Depredador

15: No me abandones

El auto negro se detuvo frente a la reja que rodeaba la enorme mansión. De cierto modo a Syn se le hizo parecida a la mansión de Buck, lugar en el que había vivido hace tiempo. Pero ésta se veía mucho más grande, rodeada de jardines oscuros que le daban una apariencia un tanto lúgubre. Silas notó como la joven tragaba saliva y mantenía la vista fija en la casa.
—Hey, todo está bien —le dijo.
—No te lo voy a negar, me asusta un poco —confesó Syn.
—Lo sé. Mantente cerca de mí y todo estará bien.
En eso, un guardia tocó la ventana del auto, llamando la atención de los dos. Silas bajó la ventana.
—Estamos aquí por negocios —informó con expresión seria.
El guardia paseó su dura mirada una y otra vez por los recién llegados. Luego le hizo una seña a Silas que Syn no logró entender. El chico procedió a abrir la cajuela del auto. El oficial fue inmediatamente a revisar que no trajeran nada sospechoso, pero se encontró con una caja oscura de buen tamaño que contenía el arma robada. Le indicó a Silas que le mostrara lo que había dentro. Luego de hacer una mueca, éste se bajó del vehículo, haciéndole la seña a Syn de que se quedara ahí. Abrió la caja, enseñando el arma que estaba dentro.
—¿Qué es esto? —el guardia preguntó con desconfianza.
—El negocio. ¿Ahora, nos va a dejar pasar o no? —repuso Silas.

—Hmm... bien —el guardia le lanzó una mirada de advertencia, pero accedió a dejarlos entrar.
Silas subió de nuevo al auto y en cuanto la reja se abrió, avanzó en dirección a la mansión. De cerca se veía todavía más impresionante. Con ojos desorbitados, Syn no podía apartar la mirada de aquella casa.
—Vamos, ya la admirarás por dentro —Silas interrumpió sus pensamientos.
Ella sacudió la cabeza para concentrarse en lo que tenían que hacer ir. Ambos se bajaron del vehículo y Silas tomó el arma que llevaban en la cajuela para después acercarse al portón con la chica detrás de él. Dos guardias abrieron el portón, dejándolos entrar. En su interior, la casa estaba decorada con un gigantesco candelabro que colgaba del techo, el piso era de frío mármol y por todos lados había decoraciones de oro y piedras preciosas. Constantemente, Syn se detenía para observar estas decoraciones, llamando la atención de los guardias, quienes la miraban con desconfianza.
—No te retrases —Silas le dijo.
La chica le obedeció y se mantuvo detrás de él hasta que llegaron a la sala principal, lugar en el que su socio ya los esperaba. Era un hombre de unos cuarenta años, alto y atlético, ojos rasgados negros y profundos. Syn se puso algo tensa al encontrarse en su presencia. Al darse cuenta de ello, Silas le indicó con un gesto que se mantuviera cerca de él.
—Vaya, Silas, llegaste antes de lo previsto —el hombre habló con una voz gruesa y un poco ronca.
—Siempre me tomo los negocios enserio —Silas respondió de manera respetuosa pero fría.
A continuación, colocó la caja con el arma en la mesa delante de Kaito. Éste se tomó su tiempo para abrirla y observar la pistola. Su expresión demostraba satisfacción.
—Bien hecho, Silas. Me alegra haber vuelto a hacer negocios contigo —Kaito cerró de nuevo la caja —¡Pero qué descortés soy! Vamos, siéntense. ¿Quieren algo de tomar? —exclamó y le indicó con la mano a uno de sus guardias que trajera algo de licor.
Syn le lanzó una mirada dudosa a Silas, quien asintió para indicarle que se quedarían un rato. Los dos se tumbaron en un sillón gris del otro lado de la mesa, quedando frente a frente con Kaito. El guardia, al regresar, colocó un vaso frente a cada uno y les sirvió una bebida rojiza. Silas tomó un trago al igual que Kaito, pero Syn no tocó el vaso, pues jamás había bebido algo de alcohol.
—Así que... Nixstrike, ¿no es cierto? —el hombre hablo de nuevo.
—Así es. Me alegra que lo tengas en mente —Silas suavizó un poco el tono de su voz.
