Syn se encontraba entrenando en la base de Nixstrike, su cabello recogido en una coleta, sus manos vendadas para evitar lesiones. Golpeaba una y otra vez el saco de boxeo. Repetía una y otra vez las combinaciones que Silas le había enseñado con el objetivo de derribar el saco tal y como él lo hacía. Ese día, Silas había salido para atender algunos asuntos con un socio y había dejado a Syn en la base, donde estaría segura y además podría entrenar tanto como quisiera.
—¡Oigan todos! —Raze, uno de los gemelos exclamó, llamando a todos.
—¿Ahora qué quieres? —dijo su hermano, Ryker.
Ambos tenían el cabello de un color rojo encendido como el fuego y la piel tan blanca como la nieve combinada con unos intensos ojos verde esmeralda. Los dos eran tan parecidos que era casi imposible diferenciarlos, excepto por sus voces, pues la de Ryker era un poco más grave que la de su hermano, además este era más serio. Por su parte Raze tenía una personalidad parecida a la de Syn, alegre y carismática, siempre buscando diversión.
—Se me ha ocurrido una idea —empezó Raze cuando todos estuvieron prestándole atención —Aprovechando que Silas no está, se me ocurría que podíamos planear algo para su cumpleaños. Ya se acerca la fecha.
—No sé si prestaste atención, pero recuerda que a Silas no le gustan celebrar algo suyo. Es muy reservado con eso —señaló Rhea, una chica pelinegra de más o menos veinte años.
—Lo sé, pero antes no estaba Syn —Raze apuntó a la niña de catorce años.
—¿Yo qué? —dijo ésta cruzando los brazos.
—Eres a la que más le presta atención. Y también a la única que soporta, ¡ja! Si nos ayudas a planear algo, no se va a molestar —explicó Raze.
—¿Algún día dejarás de decir estupideces? —Ryker le dio un empujón a su gemelo.
—¿Qué? ¿Es algo malo que quiera celebrar el cumpleaños de nuestro líder?
—Solo cuando sabes perfectamente que te pegará un tiro si lo haces —espetó Viktor.
—¿Tú qué sabes? Eres un amargado —intervino Zed —Nunca lo hemos intentado. Raze no está tan loco como aparenta.
—¿Se supone que eso sea un cumplido? —el de cabello rojo hizo una mueca.
—Ay, ya, dejen de comportarse como niños —Dara habló con tono de desesperación —Silas se enojará si hacemos algo. ¿O tú qué crees, Syn?
—No lo sé —la niña se encogió de hombros —Buck me dijo que no le gustaba celebrarlo, pero Silas nunca mencionó nada al respecto.
—Ahí está. Si Syn nos ayuda, Silas lo tomará como algo divertido —señaló Raze.
—Yo creo que deberíamos intentarlo, después de todo, él ha hecho mucho por nosotros ¿Quién más apoya la idea? —Xander dijo entusiasmado.
Raze y Zed levantaron la mano inmediatamente. Syn dudó un poco pero finalmente se unió a ellos, pues no había escuchado directamente de Silas que no quería celebrar, tal vez podrían hacerlo cambiar de opinión.
—Supongo que podemos intentarlo, cualquier cosa Syn lo arreglará, ¿no es así? —comentó Dara y se unió también.
—Si... supongo —la castaña respondió tímidamente.
—Entonces somos mayoría —celebró Raze —Syn, tú eres la más cercana a nuestro líder, dinos que hacer.
—Bueno, ya que Silas regresará hasta la noche, todavía tenemos un buen rato. Además, faltan todavía unos días para su cumpleaños, tenemos tiempo.
—Excelente. Entonces podemos planearlo todo hoy y hacer cada quien su parte cuando Silas haya regresado —Xander dijo.
—Exacto. Ahora, Rhea, Viktor, Zenith y Orion pueden encargarse de las decoraciones. Dara, Xander y Zed, ustedes pueden ayudar con la comida, debe ser algo especial que le guste mucho a Silas. Ryker y Raze, ustedes deben encargarse de que Silas no se entere de nada —Syn indicó a cada uno su trabajo.
—Entendido —enunciaron los gemelos a coro.
Aprovechando que Silas se encontraba fuera y no regresaría hasta tarde, todos se pusieron a empezar con los preparativos. Syn se encargaba de revisar que todo fuera de acuerdo al plan al igual que también les ayudaba de vez en cuando, sin embargo, esto no era del agrado de todos.
