Silas se paseó frente a aquellos tres que hasta hace pocos habían sido sus compañeros. Zenith, Rhea y Zed se encontraba hincados con la cabeza baja, rodeados por los otros miembros de Nixstrike. La expresión de su líder delataba lo decepcionado que estaba ante la descarada traición de sus compañeros. Syn también estaba ahí, oculta en las sombras. No quería ver a los ojos a quienes habían intentado hacerle daño.
—¿Cuánto les ofreció a cambio de ella? —Silas preguntó, evitando mirar directamente a alguno de ellos.
—No es asunto tuyo —dijo Zed.
—Involucraron a Syn, por lo tanto, es asunto mío —insistió Silas.
De entre ellos tres, Zenith era único que llegaba a sentir un poco de remordimiento por sus acciones, una punzada de culpa en su alma, por lo que decidió hablar.
—Remus dijo que nos daría lo suficiente para salir del Bajo Distrito.
—Cállate —Zed le espetó.
—Así que lo que querían era llegar al Alto Distrito —masculló el líder —¿Algún otro interés que tuvieran? —añadió deteniéndose frente a Zenith.
—No, Silas —este se encogió de hombros, sintiéndose abrumado por la imponente presencia de su líder —Yo... de verdad lo lamento... no pensé en las consecuencias, me dejé llevar. Aceptaré cualquier castigo.
—¡Cobarde! ¡Traidor! —exclamó Zed tratando de golpearlo, pero Orion lo detuvo a tiempo.
—¡Los primeros traidores fueron todos ustedes! —intervino Dara.
Silas le indicó que se tranquilizara.
—¿Qué quería Remus con ella? Habla, Zenith —añadió para su compañero.
—Bueno... él... no... no sé con exactitud, pero... tiene que ver con los depredadores —Zenith continuó.
—Ya veo —Silas llevó su mirada a la pelinegra —Rhea, no has dicho nada. ¿Qué sabes de lo que Remus quiere?
—No sé nada al respecto y tampoco me importa. Yo sólo quería librarme de esa mocosa... y llegar al Alto Distrito.
—Cuida tus palabras.
Rhea soltó un gruñido, molesta por la actitud de autoridad de Silas, sin embargo, no dijo nada más. Se limitó a mirar de reojo a Syn, quien seguía ocultándose. Silas se paseó de nuevo frente a los que alguna vez habían sido sus amigos y compañeros de batalla. En el fondo, le dolía el hecho de tener que tomar acciones en contra de ellos, pero lo que habían hecho no tenía perdón y jamás los volvería a ver de la misma forma. Luego de pensar bien en lo que haría al respecto, tomó una decisión.
—Bien, si lo que quieren es ir al Alto Distrito, me encargaré de que así sea.
Los tres intercambiaron miradas. Sin duda había algo más detrás de esas palabras, algún tipo de castigo.
—Viktor, Xander, Orion, lleven a estos... traidores a la frontera. La policía fronteriza no tardará en encontrarlos —Silas ordenó.
—¡Eres un maldito hijo de perra! —Zed se levantó rápidamente, listo para abalanzarse sobre Silas, pero Orion y Xander lo detuvieron a tiempo.
El traidor intercambió una última mirada con su líder, quien se mantuvo firme y le sostuvo la mirada con sus ojos de rubí. Dando por terminada la conversación, Silas procedió a retirarse, llevándose a Syn con él. Ella notó el dolor en los ojos de él, la tristeza de haber tenido que despedirse así de sus compañeros.
—Lo siento mucho, Silas. No se suponía que esto terminara así —le dijo.
Silas se detuvo frente a ella y se agachó un poco para quedar a su altura.
—Lo que importa es que tú estás bien.
—¿Pero, qué hay de ti? Ellos eran parte de tu familia.
—A veces uno tiene que tomar decisiones difíciles, incluso cuando se trata de personas cercanas. Y en ocasiones, esas resultan ser las personas que más te lastiman.
Syn bajó un poco la cabeza. Silas la tomó de los hombros y la acercó a él.
—Tuve miedo, Silas, tuve miedo de que no llegaras —dijo ella con voz quebrada.
