Depredador

16: Culpa y venganza

Syn se levantó de entre los escombros. Su brazo estaba sangrando, pero no le importó en lo más mínimo. El depredador contra el que ella y su equipo luchaban era más relevante que una herida. La joven se limpió la sangre que tenía en el rostro y acercándose de nuevo a la bestia preparó su arma Escama de Dragón. Echó a correr de vuelta a la batalla y disparó una vez tras otra. Al sentir las balas, el depredador se volvió en su dirección y a grandes zancadas avanzó en su dirección. Dos de sus compañeras dispararon también contra el monstruo, mientras Syn utilizaba un cúmulo de escombros para saltar y caer sobre el depredador. Éste se retorció y saltó con la intención de librarse de ella, quien se aferró fuertemente a su pelaje. A continuación, desenvainó su cuchillo y se lo clavó en el cuello. Le hizo una seña a sus compañeros de que le ayudaran a derribar al depredador. Los demás tomaron una cadena de ambos extremos y la enredaron en las patas del animal. Éste cayó al suelo, aun gruñendo y retorciéndose. Syn se aferró al monstruo para no caerse y una vez que este estuvo inmovilizado contra el suelo, le apuntó con su arma y le disparó directo a la cabeza. El depredador quedó inerte luego del disparo. Syn se relajó al observar el cuerpo sin vida.

—¡Bien hecho, Syn! —exclamó una de sus compañeras, castaña de ojos oscuros y con el cabello corto hasta los hombros.

La otra se bajó de un salto y colocó su pistola en su espalda. Su amiga aplaudió.

—Eso fue peligroso —habló la líder del escuadrón —Pero lo hiciste bien, Syn.

La joven inclinó la cabeza a manera de respeto y agradecimiento.

—¿Qué hacemos con esta cosa? No vamos a llevárnoslo, ¿o sí? —preguntó otro miembro del equipo, un chico joven de cabello negro.

—Si lo haremos. Será útil para nuestras investigaciones. Debemos regresar a la frontera —respondió la líder.

A su señal, los demás encadenaron el cuerpo del depredador y lo arrastraron hasta llegar a la frontera con el Alto Distrito, donde habían dejado su nave. Los oficiales saludaron amablemente al equipo de cazadores y los dejaron pasar sin ningún problema. Syn no pudo ocultar que se sentía un poco incómoda ante las miradas de los oficiales.

—Oye, calma, sé que no es fácil volver a este lugar tan seguido, pero nos tienes a nosotros. Eres una cazadora —su amiga le dijo.

—Lo sé, Xena, lo sé. Estoy bien, de verdad —contestó Syn.

Xena le sonrió y ambas siguieron al grupo hasta llegar a la nave, un vehículo aerodinámico de color blanco con el símbolo de la Asociación de Protección contra Depredadores. Con algo de trabajo, los cazadores subieron el cuerpo del depredador en la parte trasera.

—¡Puaj! Qué asco... —se quejó el pelinegro.

—¿Qué pasa, Luke? ¿No te agrada tu nuevo amigo? —bromeó Xena.

—Qué graciosa —él entornó la mirada y le hizo una mueca.

Posteriormente, todo el equipo subió a la nave. Ésta se elevó y se dirigió al edificio de la Asociación, donde aterrizó en la parte superior junto a otras naves de la misma. Syn y sus compañeros bajaron del vehículo para encontrarse con la Directora, una mujer alta de cabello blanco que había perdido la vista en un ojo hacía años gracias a un depredador.

—Bien, hecho, me alegra que todos estén sanos y salvos —dijo esta con voz serena.

Xena le dio un pequeño empujón a Syn, pues tenía una herida que debía tratarse. La Directora se percató de esto.

—Syn, querida, ¿cómo te hiciste eso? —preguntó angustiada.

—Los escombros... —Syn respondió encogiéndose de hombros.

—Ve ahora mismo a que te curen esa herida. Podría infectarse —la Directora le ordenó.

—Si, señora —la castaña asintió y entró en las instalaciones.

El edificio era de un suave color plateado tanto en el exterior como en el interior y las luces se encontraban en las paredes, encendiéndose al detectar movimiento. Syn se dirigió a la enfermería, lugar dónde se encontraba Neon, un joven un par de años mayor que Syn y uno de los mejores médicos en el Alto Distrito. Era un chico amigable que siempre llevaba su cabello azulado recogido en una coleta despeinada. Según muchos en la Asociación daba más la impresión de un científico loco que de un doctor.

—¿Syn? ¡Vaya! Me preguntaba cuando vendrías —él recibió a la chica amablemente —No porque quiere que te lastimes o algo... solo... me... me agrada verte por aquí —añadió tartamudeando un poco.

—Bueno, tienes suerte —la chica le mostró su herida.

—¿Cómo te la hiciste? —Neon se mostró preocupado.

—Un depredador me golpeó y me rasgué con una lámina. Al parecer el Bajo Distrito está más lleno de escombros que de depredadores.

—Ya veo. Debo revisar que no esté infectada. El metal es peligroso.

Neon le indicó que se sentara y sacó algunos instrumentos para examinarle la herida. Luego regresó con ella.

—Veamos...

Syn se rio un poco al ver lo concentrado que estaba.

—Shhh, no me dejas concentrarme —masculló él.

La joven tomó este comentario con humor y volvió a reír. Un par de minutos más tarde, Neon terminó de checar la herida y dejó sus instrumentos a un lado.

—No se ve infectada y conociéndote sanará muy pronto. Te daré un gel especial para que no queden cicatrices, pero cualquier cosa extraña que sientas, quiero que vengas directamente conmigo, ¿está bien?

—Neon, bien sabes que no puedo transformarme, no tienes de que preocuparte. Estaré bien.

—Solo quiero asegurarme. Sé que con tus superpoderes estarás como nueva en menos de una semana.

En eso, se escuchó como alguien tocaba la puerta y unos momentos después, Xena entró en la enfermería. Se dejó caer en una silla, soltando un suspiro.

—Vaya día, ¿no creen?

—¿Y el depredador? —Syn preguntó.

—¿Te preocupa el depredador? Lo usarán para investigar una cura como de costumbre —dijo Xena.

—Solo era curiosidad —aclaró la otra.

—Por cierto, la Directora quiere verte en cuento estés disponible. Cuanto antes sea, mejor.




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