—¿Ahora se supone que ella es la jefa? —Rhea les dijo a sus compañeros, mirando a Syn de reojo alejarse por el pasillo.
—¿Qué querías que hiciéramos? Es la más cercana a Silas —comentó Zenith, un joven alto con la melena rubia.
—No me hace ninguna gracias que nos esté mandando una niña de catorce años. Espero que Silas le de una buena reprimenda después de todo esto —refunfuñó la pelinegra.
—¿Por qué no te agrada Syn? No ha hecho nada para que la odies —inquirió Orion de apenas diecisiete años.
—Se cree superior a todos solo porque no puede transformarse en un depredador. Y por si fuera poco Silas la cuida como su fuera su perro faldero —Rhea se levantó de golpe y dejó caer la guirnalda que tenía en las manos.
—Creo que más bien te molesta porque Silas le hace más caso a ella que a ti —Zenith rio.
La chica frunció el ceño y amenazo con golpearlo mientras este seguía mirándola con expresión divertida.
—¿De qué hablan? A Silas le gusta Dara, ¿no? —intervino Viktor, quien había estado muy concentrado en su trabajo.
—¿Dara? ¿Enserio? !Ja! No me hagas reír —Rhea pretendió soltar una carcajada.
—Bueno, a veces se quedan hablando a solas en las noches —señaló Viktor —Es difícil no pensar que hay algo entre ellos. Al menos es obvio que Dara siente algo por él...
—¿Podemos dejar de hablar sobre la vida amorosa de otras personas? Me da asco —Orion lo interrumpió
Zenith le hizo la seña a Rhea de que volviera a sentarse, pues estaba bastante alterada y no quería que provocara un escándalo. Sabía que ella era perfectamente capaz y que no sentiría ninguna culpa.
Más tarde Silas llegó a la base y a petición de Syn, ambos se quedaron a dormir esta noche en el lugar. Cómo de costumbre, Syn se quedó en la habitación de Dara, a quien Silas le tenía absoluta confianza para encargarse de la niña durante la noche. Al líder le llamó la atención que ella no estuviera tan cansada como otros días.
—¿Estuviste haciendo algo más durante el día? —le había preguntado antes de acompañarla a acostarse.
—No... no. ¿Qué más habría hecho? —había respondido la castaña.
Silas había aceptado su respuesta, aunque poco convencido. En cuando Syn estuvo metida entre las cobijas de su cama, él se retiró para dormir también. Estaba muy cansado de todos sus negocios y necesitaba de un sueño reparador. Entrando en su habitación, se tiró en su cama.
Por otro lado, Rhea se dirigió a su habitación como todos los demás, pero desde las sombras, Zed la llamó. La pelinegra se dio cuenta de que Zenith también estaba con él, lo cual no le extrañaba, pues eran primos. Zed le hizo la seña de que guardara silencio y lo siguiera. Ella hizo una mueca, pero curiosa de lo que quería decirle, siguió al chico hasta llegar a una de las salas de entrenamiento.
—¿Qué quieres? Por fin iba a poder dormir y olvidarme de esa mocosa.
—Es justo por eso que los traje aquí a los dos —dijo Zed.
Zenith y Rhea intercambiaron una mirada. Expectantes, prestaron atención a su compañero.
—Los tres sabemos que la niñita de Silas está de sobra entre nosotros, cosa que los demás parecen no asimilar. Pero eso no significa que no sea útil —empezó este.
—¿Qué quieres decir? —inquirió Zenith.
—Hablé con alguien. Alguien que ha tratado de mostrarle a Silas que no todo en el Bajo Distrito gira alrededor de él —Zed continuó —Y también está interesado en cierta chica que no puede convertirse en un depredador.
—¿Y quieres entregársela? —preguntó Rhea, aunque prácticamente ya sabía la respuesta.
—Bingo, acertaste. Me dijo que nos pagaría bien si le llevamos a la niña.
—¿De cuánto estamos hablando?
—Hmm, lo suficiente para dejar esta basura de distrito.
—Ok, ok, si, qué bien todo, pero falta algo importante —intervino Zenith —¿Cómo nos llevaremos a la niña? Silas jamás se separa de ella. Y si él no está ahí, entonces Dara o los gemelos andan con ella. Nunca está sola.
