Depredador

10: El regreso del dolor

—¿Qué está pasando, Silas? Me estás preocupando —dijo Dara.
Silas no sabía por dónde empezar, habían pasado tantas cosas en el último año y medio. Aunque había visto constantemente a sus compañeros de Nixstrike, no les había contado sobre la niña y tampoco sobre la muerte de Buck. Su mente estaba muy saturada y quería contarles todo, sin embargo, había cosas que no podía mencionar.
—¿Tiene que ver con Syn? ¿Vas a contarnos cómo es que te encontraste con ella? —cuestionó Viktor.
—Cállate, no lo presiones —Zed le dio un codazo.
—Lo haré —interrumpió Silas.
Los otros cuatro miraron a su líder expectantes, curiosos por saber lo que Silas tenía que decirles.
—Fue la noche de la matanza, cuando los depredadores atacaron y destruyeron todo —empezó este —La encontré huyendo de los depredadores, escondiéndose. Estaba asustada y sola. No sé qué pasó, pero no podía simplemente dejarla ahí. Su madre fue asesinada frente a ella por un depredador cuando tenía solo doce años.
—¿Entonces ha estado contigo todo este tiempo? ¿Por qué no nos dijiste nada? —preguntó Dara.
—Ella es... diferente... quería protegerla. Pero al tratar de esconderla creo que la he puesto en mayor riesgo. Es por eso que la dejé unirse a nosotros. Así la protegeré mejor...
—¿Protegerla de qué? —habló Zed —Es decir, sé que el Bajo Distrito se ha vuelto más peligroso en los últimos años, pero hablas como su hubiera algo en ella que tuvieras que esconder.
Silas se quedó en silencio unos momentos. No sabía que responder. ¿Debía decirles acerca de su inmunidad? ¿Y si ella no estaba de acuerdo?
—No puedo decirles todo ahora, pero la situación en el Bajo Distrito empeora cada día más.
—¿Qué quieres decir? —inquirió Viktor.
Él suspiró.
—¿Recuerdan lo que me ayudaron a investigar sobre OTHER y el elixir? Cada vez hay más ataques de depredadores en el distrito... y una de las víctimas fue Buck.
Todos se quedaron con la boca abierta. No podían creer lo que acababan de escuchar.
—Buck está muerto —confirmó Silas —Y de hecho él es quien estaba cuidando a Syn.
—¿Ella tuvo algo que ver? —la chica rubia preguntó.
—Si... ella... está más involucrada en todo esto de lo que creen. Voy a necesitar que me ayuden a protegerla a toda costa. Hay muchos que podrían estarla buscando —Silas paseó su mirada por todos los presentes.
—¿Por qué no nos dices que es lo que sucede con ella? —instó Zed.
—Se los diré, pero no pueden hablar de esto o les aseguro que me vengaré, ¿entienden? Syn es mi prioridad. Ni siquiera se lo digan al resto de los chicos.
Todos asintieron y esperaron a que Silas continuara.
—Ella es inmune a los depredadores.
—¿Inmune? ¿Qué quieres decir con eso? —Xander frunció el ceño.
—¿Inmune a los depredadores? —repitió Viktor.
—No puede transformarse. Hay muchas personas que podrían quererla para encontrar una cura o experimentar con su habilidad. Y tengo algunas sospechas... —Silas explicó —Pero deben jurarme que no van a hablar sobre esto fuera de aquí. Espero que Syn no se moleste de que les haya dicho esto.
—Es una buena niña. Entenderá porque lo has hecho —aseguró Dara como siempre con ternura.
—Bien, entonces váyanse a descansar. Nos vemos mañana.
Dicho esto Silas se levantó y se retiró. Instintivamente y sin darse cuenta de ello, se dirigió a la recámara donde se encontraba Syn. Abrió la puerta para asegurarse de que estaba bien. La niña se encontraba recostada con sus ojos cerrados, sumida en un profundo sueño. Su expresión era neutra, serena. Probablemente estaba soñando algo, pero no eran pesadillas. Le dolía verla sufrir en sueños. Cuando cerró de nuevo la puerta para dejarla descansar, se encontró con que Dara lo había seguido. En la oscuridad, sus hermosos ojos de esmeralda brillaban.
