Depresión de una Estrella

Capítulo XXI: Tocables

Sol Fuentes.

Desde que llegué al secuestro, sentía la necesidad de inquirir la duda que, de vez en cuando, no me permitía dormir: ¿Cuál era la diferencia entre "intocables" y "tocables"? ¿Y por qué existía el distanciamiento? No obstante, hoy las aclararía mediante el infalible plan que diseñé: sacarle información a las mujeres ajenas a nosotros y a las que se encontraban con los secuestradores, tales como Lía. Di un respingo al idear su trágico perecer y lo que le harían antes de asesinarla. Debía tomar su muerte como ejemplo, así sería meticulosa al relacionarme con los demás.

Acabé el desayuno y dirigí el plato a la barra. No me había dado cuenta de que las señoras de la cocina eran las chicas que pertenecían a la agrupación diferente, unas rondaban por sus veinticinco años y otras por sus treinta. Víctor me dijo que, después que recogían todo, una se quedaba una fregando y barriendo el piso, así que me le acercaría y la interrogaría hasta saciar mis cuestionamientos internos. Esperaba que saliera bien.

La vi lavando los platos. Su cabello amarillo y largo era opaco, su piel era morena, medía lo mismo que yo, estaba un poco encorvada y utilizaba ropa sencilla pero agradable. Al notar mi presencia, se volteó, me sonrió y pronunció mi nombre; decidí no preguntar cómo se lo sabía y proceder a ponerme manos a la obra.

—¿Necesitas ayuda? —escruté y, sorprendida, asintió con la cabeza.

Me coloqué en su lugar y comencé a lavar, ella buscó la escoba para limpiar la cocina. Cuando estaba cerca, le pedí que me dijera su nombre y lo hizo: Ariadna Sandy. Sin saber qué hacer, alagué su físico y creo que le gustó. Aprovechando el momento, solté lo primero que me vino a la mente:

—Amiga, ¿serías tan amable de explicarme explícitamente la diferencia entre "intocables" y "tocables"?

Evalué su semblante, reflejaba inseguridad. Me arrepentí de haber sido tan directa. ¡Dios! ¿Y si corría a delatarme? ¿Y si Echeverri me castigaba porque no estaba leyendo con los demás? ¿Y si me mataban? Respiré profundo, intentando obtener paz interior, la cual no conseguí por ningún lado. Debía calmarme e imaginar escenarios bonitos, no sé por qué incluí en esa lista mi asesinato en "El Cuarto Oscuro" con implementos de repostería. Impactándome, ella curvó los labios.

—A nosotras nos escogen los secuestradores, es decir los inferiores de "El Gran Jefe", por lo que recibimos órdenes de quien sea. Somos explotadas: a unas les corresponde los quehaceres, el que es mi caso, a otras salir a trabajar en bares para quitarles el dinero y las jóvenes los complacen en lo que gusten, estas últimas no viven más de dos meses, pues al aburrirse las acaban, tú ya conoces cómo, así que no perderé el tiempo diciéndolo—inició—. En cambio, ustedes son escogidos por el señor Echeverri y nadie más puede tocarlos, porque los castigan o los hacen desaparecer, todo depende del daño que les causen.

—¿Cómo sabes? —dije, sin poder creerlo.

Ella alegó que llevaba viviendo diez años ahí. También confesó que después de que entrabas no había salida, por lo que me recomendó que intentara ser feliz con lo poco que teníamos y los maltratos que recibíamos. Yo, queriendo evadir rotundamente el tema, le interrogué comentándole que si conocía el motivo por el cual mis compañeros terminaron secuestrados y lo afirmó, defendiendo que empezaría por Víctor: "el chico más guapo" según ella y sus amigas.

—Él fue traído aquí porque su padre se asoció con "El Gran Jefe" y terminaron mal. Por supuesto, el señor ya no vive y su esposa tampoco. Sí, es huérfano—informó y puse mis ojos como platos—. Oye, tranquila, no soy como ellos, solo que me considero parte de la familia y, aunque no lo creas, dentro de poco tú también lo serás. Necesitas acostumbrarte, Sol.

Dios mío. No sé qué me asombró más: la situación de los difuntos papás de Víctor o que ella creía que estar secuestrada estaba bien. Bueno, en realidad, el primer tema era el más relevante, porque se trataba del chico que me gustaba y había fallecidos involucrados. Además, recordé que ya, incipientemente, conocía la información, pues Echeverri lo mencionó en una de sus peculiares visitas. Qué ser humano tan cruel, enfermo, insensible y el resto de las descripciones negativas que existan.

Le solicité que continuara con Galilea y dijo que era casi lo mismo que la confesión anterior. Entonces, procedí a pedirle que me hablara de Layla y negó con la cabeza, excusándose con que no estaba autorizada para conversar de ella. No me quedó otra opción que sobornarla, secando los platos que terminaba de lavar; dichosa y afortunadamente, funcionó.

—Ella...—titubeaba—. Su madre era esposa de Echeverri, pero no les prestaba atención porque trabajaba todo el día. Por su parte, la señora se aburría y decidió engañarlo (en ese tiempo Layla estaba en gestación). Meses después, se descubrió el asunto y "El Gran Jefe" aseveró que ese bebé no era suyo y las maldijo. La mujer, la cual era de ascendencia árabe, murió. Se rumora que a Layla le han hecho pruebas de ADN que, por razones que desconozco, su padre no las ha revelado.

Las palabras no son suficientes para describir la emoción que me causó; sin embargo, me hizo entender la actitud de Layla cuando quisieron cambiarnos el vestuario y la razón por la cual ella poseía el Síndrome de Estocolmo. Tal vez su intención era que su papá recapacitara y la dejara en libertad, pero seguramente eso no sucedería. Aunque sea extraño, agradecí a Dios por haberme regalado un magnífico padre que lo dio todo por mí. Siendo lamentable, existen muchos que no corren con la misma suerte.

Por otro lado, aún no tenía claro el por qué de sus discursos. Tomando en cuenta lo que veía en televisión, a la gente en esta vida de crímenes que no guarda secretos, la matan sin compasión alguna. ¿O acaso me conocía al nivel que sabía que no iba a abrir la boca en su contra?




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