—Lo haremos en la celebración de Silas. En algún momento estará sola, asegurándose de que todo vaya de acuerdo al plan antes de empezar. Ahí la atraparemos. Pero es importante que la llevemos con vida, muerta no tendrá el mismo valor. La quiere viva —Zed contestó.
Dicho esto, la conversación se dio por terminada y los tres se separaron, dirigiéndose a sus habitaciones. En los próximos días no mencionaron nada sobre su plan, se limitaban a interactuar con los demás y mantener los ojos puesto en Syn. Nadie se daba cuenta de sus intenciones, además, debían tener especial cuidado con que Silas no sospechara nada. Un par de días más y llegó el día en que le darían la sorpresa al líder. Durante las noches, Syn había estado preparando algo especial con sus propias manos que le daría a Silas en esa fecha. Se había esmerado mucho y había tenido que pedir ayuda a Dara para que él no se diera cuenta de nada.
Ese día, cuando Syn y Silas llegaron a la base, a él le pareció extraño que estuviera oscuro y que ninguno de los miembros de Nixstrike estuviera a la vista. Según él, ya deberían haber llegado, o incluso algunos deberían haber dormido ahí. Miró a Syn como si ella supiera lo que pasaba, pero la chica negó con la cabeza, pretendiendo que no tenía idea de lo que sucedía. Cuando Silas apartó su mirada de ella, ésta hizo una seña con su mano para indicarle a todos que ya podían salir.
—¡Sorpresa! —gritaron los dos gemelos al mismo tiempo, apareciendo de entre las sombras.
Al instante, las luces se encendieron, mostrando la decoración que había sido colocada en la primera sala. Poco a poco, los miembros de Nixstrike fueron apareciendo con sonrisas dibujadas en sus rostros. Silas, confundido por lo que estaba pasando, llevó su mirada escarlata a Syn. La castaña sostenía una pistola rosa en sus manos, la cual usó para sacar serpentinas delante de Silas.
—¿Feliz... cumpleaños? —dijo acompañada de una risa nerviosa.
Silas cruzó los brazos, pero no pudo evitar sonreír frente a la inocencia de la niña.
—Si vas a molestarte, moléstate conmigo, todo fue idea mía —continuo ella.
—No engañas a nadie, Syn, sé perfectamente quienes son los líderes de todo esto —Silas miró de reojo a los gemelos.
Los dos se encogieron de hombros y evitaron mirar a su líder a los ojos. Sin embargo, Silas no se mostraba molesto con ellos.
—¿Entonces... no estás... enojado? Sé que no te gusta celebrar, pero pensé... bueno, pensamos que tal vez... podríamos hacerte cambiar de opinión... —Syn habló de nuevo.
—No estoy molesto —contestó Silas —De hecho, creo que lo estoy disfrutando.
—¿De verdad? —los ojos de la chica se iluminaron.
—Mhm —Silas asintió.
Syn se lanzó sobre él, abrazándolo con fuerza. Los demás se animaron al ver que Silas no se había molestado, así que comenzaron a traer la comida que habían preparado.
—Espero que no te moleste empezar un poco tarde los entrenamientos —bromeó Dara con una sonrisa amigable.
Al ver como ésta le tocaba el hombro a Silas, Syn hizo una mueca de desagrado. No le agradaba la manera en que lo trataba algunas veces, pero decidió no permitir que eso le arruinara el día.
—Romper la rutina es bueno de vez en cuando —Xander añadió, trayendo de vuelta la mente de la castaña.
—Silas —dijo ésta una vez que todos se sentaron a comer —Me alegra que te haya gustado la sorpresa. A decir verdad, tenía miedo de que fueras a molestarte.
—No puedo molestarme contigo, Syn —el líder le acarició la cabeza cariñosamente.
Terminando de comer, la niña se levantó diciendo que tenía que ir por algo para Silas. Quería entregarle el regalo que le tenía preparado y había ocultado en la habitación que compartía con Dara. Pero caminando por el pasillo que conducía a las habitaciones, escuchó como si alguien la estuviera siguiendo, sin embargo, al voltear para comprobarlo, se dio cuenta de que no había nadie detrás de ella, además, no recordaba que nadie se hubiera retirado antes que ella. Ignorando lo que percibían sus sentidos, continuó su camino, pero, cuando estaba a punto de llegar a la habitación indicada, alguien la tomó del brazo y bruscamente y la jaló para después rodearla con ambos brazos, evitando que pudiera correr.
