Raphel, oculto entre los callejones respiraba agitadamente, sentía que sus latidos resonaban en las paredes. Los cazadores que venían tras él se dividieron entre los diferentes callejones.
―Quiero a ese depredador vivo, ¿entendieron? ―la voz del líder del escuadrón le indicó a Raphel que estaban más cerca de lo que pensaba.
El chico sacó una navaja para defenderse en caso de que los cazadores lo encontraran. Pero eran demasiados, unos siete como mínimo y eran de alto rango. Raphel se asomó discretamente entre dos casas que formaban una intersección oscura. Tres cazadores se acercaban con espadas y rifles, preparados para capturarlo sin importar los medios.
―Mierda ―murmuró el joven depredador para sí mismo.
De repente, una bala atravesó las ventanas de una de las casas y paso a milímetros de distancia de la mejilla de él.
―¡Se los dije! ¡Ahí está! ―exclamó un cazador.
―¡No lo dejen escapar! ―ordenó el líder.
Los cazadores echaron a correr en dirección a Raphel, quien rápidamente terminó de romper la ventana que había sido atravesada por la bala. La casa estaba vacía, así que pudo entrar sin ningún problema.
―¡Está adentro!
Los cazadores se metieron por el mismo lugar, pero Raphel ya estaba trepando al techo. Con su agilidad probablemente le sería más fácil escapar de ellos. Para cuando estos subieron también, el depredador ya estaba saltando a la siguiente casa. Los cazadores no perdieron ni un segundo antes de empezar a dispararle y perseguirlo. Raphel saltó de techo techo, corriendo tan rápido como sus piernas se lo permitían. Las balas pasaban junto a él, casi rozando su piel, pero ninguna lograba alcanzarlo. Saliendo de aquellos callejones, las casas se convertían en los altos edificios del Alto Distrito. Raphel tuvo que saltar, pero al caer desde esa altura, su pierna se torció. Con trabajos logró levantarse, pero no podía permitir que la capturaran, así que se obligó a seguir corriendo, aunque la torcedura ocasionaba que toda la pierna le punzara. A pesar de la cantidad de autos que circulaban de un lado a otro de las calles, Raphel no se detuvo. Saltó, subió y bajo de los autos, mientras estos se detenían de golpe. Los cazadores, sin embargo no tuvieron la misma destreza y se detuvieron a esperar que los autos terminaran de pasar. Esto le dio tiempo a Raphel de ganar distancia. Cuando los cazadores lograron pasar, ya no podían identificarlo.
―¿¡Qué esperan?! ¡Búsquenlo! ―espetó el líder.
Mientras tanto, Raphel no aminoró el paso, al contrario, trató de alejarse lo más rápido posible para regresar a su guarida con los demás. Afortunadamente, ésta no estaba tan lejos de dónde lo habían estado persiguiendo. Para cuando llegó, apenas podía mantenerse en pie. Con trabajos bajó al sótano y atravesó el túnel. Zayden, Xever, Caine, Silas y Syn estaban ahí esperándolo.
―¡Raphel! ―Xever exclamó al verlo.
―Los cazadores… agh… están más cerca que nunca. Eran siete u ocho… apenas pude escapar ―dijo este apoyándose en su amigo.
Zayden, con la mirada endurecida se levantó y se acercó lentamente. Raphel se limitó a bajar un poco la cabeza ante su líder, que estaba visiblemente disgustado.
―Te ordené que no fueras, que te quedaras aquí. Les advertí sobre el peligro de los cazadores. ¿No es así, Raphel?
―Si, Zayden. Lamento haberte desobedecido.
El pelinegro suspiró para después tocarle el hombro.
―¿Estás bien? ¿Te lastimaron? ―preguntó en un tono más suave y comprensivo.
―Solo fue una caída, estoy bien.
―Hay que curarte de todos modos.
Xever llevó a su compañero a uno de los desgastados sillones. Raphel se dejó caer pesadamente.
―Déjenme ayudar. Sé tratar cualquier tipo de lesión ―dijo Syn amablemente.
―Gracias, Syn ―respondió Raphel.
―¿Qué hacías afuera? Es peligroso para ustedes.
―Lo sé, es sólo que… bueno… quería desearle un feliz Noche Blanca a mi tía, ella me cuidó toda la vida desde que mis padres murieron. Pero ella... ya no estaba ahí… se fue de la casa. A decir verdad no la he visto desde que me convertí en un depredador.
Syn bajó la mirada. Las palabras de Raphel le trajeron recuerdos de su madre y el momento en que la había perdido para siempre.
―Lo entiendo ―sonrió ―También perdí a mi madre cuando era una niña. Fue entonces que Silas me encontró.
―Eso nos contó él ―Raphel le lanzó una mirada a Silas.
―¿Cómo fue que se convirtieron en depredadores? No toda la vida fueron... lo que son ahora ―Syn preguntó mientras empezaba a revisar la torcedura de su pierna.
―Yo nací en el Alto Distrito ―Raphel fue el primero ―Quería ser artista desde niño y mi tía siempre me apoyó. Todo fue muy rápido, apenas lo recuerdo. Yo estaba en el estudio de baile, ensayando como siempre. Ese día… también era el aniversario de la muerte de mis padres, se suponía que regresaría a casa antes del anochecer. Cuando salí del estudio, vi a todos corriendo y asustados. Un depredador de fase avanzada había escapado, era un monstruo, su humanidad había desaparecido por completo. Me hirió. Regresé a casa más tarde de lo que debía, mi tía estaba molesta. Pero cuando le mostré la herida… no tuvo ni siquiera que preguntar. Me dijo que todo estaría bien, que no me abandonaría. Pero en la noche decidí irme, no quería ponerla en riesgo. Viví solo desde entonces y me aseguré de que no pudiera encontrarme, sin embargo, cada año la veía sólo una vez... hasta que me capturaron. No tuve la fuerza para regresar...