—Te preocupas mucho por ella —dijo en voz baja para no despertar a la niña.
—Por supuesto que lo hago, corre peligro —respondió él mientras empezaba a alejarse de la habitación.
—Ella te cambió, Silas —Dara se colocó hombro con hombro con él —Apenas te reconozco.
—No eres la primera que me lo dice.
—Hey, está bien, no siempre tienes que aparentar que no te importan las cosas. Está bien sentir apego. Y no lo digo solo por ella, sé que tenías un fuerte vínculo con Buck.
—¿A dónde quieres llegar? —Silas le lanzó una mirada.
Dara se rio un poco.
—Ay, Silas, a veces eres muy inocente.
Él frunció el ceño y entornó los ojos.
—Siempre te has mostrado muy exigente con todo mundo, incluyéndonos a nosotros. Pero siempre supe que detrás de ese muro que levantaste, había un gran corazón —la rubio siguió hablando con su voz tersa.
—No me gusta la manera en que lo dices.
—Eso es porque sabes que tengo razón.
—No eres muy agradable cuando te pones así —Silas cruzó los brazos y evitó mirarla, incómodo.
Ella rio de nuevo.
—No puedes negarme que desde que conociste a Syn, te has vuelo más sensible. Hace tiempo que es muy evidente, aunque no supiéramos de ella todavía. Cada vez que venías, los chicos decían que tu actitud había cambiado, te volviste más cercano a nosotros. Hace unos meses que ya no te vemos solamente como un líder, también eres nuestro amigo.
Silas se detuvo de repente y se recargó en un barandal que daba al centro de la montaña, que en realidad era un volcán inactivo. La lava podía verse de un brillante color anaranjado mientras salpicaba sin llegar a donde se encontraban ellos. Silas se pasó las manos por el cabello.
—Eso te abruma, ¿no es cierto? No es lo que quieres mostrar —ella le puso la mano sobre el hombro.
—Buck decía lo mismo... —Silas recordó, su mirada perdida en el líquido anaranjado.
—Lo extrañas, ¿no es cierto? Puedo ver tu dolor, aunque no quieras mostrármelo. Deja de reprimirlo, está bien sentirse vulnerable algunas veces, eso es lo que nos hace humanos, nos hace diferentes de los depredadores. Él te cuidó siempre.
—Fue como mi padre, sí.
—Estoy segura de que él se fue feliz, sabiendo lo que Syn significa para ti.
—Murió protegiéndola... y ella se culpa por eso. No quiero que lo haga, no es responsable por las acciones de otras personas.
—Realmente la quieres, ¿no es así?
—Es una niña tratando de sobrevivir en un mundo de caos y sufrimiento.
—No tienes que esconder tu cariño detrás de una excusa sobre el deber.
Silas dejó salir un largo suspiro.
—Realmente no puedo ocultarte nada, ¿verdad?
—Ya me conoces, pueden ver los sentimientos de las personas con facilidad. Considéralo como algo parecido a la inmunidad de Syn.
Ambos se miraron mutuamente. Dara no solo era una chica amable y cariñosa, también sabía decir lo que alguien sentía con solo mirar sus ojos. Ella lo consideraba una habilidad única, suponía que su personalidad tan cálida tenía mucho que ver. Silas la veía como aquella que unía al grupo, su manera de relacionarse hacía que todos se mantuvieran cerca de ella. Era una experta en formar relaciones estrechas. Además de su belleza exterior, también era hermosa en el interior, su corazón se mantenía puro a pesar de atrocidades que sucedías constantemente en el Bajo Distrito, tenía un instinto maternal y una personalidad comprensiva, era capaz de ver lo más hermoso dentro de lo más insignificante, siempre lograba descubrir algo especial en el objeto más común.
Unos momentos después, Silas apartó la mirada y de nuevo sus ojos se clavaron en la lava, salpicando y burbujeando. De su rostro una lágrima cayó hasta mezclarse con la lava. Él mismo se sorprendió al ver esto. Se limpió las otras lágrimas y volteó a ver a Dara, quien lo miraba con cariño y comprensión.
—Esto se queda entre nosotros, ¿de acuerdo? —le dijo.