—Pero llegue a tiempo. Nunca hubiera dejado que te llevaran, aunque me hubiera costado la vida.
—No digas eso, Silas.
—Está bien, solo quiero que sepas que jamás dejaré que alguien te haga daño, ¿entiendes?
Syn asintió con una ligera sonrisa en el rostro. Silas le dio un beso en la cabeza antes de incorporarse.
—¡Oh, casi se me olvida! —la niña tomó la mano del líder y lo llevó a través de los pasillos hasta llegar a la habitación de Dara —Preparé esto para ti desde hace unos días.
Silas observó como de debajo de su cama, la chica sacaba un paquete envuelto en papel y adornado con un moño rojo.
—Espero que te guste —añadió ella.
Él tomó el paquete entre sus manos y lo abrió poco a poco, pues lo que fuera que estuviera adentro, parecía frágil. En cuanto terminó de abrirlo, se dio cuenta de que era una figura de madera de un dragón.
—¿Tú lo hiciste? —le preguntó a ella.
—Mhm, si. Mi mamá me enseñó a hacer figuras de madera, así que quise darte una. Y ciertas personas me dijeron que el dragón en el símbolo de Nixstrike fue idea tuya —Syn explicó.
—Pues el dragón es mi animal favorito. Ahora, ven aquí —Silas le hizo un gesto con la mano para que se acercara.
Syn sonrió y lo abrazo al igual que él a ella. Silas apreciaba mucho el regalo que le había hecho y quería demostrárselo con su cariño. Además, tal y como se lo había dicho, estaba dispuesto a dar la vida por para protegerla, aunque significara que tenía que tomar decisiones difíciles.
. . .
Dos años después...
—Vamos, puedes hacerlo más fuerte —dijo Silas.
—No quiero lastimarte —la sonrisa en los labios de la castaña delataba que quería provocarlo.
—Tranquila, tengo estrategias que todavía no conoces. Venga, muéstrame lo que tienes —insistió él.
—Tú lo pediste.
Dicho esto, Syn cerró los puños y se lanzó al ataque. Silas detuvo cada uno de estos y le agarró la muñeca en el último. Le torció un poco el brazo e hizo que se tropezara para tirarla al suelo. Ella se quejó un poco por el golpe, pero inmediatamente se levantó y una vez más se lanzó sobre él, tratando de derribarlo. De nuevo, Silas hizo un bloqueó y la hizo caer.
—¡Agh! ¿Por qué eres tan bueno en esto? —protestó la chica.
—Recuerda, no ataques, primero defiéndete —respondió él.
Ella recordó que siempre se lo decía y decidió que le haría caso. Respiró profundo y cerró un momento los ojos para tranquilizarse. Luego asintió, mostrando que estaba lista para continuar. La chica esquivó varios golpes rápidos de Silas y otros logró detenerlos con sus manos. A continuación, ambos empezaron a caminar en círculos, mirándose mutuamente. Silas atacó de nuevo. Ella se agachó para evitarlo y aprovechó para empujarlo. Silas estuvo a punto de caer, pero pudo mantenerse de pie. Al ver la sonrisa victoriosa de la joven, se dio cuenta de que quería jugar rudo, así que procedió a atacarla ahora con más enjundia. Syn apenas pudo esquivar algunos de sus movimientos, pues eran muy rápidos y ligeros. Aun así, no tuvo problemas con bloquear los ataques. Silas le había enseñado bien. En un momento, el puño de él rozó su mejilla, a lo que Syn respondió con un golpe a la parte trasera de la rodilla. Silas cayó sobre esta, dando oportunidad a ella de que le tomara de la muñeca y le torciera el codo sin lastimarlo. Él se tiró al suelo y rápidamente enroscó sus piernas con las de ella, quien cayó de espaldas. El golpe fue duro y le dio tiempo a Silas para colocarse sobre ella y apuntarle al cuello con su cuchillo. Ella trató de librarse, pero él la tenía bien sujeta, así que sus intentos fueron en vano.
—Te odio —Syn le dijo entornando los ojos.
—Lo sé —respondió Silas con una sonrisa ladeada.