—¡Suéltame! —gruñó la chica.
Su atacante le tapó la boca con la mano y la forzó a caminar. Syn forcejeó una y otra vez luchando por liberarse o al menos pedir ayuda.
—Ya cállate, niña —le espetó una voz femenina.
Syn se las arregló para morderle la mano a su captora, así pudo gritar al menos una vez.
—¡Silas! —llamó tan fuerte como pudo.
La otra la agarró bruscamente del cabello y la arrojó al suelo. Syn intentó alejarse de la sombra negra que se levantaba frente a ella.
—¿Quién eres? —preguntó con el corazón latiendo agitadamente.
La figura encapuchada no respondió y volvió a agarrarla del cabello para obligarla a levantarse. Syn trató de gritar una vez más, pero su atacante le puso la mano en la boca otra vez. La niña lanzó golpes y patadas, pero nada le estaba funcionando. Afortunadamente, su grito anterior había resonado por toda la base, llegando a oídos de Silas y los demás.
—¿Escucharon eso? —dijo Viktor levantándose de su asiento.
—Syn... —Silas se puso en pie de inmediato y salió corriendo a buscar a la niña.
Esperando a que todos salieran de la sala, Zenith y Zed intercambiaron una mirada de satisfacción y tomaron un camino diferente. Orion fue el único que se dio cuenta de esto, pues los primos no estaban con el grupo.
—Alguien debe haberse infiltrado —señaló Xander.
Silas soltó un gruñido.
—Ve a la entrada este, y Viktor, tú ve a la entrada oeste. No dejen que nadie salga y no se muevan de ahí —indicó.
Los dos chicos asintieron y se dirigieron a sus respectivos lugares.
—Silas —Orion habló antes de que continuaran buscando a Syn —No quiero culpar a nadie, pero acabo de ver a Zed y Zenith irse hacia otro lado. Me pareció sospechoso...
Al escuchar esto, la expresión endurecida del líder mostró decepción y un poco de culpa. El joven de cabello plateado apretó los puños.
—Tengan cuidado entonces, nos separaremos aquí. Si ven a cualquiera de ellos, tráiganmelos.
Luego de indicar a cada uno por donde debían continuar, Silas tomó el camino que llevaba al centro del volcán. Caminando con pasos largos y rápidos, preparó su pistola mientras miraba en todas direcciones, como si alguien fuera a aparecer de entre las sombras. Y no estaba tan equivocado. Pasando por un pasillo elevado y angosto, escuchó los pasos de alguien más y el sonido de una pistola apuntando su dirección. Silas se detuvo y dejó salir un suspiro. Al darse la vuelta se encontró con Zed apuntándole directamente a la cabeza.
—¿Qué crees que haces? —le dijo.
—Escapando de este basurero —Zed mostró una sonrisa burlona
—¿Dónde está Syn? —preguntó Silas.
—No lo sé, no era mi trabajo ir por ella —respondió el otro.
—¡Dime dónde está! —el líder le torció el brazo con el que sostenía el arma y le dio un puñetazo en el rostro.
Al recibir el golpe, Zed estuvo a punto de caer al suelo, pero se agarró de un tubo y le lanzó una mirada a Silas llena de ira. Este se acercó a él y le puso la pistola en la cabeza.
—Lo voy a preguntar una vez más. ¿Dónde está Syn? —repitió marcando bien sus palabras.
—¿Eso qué importa? No llegaras a tiempo para verla una última vez.
Dicho esto, con un rápido movimiento, Zed le arrebató la pistola a Silas y lo empujó con el barandal. A continuación, le dio un golpe en la nariz y otro en mandíbula. Silas puso sentir el sabor de su propia sangre al recibir los golpes. Zed lo tomó de la chaqueta y lo arrojó contra el suelo, pero antes de que pudiera inmovilizarlo, éste se apartó y le disparó en el hombro. Zed soltó un grito de dolor y soltó su propia pistola. Silas se apresuró para agarrarla y tras hacerlo caer, le apuntó con ambas pistolas.
—No quiero hacer esto —masculló.