—¿Cómo podría olvidarlo? Has avanzado mucho en estos años. De verdad te felicito. Cuando te dije que podía darle un buen empujón a tus amigos no era solo para llamar tu atención, lo sabes bien. Enserio tengo un interés en ese grupo tuyo, uno de los pocos cuyos miembros aún son todos humanos, quedan pocos de esos. Con la situación actual de los depredadores, la mayoría son más bien bandas de perros callejeros. Así que supongo que querrás escuchar mi oferta completa.
—¿Oferta completa?
—Si. Quiero que seamos socios, Silas. Nixstrike podría ganar mucho más si se unen a mí.
—¿Y qué quieres a cambio?
Syn notó una gota de desconfianza en su voz al pronunciar sus palabras. Se percató de como Silas colocaba su mano en la parte de atrás de su cintura, donde tenía su pistola.
—¿A cambio? —Kaito rio —Ay, Silas, te has acostumbrado mucho a negociar. Esto no se trata de un intercambio, no te pido nada.
Silas se relajó un poco, pero le mantuvo una mirada tensa a Kaito.
—Bien, bien —continuó éste —Tal vez si hay algo que quiero a cambio. Pero solo es su lealtad, es todo.
—¿Qué quieres decir con eso? —inquirió Silas.
—Lo que escuchaste. Me prometerán su lealtad y yo les daré todo lo que necesiten. ¿Qué dices?
El joven de cabello plateado desvió la mirada hasta encontrarse con la de Syn. En sus ojos bicolores podía ver la desconfianza y su urgencia por salir de ahí cuanto antes. Luego de unos momentos, Silas devolvió su mirada al hombre.
—Creo que me quedaré con la primera oferta —respondió —Nixstrike ya tiene un líder. Pero igual podemos hacer negocios, Kaito.
—Es tu decisión, Silas. La oferta seguirá abierta por si cambias de opinión.
—Lo tendré en cuenta. Ahora, sobre el pago...
—Claro, claro, no me he olvidado de eso.
Kaito le hizo un gesto con la mano al guardia para que trajera el dinero. Éste así lo hizo y cuando regresó, colocó un maletín lleno de billetes en la mesa delante de Silas. Luego de revisar el pago, Silas y Syn se levantaron de sus asientos. El chico se bebió de un trago el vino de ella y cargó el maletín.
—Un placer hacer negocios, Kaito —Silas estrechó la mano del hombre.
—El placer es mío, Silas. Espero verte pronto por aquí.
—Así será. Vamos, Syn.
La chica siguió a Silas de regreso al auto. Cuando hubieron salido de aquel lugar y estuvieron de camino a casa, Silas fue quien habló.
—Hablemos de tu parte, ¿de acuerdo?
—Si, sobre eso...
—Déjame hablar. Quedaremos cincuenta y cincuenta, ¿de acuerdo? Te lo mereces.
—¿Qué? —ella se quedó con la boca abierta —Silas, yo... te lo agradezco mucho, pero, creo que debería dejar un poco más para los chicos.
—De eso me encargaré yo. Quiero que te quedes con la mitad, fuiste una parte fundamental de la misión, además, ya no eres una niña y es tu primera misión. No pienses en Nixstrike ahora.
—No sé cómo agradecerte, ya que lo pienso, creo que la mayoría del tiempo fui un estorbo.
—No es así, es lo justo. De hecho, fue más entretenido contigo como mi socia.
—¿Enserio? Creí que preferías trabajar solo.
—Así era, hasta que apareciste tú —Silas le alborotó el cabello.
—¡Basta, Silas! —ella se rio.
Los días pasaron. Syn empezó a acompañar a Silas con más frecuencia, fortaleciendo su vínculo. Ella disfrutaba mucho de ser su compañera y al mismo tiempo le servía como parte de su entrenamiento. Sin embargo, ninguno de los dos sabía que esos buenos momentos estaban por llegar a su fin.
Aquel día, ambos se encontraban en la sala de su hogar, contando el dinero recibido de su última misión.
—Aquí está tu parte, guárdala bien —Silas le dijo a ella.
La joven juntó el dinero entre sus manos y se lo llevó a su habitación. Cuando regresó, estaba muy interesada viendo algo en su teléfono.
—Silas, hay una nueva película y se estrena hoy en la noche. Aparecen dragones en la portada —comentó.
—¿Ah sí? —él preguntó, sabiendo que le pediría ir a verla.
—Mhm. ¿Podemos ir a verla? No tenemos nada importante mañana —la chica junto sus manos y abrió sus ojos grandes.
