Depredadores Sueltos

Presas

Charlie

Mis padres me dejan ir de cacería con ellos, ahora que ayudé a deshacernos de James Solart me consideran como un cazador lo suficientemente maduro para salir de cacería más seguido. Esta vez vamos por un merrador, un demonio con una forma de cocodrilo con torso humano y cabeza de pez (O eso es cómo lo veo yo, estas cosas suelen ser difíciles de describir por lo anormales que son); tenemos a nuestra ventaja que las escamas que tienen en todo el cuerpo son claras y visibles durante la noche, pero lo malo es que son veloces.

— ¿Y cómo les fue a ti y a Dandy en esa reunión de jóvenes? —mi padre me pregunta por esa fiesta, aunque lo dice en voz baja para no alertar al merrador.

— Excelente, Dante se ve más emocionado con respecto a su licantropía, debimos haberlo hecho desde antes.

— Esas son muy buenas noticias, era cuestión de tiempo para que se adaptara —mamá sigue sosteniendo con fuerza su hacha dorada, la domina por completo.

— También vamos a incluir a Shane, aunque aceptó todo más rápido que Dan —Dan tuvo todo un proceso complicado para aceptar quién es ahora, casi todo fue porque le sucedieron tantas cosas en tan poco tiempo; lo contrario a Shane que para cuando me enteré que era parte de la manada de Dan lo presumió conmigo y Danna cuando se enteró que éramos de los suyos.

— ¿Shane no es el chico que se cayó en el festival del día de las madres? —aún recuerdo ese día, llamaron a la ambulancia por una fractura, aunque Shane no fue el protagonista de dicha historia.

— Ese fue Erick Menville, papá, Shane fue el que cantó después.

— Ah, el que no sabe tocar la guitarra —antes era muy malo, aunque su voz es muy buena no se podía decir lo mismo de su habilidad con la guitarra, no le atinaba a ninguna sola nota.

Ese demonio aparece y espero las indicaciones de mis padres, sé que tiene un punto débil, pero no quiero atacar sin un plan o perderé la oportunidad de volver a cazar con ellos y ni hablar de cazar por cuenta propia.

— Usa la espada de plata, es un demonio menor —desenvaino la espada que me indica mi madre, esta vez no llevé mi arco para aprender a usar las espadas correctamente.

Me acerco lentamente sin llamar la atención, es sensible al sonido, no sé a donde debo apuntar, la parte de lagarto está protegida por las escamas y el torso humano está muy lejos de mí para encajarle la espada.

— La cintura, hijo —dice mi madre con una espada lista por si algo sale mal, lo que voy a evitar que pase.

Me acerco más intentando esquivar las hojas naranjas y las ramas, el sigilo es clave y al estar justamente detrás del merrador no puedo emitir ningún sonido, lo que significa que no puedo usar una invocación de sigilo o invisibilidad. En cuanto para e intenta darse la vuelta le encajo la espada en su espina dorsal y doy un salto hacia atrás para que no me caiga el chorro de ácido que escapó. No lo maté, es más, la espada se quedó atorada. Adiós a salir de cacería. Saco la daga de plata que mis padres me aconsejaron llevar y tras darle una fuerte patada en la cara le lanzo la daga directo al ombligo, matándolo de una vez, aunque cuando empieza a convulsionar mis padres me jalan con fuerza a unos árboles cerca, y lo hacen con una buena razón. El demonio explota en pedazos, como estamos protegidos detrás de unos árboles no nos cae nada, pero soy testigo de cómo la daga sale disparada de los restos del demonio y pasa muy cerca de mi cara, rozando mi mejilla. La espada cae cerca de mí, lista para que yo la tome, una característica que algunas espadas tienen y son difíciles de conseguir por lo que dijo mi padre.

— Bien hecho, hijo —me felicita mi padre con una gran sonrisa, al final cumplí con la misión.

— La próxima vez aléjate de los demonios cuando estén muriendo, hijo, no todos se derriten —mi madre me reprende por mi error que fácilmente me pudo matar, aunque no puedo decir que salí ileso—. Llegando a la casa desinfectas la herida.

Después de recuperar mi espada y sacar la daga del árbol, una tarea más difícil que matar a un demonio menor, mis padres me mandan a casa para seguir con la cacería. Lo hice bien, pero prefieren que mi entrenamiento sea progresivo en lugar de enfrentarme a demonios mayores para la primera misión; no quieren eso, prefieren ir a lo seguro e ir avanzando de nivel hasta que sea un cazador hecho y derecho. Ellos siguen por ahí en busca de un demonio shaak y yo me doy la vuelta para llegar a casa antes. El bosque sigue siendo aterrador de noche, eso no ha cambiado en nada, hay mucha oscuridad y sombras que asustan a cualquiera y resultan ser una coincidencia que la sombra parezca ser de una persona. Mi habilidad me ayuda a no perderme porque a primera vista el bosque parece estar en un bucle infinito sin salida, me atrevo a decir que veo las mismas rocas en distintos lugares, como si estas se movieran.

La luna menguante brilla con intensidad, es lo único que ilumina al bosque, con la poca luz que da y mi habilidad avanzo a través del bosque sigilosamente, sigue habiendo algunos demonios por aquí y no estoy para combatirlos, estoy cansado y mañana tengo clases. Una rama se rompe, un animal salvaje, ¡Genial! Ahora tendré que evitar a un animal posiblemente rabioso, al gobierno le da igual que escapen a las calles y se atreve a cobrar por la vacuna de la rabia, una total hipocresía.

Otra rama vuelve a quebrarse y eso me preocupa, estoy en la mira de alguien. Otra rama, otra vez, una vez más; para cuando me doy cuenta alguien está cerca de mí. Por las sombras no distingo quién, pero sé que se trata de un hombre lobo. Sus ojos son amarillos, ha cometido un homicidio y eso significa que yo sería una de sus víctimas si así lo quisiera, si lo deseara con tantas ganas, si quieisera verme muerto. No dudo ni un segundo y desenvaino la espada de plata, que fácilmente puede lastimar a los licántropos (no los mata, pero hace que no puedan curarse rápido). Se para y veo de quién se trata. Dante tenía buenas razones para desconfiar de los raritos, hay un hombre lobo entre ellos y se llama Chase Walker.



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En el texto hay: lobos, pelea, manadas

Editado: 18.09.2024

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