A pesar de que sabía que Syn podía salir herida por culpa de Zed, una punzada de dolor se le clavaba a Silas en el alma ante la idea de dispararle a quien había sido su compañero por años. Aunque ahora, esa amistad parecía haberse desvanecido.
—Vamos, Silas, dispárame —Zed sonrió de la misma manera que antes, sabiendo la difícil situación en la que se encontraba su líder en ese momento.
—No, dime dónde está Syn —Silas preparó los gatillos.
Antes de que Zed pudiera responder, Zenith apareció del otro lado y agarrando del cuello a Silas, le arrebató ambas pistolas para después inmovilizarlo contra un tubo. Silas logró liberarse clavándole un cuchillo en la pierna. A pesar del dolor, Zenith continuó peleando contra Silas con ayuda de Zed. A pesar de que el mismo líder era quien los había entrenado, no era fácil combatir contra los dos. Eran muy hábiles y los había entrenado bien. Silas recibió varios golpes y cuchilladas. Pero para su fortuna, Dara llegó para ayudarlo, hiriendo fuertemente a Zed en el costado, aunque no lo suficiente para matarlo. Por su parte, Silas se abalanzó sobre Zenith y sujetándolo contra el suelo, le apuntó al cuello con un cuchillo.
—Dime dónde está Syn o te cortaré el cuello —le dijo, fulminándolo con la mirada.
Zenith al ver el cuchillo tan cerca de su cuello, con el pánico recorriendo su cuerpo entero, no tuvo más remedio que decir lo poco que sabía, pues era el trabajo de Rhea llevarse a la niña.
—Rhea la tiene. Se la llevará a Remus —confesó.
—¿Rhea? ¿Remus? —Silas repitió, sorprendido por la declaración.
—Corre, Silas, tal vez puedas alcanzarla antes de que salga de la base —le instó Dara.
Silas asintió y dejando ir a Zenith, salió corriendo para buscar a Rhea y rescatar a Syn. Mientras tanto, Rhea forzaba a la niña a caminar por el centro del volcán. En un momento, la pelinegra la empujó al suelo mientras aún la sujetaba de la muñeca.
—Ya me tienes harta, niña —dijo entre dientes.
—Te vas a arrepentir de esto —contestó Syn.
—¿Por qué? ¿Por qué Silas vendrá por ti? No seas ridícula. Seguramente para este momento ya está muerto —Rhea se rio un poco.
—¡No! —Syn exclamó y trató de golpear a la pelinegra, pero ésta le dio una cachetada.
—Ahora ven acá y deja de darme problemas —Rhea la obligó a levantarse de nuevo.
—¡No, suéltame! —la niña forcejeó.
—¡Suéltala! —Silas entró en la habitación con pistola en mano.
—¡Vaya, vaya! ¡Miren quien llegó al rescate!
—Déjala en paz, Rhea, o disparo.
La pelinegra colocó a la niña delante de ella.
—Adelante, hazlo —instó.
—Para con esto, ya suéltala —Silas preparó el gatillo.
—Si disparas le darás a ella. Eso no es lo que quieres, ¿verdad, Silas?
—Es mi última advertencia.
En eso, los gemelos, Orion y Dara aparecieron detrás de Silas y se colocaron alrededor de Rhea, todos con pistola en mano.
—Estás rodeada, no tiene opción —dijo Dara.
Rhea soltó un gruñido y le lanzó una mirada a la rubia. Sabía que no tenía escapatoria, así que se obligó a soltar a la niña. Esta salió corriendo inmediatamente en dirección a Silas, mientras que los gemelos le quitaban las armas a Rhea y la forzaban a hincarse, sujetándola con firmeza. En cuanto estuvieron fuera de peligro, Silas dejó caer su pistola y abrazó a Syn con fuerza. Ella derramaba lágrimas por el miedo que había sentido, refugiándose en él.
—¿Estás bien? —Silas le preguntó.
Ella asintió aún temerosa.
—¡Ya suéltenme, par de inútiles! —la voz de Rhea resonó en toda la habitación.
Silas llevó su mirada a ella, la ira en sus ojos.
—¿Dónde están los otros? —preguntó a los demás.
—Orion y yo nos encaramos de ellos —Dara contestó.
—Bien. Tengo algunas preguntas que hacerles.