Los días siguen pasando, sigo en las terapias con la Dra, en la cuales he aprendido a "soltar mi pasado", hago ejercicio, leo y escribo, mi familia viene casi a diario y también volvió Lorena y Camilo vino una vez con ella, nos reímos mucho.
Un día por recomendación de la Dra le entrego las cartas que hice a mi familia, fue una reunión bastante emotiva, acompañada por ella, me guío y a ellos tambien, la leímos como familia, nos abrazamos y lloramos, nos hicimos promesas y terminamos la reunión con la firme intención que vamos a estar más unidos, a estar más pendientes los unos de los otros y cuando sintamos que las cosas no van bien, comentarlo antes de dejarlo pasar y llegar a instancias mayores.
Pasó más o menos una semana de la reunión cuándo me dieron el alta, yo estaba feliz. La Dra tomó la decisión porque ya estaba más estable, me retiró por completo los medicamentos y ya podía dormir sin sobresaltos, aunque cuando salí llevaba una orden en la mano, para consultas dos veces por semana, porque como ella dijo; no me iba a librar tan fácilmente.
El día que volví a casa, me tenían una fiesta sorpresa, en la que estaban Lorena, Camilo junto con un chico al que me presento como su novio, me dijo que yo lo inspire a salir del clóset, porque sentía que si no lo hacía iba a terminar igual o peor que yo, sin ofender y no lo hizo.
El tiempo pasó, las cosas iban mejorando, yo seguía en mis terapias algunas veces me acompañaba mamá, y otras iba sola.
Cuando empezó el semestre siguiente y volví a la universidad, me lleve la sorpresa que tanto Lorena como Camilo lo habían perdido, adujeron que los problemas que tenían y la vagancia por la que eran famosos logró ese resultado, pero que estaban felices porque íbamos a estar juntos, eso me alegro por primera vez en mi vida tenía amigos de verdad. Terminamos siendo conocidos como los "ñoños", algunos me criticaban porque los había cambiado, pero eso no era cierto, ellos fueron los que me cambiaron a mí.
Cambie mi forma de vestir, me hice algunas mechas en el cabello y si, la Dra Ximena tenía razón, era un lienzo en blanco y no se equivocaba.
Sofi terminó el colegio y entró a estudiar psicología, eso me hizo muy feliz y aunque estaba en otra carrera y estaba en 1 semestre no se separaba de nosotros, le iba muy bien y la Dra Ximena la asesoraba cada vez que podía, claramente sin implicar a sus pacientes.
Yo me empecé a relajar con la universidad, eso no quiere decir que haya bajado mi promedio, pero no me exigía tanto ya, cuando llegó la hora de hacer nuestras prácticas, mi papá nos aceptó a los tres como pasantes, aprendí a conocer la empresa y me enamoré de ella.
Hoy es el día de mi grado, me compré un hermoso vestido ceñido al cuerpo a la altura de las rodillas, azul celeste; color que realza mis ojos dramáticamente, me lo pongo, me maquillo y me peino, me siento hermosa, y se que lo soy. Me miró una última vez en el espejo, tomó mi bolso y cuando voy a bajar las escaleras la escucho.
– No creas que te has librado de mí, siempre estaré acá, esperando que caigas nuevamente y esta vez no te va a ser tan fácil salir, querida mía.
Sonrió, tomó aire y bajó lentamente, no es la primera vez que la escucho desde que salí del hospital, pero aprendí a ignorarla, sé que mi felicidad está en mis manos y puede que la depresión siempre vaya a ser una amenaza latente, pero tengo las herramientas para evitar volver a caer.
Llegó a la sala, me reúno con mi familia, nos tomamos una foto en la que salimos felices y hermosos, salimos, nos subimos al carro y tomamos rumbo a mi grado, el sol brilla en lo alto del cielo al igual que en mi vida. Respiró profundo y me siento feliz, porque a partir de hoy inicia una nueva etapa en mi vida.
– Jajajaja, siga soñando. FRACASADA.