Unos momentos después, guardó su cuchillo y la dejó ir. Syn se incorporó y con una mueca se puso de pie. Miró a Silas, quien estaba de espaldas a ella. Al instante se le ocurrió una idea. Sin que Silas lo notara, se acercó a él y se le abalanzó. Ambos cayeron de nuevo al suelo, Syn enroscando su brazo alrededor del cuello de Silas. Éste se aferró al brazo de ella, jalándolo para que lo soltara. Ella lo apretó bien, pero no contaba con que él aún podía usar sus piernas. Silas logró torcerle un poco el tobillo, haciendo que la joven aflojara un poco su agarre. Con esto, pudo golpearla en el costado con el codo y liberarse por completo. Ella refunfuñó y se preparó para atraparlo de nuevo. Al notarlo, él le agarró ambas manos antes de que siquiera pudiera hacer el primer movimiento. Syn forcejeó con él mientras gruñía con disgusto.
—Atacar por la espalda, ¿uh? Esta vez sí me sorprendiste —señaló Silas.
—Suéltame —espetó ella y le dio una patada en el abdomen.
De esta manera, la chica logró que le soltara al menos una mano, sin embargo, él no iba a dejarse derrotar tan fácil. Moderando su fuerza, la arrojó contra el suelo boca abajo y de nuevo le puso el cuchillo en el cuello.
—¿Es enserio? —Syn se quejó, relajando sus músculos.
—Atacarme por la espalda no es una buena idea —dijo Silas con expresión seria.
—Vamos, solo fue una broma —ella le dio un par de palmadas en el hombro.
—Hmm —él hizo una mueca y luego suavizó su expresión —Te la voy a pasar esta vez.
Dicho esto, apartó el cuchillo del cuello de la chica y le dio la mano para ayudarla a levantarse.
—Buen entrenamiento, Syn. Has mejorado.
—¿De verdad?
—Mhm, es por eso que te daré algo cuando estemos en casa.
—¿Qué cosa? —ella preguntó con curiosidad.
—Paciencia, ya lo verás —contestó él, indicándole que era hora de regresar.
—Te reto a una carrera —dijo la chica cuando estaban a punto de subirse a sus motocicletas.
—¿Ah si? ¿Y qué quieres ahora? —Silas supuso que le pediría algo si ella ganaba, pero para su sorpresa, no fue así.
—Nada, solo es por diversión.
—Ajá...
—Enserio. Te lo prometo, no pediré nada. Solo quiero demostrarte que soy más rápida que tú.
Silas cruzó los brazos y desvió la mirada.
—Anda —ella insistió —¿O es que tienes miedo de que una niña de dieciséis te supere?
Él volvió a mirarla y se quedó en silencio unos momentos. La chica cruzó también los brazos y alzó una ceja, esperando una respuesta. Silas se colocó frente a ella con una mirada retadora.
—Acepto —dijo.
—¡Genial! De aquí a la casa, ¿te parece?
—Cómo digas.
—Voy a ganarte, Silas.
—Ya veremos eso.
Ambos se pusieron sus cascos. Él de Syn estaba adornado con dibujos de rayos hechos con pintura rosa. Su motocicleta, la cual había sido un regalo de Silas por sus dieciséis años, también tenía dibujos hechos con diferentes colores que le daban un toque particular y único. Con su casco puesto y su largo cabello castaño ondeando con el viento, Syn se montó en su motocicleta al igual que Silas. Cuando ambos estuvieron listos, contó hasta tres con sus dedos. Los dos arrancaron en cuanto ella dio la indicación. Los motores resonaron por las calles, rompiendo con el cotidiano silencio que envolvía el Bajo Distrito. En un momento, tomaron calles separadas, pues Silas conocía un atajo. Syn aceleró al máximo continuando por el camino conocido. En su recorrido se encontró con algunos otros motociclistas que también estaban compitiendo entre ellos. Uno de estos le hizo una seña a la chica indicando que le gustaba su motocicleta. Ella le agradeció también con una seña. Posteriormente, los otros motociclistas le rebasaron, dejándola sola de nuevo. Syn, ansiosa por saber dónde estaba Silas, utilizó una rampa para subir a los techos de las casas. Nunca lo había hecho, pero como primera vez era emocionante. Desde arriba podía tener una visión más amplia del distrito y al poco rato, logró identificar a Silas un poco más adelante. Ella se prometió que no la dejaría atrás, así que aceleró tanto como pudo y avanzó dispuesta a vencerlo.
