Depredador

27: Noche Blanca

El gato robótico subió a la mesa y se restregó contra el brazo de Syn. Ella sonrió.

―Vaya que eres cariñoso para ser un robot. ¿Quieres un poco de pescado? Te daré pescado.

Al abrir el refrigerador y posteriormente el compartimento donde debería estar el pescado, se encontró con que estaba vacío. De hecho, casi todo el refrigerador estaba vacío.

―Ok, bien. Supongo que es hora de hacer algunas compras.

A continuación, seguida del gato, regresó a la sala, dónde Silas hojeaba un libro que él mismo le había regalado hace años.

―Saldré un rato. Regreso pronto ―anunció la castaña.

―¿A dónde vas? ―Silas preguntó.

―Nos estamos quedando sin suministro de alimento, así que alguien tiene que reabastecer.

―¿No quieres compañía? ¿O te basta con el gato?

―¿Vendrías conmigo? ―los ojos de Syn brillaron ―Pensé que no tenías intenciones de salir... ¿Y si alguien te reconoce?

―Empieza a nevar, tranquila, me cubriré.

―Entonces vamos. Conozco un bazar que está cerca del centro de la ciudad.

Luego de tomar ropa abrigadora por el frío, ambos salieron del apartamento. En la calle había pocas personas, pero se compensaba con la abundante cantidad de copos de nieve que caían del cielo. Syn extendió su mano para que uno de estos cayera en su palma. Después se lo mostró a Silas.

―Es muy bello ―comentó él.

―Lo sé. El Alto Distrito tiene sus cosas buenas. No había puesto atención a lo hermosa que puede ser la nieve hasta que llegué aquí. Desde entonces, he aprendido a disfrutar más de las cosas que están frente a mí.

El copo de nieve se derritió en su mano, convirtiéndose en gotas de agua que Syn dejó caer a la nieve. Los dos siguieron caminando. Los árboles y las casas estaban adornadas con luces y guirnaldas. Esto llamó la atención de Silas.

―¿Para qué son esas cosas? ¿Festejan algo?

―La Noche Blanca. Es una festividad muy popular en el Alto Distrito. Créeme, yo estaba igual la primera vez. Xena me lo explicó todo y ahora... bueno, me ayuda a recordar los momentos buenos. Las personas se unen, dan gracias por lo que tienen. Nunca veo al Alto Distrito tan unido como en estos días, sin preocupaciones, sin angustias, todo es tan tranquilo.

―¿Y tú no decoras tu apartamento?

Syn suspiró.

―Xena siempre me insistía que lo hiciera, pero mi alma no estaba en paz. ¿Cómo podría ser parte de una celebración de paz si todo mi interior era un desastre? Todo lo que podía hacer por ella era acompañarla a celebrar con su familia. Y si, eran muy buenos conmigo, pero me faltaba mi familia, me faltabas tú.

―¿Y… qué tal ahora?

―¿Ahora?

―Compremos luces y adornos. Hay que tomarnos un tiempo. Nos lo merecemos, ¿no crees? Continuaremos con la misión, claro, pero creo que ya has tenido suficiente por ahora ―Silas la tomó de la mano.

Syn levantó la mirada hasta que sus ojos se encontraron con los de él. Una sonrisa nostálgica se dibujó en su rostro.

―Sólo si es contigo ―dijo.

Silas pasó su mano por ese lacio cabello castaño que le había hecho tanta falta.

―Bien, entonces, ¿qué estamos esperando?

La joven cazadora tomó la mano de Silas y lo hizo caminar más rápido para llegar al bazar cuanto antes. Por un momento, él pudo ver a la niña alegre y optimista que alguna vez había conocido. Esa niña seguía ahí, herida, pero aún estaba ahí, detrás de todo el dolor y el sufrimiento de la cazadora.

Después de comprar lo que hacía falta de comida para el apartamento, juntos se dirigieron al bazar especial donde se vendían adornos de la temporada. Todo estaba lleno de luces y música, las personas se juntaban frente a los vendedores para comprar todo lo que podían. Muchos también vendían árboles para decorar.

―¿Por qué las personas compran árboles? ¿Qué hacen con ellos? ―Silas preguntó.

―Oh, es una tradición poner un árbol de estos en casa. Xena dice que deben colocarse esferas y adornos al gusto de cada quien.

―La gente aquí tiene costumbres… particulares.

―Con el tiempo te acostumbras. ¡Mira eso! ―Syn exclamó al ver una bola de cristal

Silas tuvo que apresurarse para alcanzarla. Ella le entregó el objeto con una sonrisa en los labios.

―Agítala ―indicó.

Él así lo hizo. La nieve que estaba dentro de la bola de cristal se alzó para después caer lentamente sobre la diminuta casa que estaba adentro también.

―Es linda ―señaló.

―La compraré.

Syn se acercó al vendedor para entregar dinero a cambio del adorno. El hombre con expresión amigable, le mostró otros de sus productos. Silas observó como a la chica se le iluminaba el rostro al ver las figuras. Se convenció de comprar unas cuantas muy escogidas. El de cabello plateado no podía dejar de mirarla.

―Xena tenía razón, todo se pone hermoso en esta época ―ella hizo una pausa al encontrarse con la mirada de Silas ―¿Qué sucede?



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En el texto hay: cienciaficcion, romance, postapocalipsis

Editado: 19.12.2025

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