderá a ser prudente y no meterse en líos, pero mientras más le prohíbas algo, con más razón intentará hacerlo —señaló el chico.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.