—Tranquilo, no le diré a nadie que lloraste.
Terminada la conversación Silas pasó de nuevo a ver a Syn. Esta vez, se acercó a ella y se hincó con una rodilla a su lado. La niña empezó a despertarse, entreabriendo sus ojos bicolores.
—Shhh, shhh —susurró él.
Syn volvió a cerrar los ojos, apenas y se había dado cuenta de su presencia. Silas le acomodó las cobijas para que no pasara frío el resto de la noche. Antes de retirarse, le acarició suavemente el cabello a ella, quien sonrió al sentir su roce. Saliendo de la habitación, caminó con pasos lentos hasta llegar a su propia recámara, que se encontraba al final del pasillo. Después de cerrar la puerta, se dejó caer en su cama, mirando perdidamente el techo de roca. Pensó en las palabras de Dara, sabía que tenía razón, aunque una parte de él no quería aceptarlo. Intentando convertirse en alguien fuerte y resistente, había creado un muro de hielo que lo separaba de las demás personas. Pero Syn había empezado a romperlo desde su llegada, después de todo era humano. Al principio estaba confundido sobre lo que Syn había ocasionado dentro de él, pero ahora se lo agradecía y lo que más quería era que fuera feliz. Las lágrimas regresaron a su ojos, su dolor comenzaba a manifestarse. La muerte de Buck había sido un golpe terriblemente duro que había dejado una herida que jamás podría sanar. Era como haber perdido a su padre.
Silas tardó un buen rato en quedarse dormido, por primera vez en mucho tiempo, lloró por la pérdida de alguien cercano, acompañado por la luna que empezaba a aparecer de nuevo. Se quedó dormido sin meterse completamente en la cama, pero afortunadamente esa no era una noche tan fría y el volcán les brindaba algo de calor. Esa noche fue tranquila para todos, y cuando amaneció, Syn fue la primera en despertarse. Estaba muy emocionada por realizar su entrenamiento en la base ese día, como Silas lo había prometido.
—¡Silas! ¡Silas, despierta!
Silas se despertó al darse cuenta de que la niña estaba saltando en la cama y zarandeándolo de un lado a otro.
—¡Silas, despierta! ¡Ya quiero empezar con el entrenamiento! —exclamó ella.
—Ugh, Syn, es muy temprano —él se quejó y se echó una almohada en la cabeza.
Syn se la arrebató de inmediato y se le echó encima, casi sacándole el aire. Ella no dejaba de reírse sin parar.
—Estás más fuerte de lo pensaba —señaló él.
—¡Ja! Y lo seré más, voy a ser la mejor guerrera de Nixstrike. Todos en el Bajo Distrito van a temerme. Vamos, Silas, es hora de entrenar.
La niña dejó a Silas y se levantó para salir de la habitación corriendo. Por su parte Silas se echó de nuevo la almohada en la cabeza.
—Ugh, cinco minutos más —balbuceó.
Al poco rato y por la insistencia de Syn, finalmente decidió levantarse y reunirse con los demás a desayunar. Syn estaba más enérgica de lo normal. Su emoción por empezar a entrenar en la base la hacía correr y saltar por todos lados, recorriendo el lugar en todas direcciones. Su entusiasmo aumento todavía más cuando Silas anuncio que era hora de entrenar. Todos fueron a la sala de entrenamiento, donde había muchos más aparatos que en lugar donde Silas había estado entrenando a la niña.
—Bien, todos a lo suyo —ordenó el líder —Ven, Syn, hoy aprenderás a golpear.
—¿Enserio? ¡Excelente! —exclamó ella.
—Ten, véndate las manos o te lastimarás —le indicó él entregándole unas vendas rojas.
Silas ya le había enseñado como vendarse cuando le había enseñado a defenderse en casa de Buck, así que lo hizo con gran facilidad. Los demás se fueron a diferentes zonas para iniciar sus entrenamientos.
—Estoy lista —dijo Syn.
—Bien, ahora golpéame —Silas colocó ambas manos frente a ella para poder probar un poco s fuerza.
Syn puso sus puños frente a ella y se acomodó para atacar. A los pocos segundos soltó un golpe a la mano derecha de Silas.
—Vamos, sin miedo, puedes hacerlo más fuerte —le dijo él.