—Está bien —Silas no pudo negarse al sentir esa mirada tierna.
—¿De verdad? ¡Genial! —ella dio un salto de alegría.
En eso, el teléfono de Silas empezó a sonar. La expresión de él se ensombreció al ver quien era, un amigo cercano de Buck y un socio al que conocía desde hace bastante tiempo. Le hizo una seña a ella de que lo esperara ahí. Luego se levantó y se retiró a su habitación. Syn se sentó en el sillón y se preguntó si algo urgente había surgido. Silas tardó algunos minutos en regresar y cuando estuvo de vuelta, se notaba preocupado.
—¿Qué sucede? —Syn preguntó.
—Un asunto que debo atender. No me tardo —él respondió poniéndose su chaqueta de cuero.
—¿No puedo ir contigo? —ella se incorporó.
—Esta vez no, pero tranquila, volveré a tiempo para la película. Espérame aquí hasta que regrese y no abras la puerta, ¿entiendes?
—Mhm.
—Bien, vuelto en un rato.
—Está bien. Suerte.
Silas se despidió de la chica y salió cerrando la puerta detrás de él. Syn se quedó sola en la casa durante un buen rato, viendo películas para que el tiempo pasara más rápido. Se empezó a preocupar cuando vio la hora y se dio cuenta de que habían pasado casi dos horas desde que Silas se había ido. Decidió llamarle sólo para asegurarse de que todo estaba en orden, pero él no contestó. Syn le llamó varias veces, pero no obtuvo respuesta, por lo que se alarmó todavía más. Al final no tuvo otra opción que esperar, seguramente estaba demasiado ocupado para atender el teléfono. Un rato después, la joven volvió a llamar. Silas seguía sin contestar. Ella le dejó varios mensajes preguntándole dónde estaba y si todo andaba bien. En eso, se oyeron golpes en la puerta. Alguien estaba tocando. La chica recordó que Silas le había dicho que no le abriera la puerta a nadie, y definitivamente no podía ser él, pues nunca tocaba la puerta. Los golpes resonaron de nuevo, esta vez más fuerte Syn se levantó del sillón, temerosa. Junto con los golpes en la puerta, alcanzó a escuchar algo más, gruñidos. Su corazón empezó a latir muy rápido, retumbando en su pecho. Había un depredador ahí afuera.
—Carajo, carajo. ¿Y ahora qué hago? —murmuró para sí misma.
Al estar segura de que afuera de la casa había un depredador, subió rápidamente a su habitación y tomo su Escama de Dragón junto con el resto de sus armas. Pero cuando estaba a punto de bajar otra vez, la puerta fue destruida, dejando pasar a varios hombres acompañados de depredadores. Ella logró verlos desde las escaleras.
—¡Encuéntrenla! Debe estar en algún lado —exclamó un hombre a sus compañeros.
Syn notó que traían unos dispositivos circulares en las manos y que los depredadores llevaban collares con una luz roja.
—Con eso los controlan —susurró.
Inmediatamente, un depredador se volvió en su dirección. Ella alcanzó a esconderse detrás de una pared, evitando que la viera. Pero los depredadores ya estaban detectando su olor. Syn preparó su pistola por si era necesario disparar. Como los depredadores todavía no se acercaban, decidió llamar una última vez a Silas, pero él no contestó la llamada. La joven ya estaba muy preocupada por él. Mientras tanto, los depredadores olfateaban la sala y no tardaron en empezar a destruir los sillones y muebles. Syn se tapó la boca con las manos para no gritar y se metió de nuevo en su habitación. Escuchó como alguien subía por las escaleras y rápidamente se metió debajo de la cama. Un hombre se paseó por el pasillo antes de entrar en la recámara donde estaba oculta la chica. Ella se quedó inmóvil, rogando porque no la encontrara. Para su alivió, el hombre se retiró luego de revisar la habitación. Syn salió de su escondite y se asomó discretamente. Logró ver como el hombre bajaba de vuelta a la sala.
—No está arriba —informó al resto.
—Tiene que estar aquí, búsquenla bien —espetó el líder del grupo.
—¿Y si Silas regresa? —preguntó otro de ellos.
—¿Acaso le tienes miedo a un fantasma? Silas ya está muerto —repuso el líder.
Al escuchar esto, Syn se contuvo para no gritar. ¿Había sido una trampa? Quizás esa llamada había sido un engaño para separarlos y así matarlo a él y capturarla a ella.