Por su parte, Silas se percató de lo que había hecho la joven, subida en los techos de las casas. Internamente, rogó porque no tuviera algún accidente debido a su imprudencia. A sus dieciséis años, se había vuelto muy extrema y constantemente buscaba adrenalina. Silas se concentró en la carrera, no podía dejarla ganar. Al poco rato, un grupo de motociclistas, aquellos que anteriormente se habían encontrado con Syn, aparecieron junto a él. Uno de ellos hizo un gesto con la mano, retándolo a una carrera. Silas respondió que ya estaba teniendo su propia carrera. El otro supuso que estaba compitiendo con la chica. El de cabello plateado aceleró, demostrando la velocidad que alcanzaba su vehículo. Desde arriba, Syn vio que los motociclistas con los que se había encontrado estaban ahora con Silas, así que se le ocurrió una idea. Más adelante, encontró una lámina de techo caía, la cual utilizó para bajar de nuevo a las calles. Teniendo en mente dónde se encontraba Silas, se dirigió hacia él tan rápido como le permitía su motocicleta. No tardó mucho en alcanzarlo a él y a los otros chicos. Haciendo un gesto de victoria con la mano, lo rebasó. Silas sonrió debajo de su casco y aceleró al máximo con la intención de rebasarla también. Los otros chicos se quedaron atrás y continuaron con su propia competencia. Silas no tardó en alcanzar a Syn, pues tenía más experiencia manejando la motocicleta y sabía algunos trucos. Hombro con hombro ambos intercambiaron una mirada competitiva. Tras hacer un gesto de despedida, Silas levantó la parte delantera de su vehículo y avanzó dejándola a ella atrás. Syn trató de acelerar más, pero ya estaba a máxima velocidad. Sorprendida, se preguntó cómo es que él había logrado hacer eso. Lo único que le quedaba era seguir su camino, esperando en algún momento poder alcanzarlo.
Pasaron los minutos y la chica no logró alcanzar a Silas. Negándose a creer que le había ganado, se obligó a pensar que había tomado un camino diferente otra vez. Cuando por fin Syn logró llegar a casa, se dio cuenta de que Silas ya se encontraba ahí esperándola, recargado sobre su motocicleta. Ella hizo una mueca al detenerse frente a él. Se quitó el casco y lo dejó sobre su vehículo. Luego se acercó a él.
—¿Cómo hiciste eso? —inquirió con los ojos abiertos como platos.
—Te enseñaré a hacerlo más adelante —contestó él con una sonrisa victoriosa —Ven, quiero darte algo.
Dicho esto, Silas llevó a la chica al interior de la casa. Se habían mudado ahí hace poco. Luego de cerrar bien la puerta, él le indicó que lo esperara en la sala. Ella se quedó ahí, preguntándose qué sería lo que Silas quería darle. Un par de minutos después, él regresó con una caja grande que tenía varios seguros. La joven abrió la boca, sorprendida. Silas le entregó la caja y le indicó que la abriera.
—Pero no es mi cumpleaños ni nada. ¿Por qué me das algo ahora? —preguntó Syn mientras abría los seguros de la oscura caja.
—No. Es por tus buenos entrenamientos —aclaró él.
Ella sonrió. Cuando terminó de abrir los seguros y destapó la caja, se quedó con la boca abierta al mirar lo que había dentro.
—Silas... —empezó a decir —¿Por qué me das esto?
—Es hora de que tengas una buena arma. A partir de ahora, serás oficialmente mi socia, vas a acompañarme en mis negocios.
—¿De verdad? ¿Voy a poder acompañarte?
Silas asintió. La expresión de la chica delataba su emoción y lo feliz que estaba con su nueva arma, una de las mejores, que había estado en desarrollo desde que vivía con Buck. Syn pasó sus dedos por la poderosa arma una y otra vez. Luego la tomó entre sus manos.
—La Escama de Dragón.