La chica volvió a golpear, pero con un poco más de intensidad.
—Una vez más, puedes hacerlo mejor —Silas le hizo una seña como si la estuviera retando.
Ella soltó un suspiró y otra vez golpeó la mano de Silas, pero ahora mostrando toda su fuerza. Él se mostró satisfecho con esto.
—Así me gusta. Eres fuerte. Ahora, no muevas las piernas mientras golpeas, te quita fuerza.
La niña lo hizo una vez, pero Silas le detuvo la mano.
—Mira, estás levantando mucho la pierna derecha, mantenla en el suelo, y no gires tanto el torso o perderás el equilibrio. Vamos, de nuevo, uno tras otro —Silas le indicó.
Syn se preparó para atacar de nuevo. Plantó bien sus pies en el suelo y comenzó a golpear. Su puño derecho contra la palma izquierda de él y el puño izquierdo contra la palma derecha. Trato de mover demasiado el torso y mantenerse sobre su eje, tal y como Silas le había dicho. Sus golpes eran bastantes precisos y a pesar de ser pequeña, era muy fuerte.
—¡Oye, Silas! —la voz de Viktor los interrumpió.
El líder le indicó a Syn que parara y se volvió en dirección a su compañero, quien se encontraba en el ring junto con Zed.
—Una ronda, ¿qué te parece? —añadió este.
—¿No ves que estoy ocupado? —Silas cruzó los brazos.
—Vamos, que no te de pena, muéstrale a Syn como peleas —Viktor insistió.
—¡Si! ¡Hazlo, Silas! —apoyó Syn.
—Bien, solo porque tú me lo pides —el líder de alborotó un poco el cabello —Pero no lo hago por ti, Viktor —agregó señalando al otro.
—Venga, hace tiempo que no hacemos esto —dijo este preparándose en el ring.
Silas fue hasta su compañero y entró en el cuadrilátero. Syn se acercó al igual que el resto de los miembros y vio como ambos se miraban mutuamente y colocaban sus puños listos para atacar al otro. Luego de unos cuantos segundos, la pelea comenzó. Instintivamente, Syn se concentró mayormente en Silas. Sus movimientos eran ágiles y ligeros, esquivando los golpes de su compañero. Sus brazos torneados demostraban lo mucho que había entrenado y la fuerza que poseía. La niña estaba impresionada por la manera en que peleaba. Viktor no se quedaba atrás, sus movimientos eran parecidos a los de Silas, se notaba que este había sido parte fundamental de su entrenamiento. Aprovechaba su altura menor a la del líder para esquivar sus ataques, sin embargo, no siempre podía escabullirse. Silas logró golpearlo una vez en la mandíbula y otra en el abdomen. Este también recibió algunos golpes, pero la mayoría lograba bloquearlos. En una ocasión, Viktor trató de abalanzarse sobre él para derribarlo, pero Silas alcanzó a agarrarle ambas manos antes de que lo hiciera. Luego le dio un golpe en la rodilla, haciéndolo caer pesadamente al suelo.
—Carajo... —masculló el de la máscara.
Silas mostró una sonrisa victoriosa y se ajustó las vendas de sus manos. Aprovechando su distracción, Viktor se levantó rápidamente para después rodearle el cuello con su brazo para inmovilizarlo. Silas forcejeó un poco con él, pero al ver que el otro no cedía le metió un codazo en el estómago para que lo soltara. Viktor se agarró el estómago y se encorvó por el dolor. Silas no perdió ni un segundo antes de someterlo contra el suelo, sujetándole ambos brazos en la espalda y agarrándolo del cabello. Pero su compañero no cedió tan fácilmente. Se retorció y forcejeó con su líder, usando todas sus fuerzas para tratar de empujarlo y deshacerse de su agarre, pero Silas tenía más experiencia y un entrenamiento más riguroso. Viktor se quejó al sentir como este lo empujaba con más fuerza.
—¿Te rindes? —Silas le dijo con cierta altanería.
—Nunca —espetó Viktor e hizo un esfuerzo por levantarse, pero Silas no lo dejó.
—¿Seguro? —este mismo le torció un brazo sin lastimarlo de más.




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