—Tengo que salir de aquí —Syn se dijo a sí misma.
Rápidamente, tomó su mochila y metió varias cosas, dinero, ropa y objetos importantes. Cuando terminó y cerró la mochila, se escabulló por la ventana de su habitación. Para su fortuna, la pared era rocosa, por lo que pudo bajar sin lastimarse. Inmediatamente que sus pies tocaron el suelo, echó a correr tan rápido como pudo. Pero, los depredadores habían seguido su olor y ahora iban detrás de ella. Syn, llena de ira por la aparente muerte de Silas, frenó en seco y disparó varias veces con la Escama de Dragón. Las balas blancas impactaron en los depredadores, matándolos al instante. Hecho esto, corrió de nuevo, alejándose de su hogar, donde todavía había más depredadores y secuaces de alguien que quería capturarla.
Syn encontró una choza abandonada en la cual se metió, temiendo que más depredadores la estuvieran persiguiendo. Pero aún después de varios minutos, no escuchó rugidos ni pisadas acercándose. La chica sacó su teléfono y con las manos temblándole, llamó de nuevo a Silas. Como era de esperarse, no hubo respuesta. Lágrimas comenzaron a formarse en los ojos de la joven, aceptando la posibilidad de que Silas estuviera muerto.
—No... por favor, no... Silas, dime que no es cierto. No me abandones...
Desesperada marcó una y otra vez. Su corazón se partió en mil pedazos. Soltó su teléfono y se dejó caer, apoyándose en una pared. Las lágrimas corrieron por sus mejillas y luego por su cuello. Llorando, juntó sus rodillas a su pecho y escondió la cabeza. Jamás hubiera pensado que esa noche iba a ser la última que vez que lo vería. Silas estaba muerto y ella sola de nuevo. Podía ir a refugiarse a la base de Nixstrike, pero si la habían localizado una vez, era seguro que lo harían de nuevo. Y no solo eso, también matarían a todo aquel que intentara protegerla, como le había sucedido a Silas.
—Es mi culpa... todo es mi culpa...de no ser por mí, todavía viviría. Soy una maldición para todos...
Syn se quedó en aquella morada abandonada toda la noche, llorando y lamentándose por la muerte de Silas. Todavía con una leve esperanza, le llamó una última vez en la madrugada. Se soltó llorando más fuerte cuando él no contestó. No tuvo otra opción que aceptar las cosas tal y como eran ahora, nunca volvería a verlo, se había ido para siempre, como su madre y como Buck. Estaba sola otra vez. Con los primeros rayos de sol que se colaban por los agujeros de la choza, Syn se limpió las lágrimas y salió del lugar. Aquel amanecer era hermoso, como pocos en el Bajo Distrito. Deseaba poder verlo con Silas, pero lo único que quedaba de él era su recuerdo.
La chica caminó sin rumbo, un paso tras otro, arrastrando los pies, su cabeza baja, el cabello cubriéndole la cara, sus brazos cruzados. La calle parecía desconocida para ella, todo era desconocido. Las lágrimas caían desde sus ojos hasta impactar con el suelo desnivelado. La culpa la consumía, el dolor la estaba destruyendo poco a poco, su alma se había convertido en un frágil pedazo de cristal que se estaba desmoronando. Su cabeza se llenó de imágenes, recuerdos sobre su madre, Buck y Silas. ¿Por qué se le negaba la felicidad? ¿Por qué tenía que cargar con esa maldita inmunidad? Lo que en su momento había sido un don era ahora una maldición que la condenaba a perder a todo aquel que deseaba protegerla. No podía volver a su hogar, y tampoco ir a la base. Pero sola también corría mucho peligro.
—¿Qué debo hacer? —sollozó.
Todo a su alrededor le traía recuerdos que se enterraban en su alma como afilados cuchillos oxidados. Sus piernas temblaban, su cabeza le pesaba, su espalda se encorvaba. No podía quedarse ahí, simplemente no podía. El dolor era demasiado grande, no iba a poder soportarlo. Solo le quedaba una opción, cruzar al Alto Distrito y comenzar de nuevo. Sabía que, si se quedaba ahí, los recuerdos y la culpa terminarían matándola, así que, si quería que las muertes de sus seres amados no fueran en vano, tendría que continuar de alguna forma. Aun había algo por lo que vivir: sus memorias.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.