Depression

I.

"¿Malia? ¡Estoy en casa, cariño!" La madre de Malia gritó desde la planta baja de su casa.

Cerró la puerta principal y se dirigió a través de la sala de estar, dejando su bolso y paraguas en el sofá, se removió el abrigo que traía puesto debido al frio clima de Londres y lo colgó en el perchero que se levantaba al lado de la puerta principal.

"¡¿Malia?!" Gritó de nuevo, mirando en la cocina y el comedor, sin encontrar a su hija de 16 años. Jennifer comenzó a exasperarse; cerró la puerta de la nevera y decidió ir a buscar a Malia a la planta de arriba.

Tenía un mal presentimiento. Malia solía bajar por la escalera y darle una cálida bienvenida de su trabajo, y el día de hoy, no lo había hecho. Tal vez estaba durmiendo o algo por el estilo, pero Jennifer no podía dejar de sentir aquella preocupación sofocante.

El pasillo de arriba se encontraba insoportablemente silencioso, esto hizo que Jennifer se sintiera más tensa. Se dirigió a la habitación de Malia para descubrir que su teléfono celular estaba en la cama con una gran cantidad de llamadas perdidas y mensajes no leídos del novio de Malia, Michael, pero no habían rastros de su hija.

Jennifer miró hacia la puerta del cuarto de baño, y un escalofrío le recorrió la espalda. Trató de abrir la puerta, pero estaba cerrada y bajo llave. Corrió escaleras abajo en busca de las llaves de las habitaciones, cuando finalmente logró tomar las llaves del tazón decorativo de cristal, corrió otra vez al cuarto de baño. Sus manos temblaban, no era capaz de abrir la puerta con la velocidad que ella esperaba, pero tan pronto como abrió la puerta, un grito desgarrador fue escuchado por toda la casa.

Malia yacía en la bañera, el agua cubría la mitad de su cuerpo y su sangre la coloreaba. Se había cortado el brazo izquierdo con una navaja provocando una gran cantidad de cortes profundos que se habían realizado en diferentes direcciones. Su piel había tomado un color pálido y sus ojos se mantenían cerrados, mientras su sangre caía en el agua lentamente, gota a gota.

"Malia, ¡¿Qué has hecho?!" Jennifer rompió en llanto y corrió hacia el botiquín de primeros auxilios para conseguir algunas vendas y auxiliar a su hija.

Tomó su teléfono y rápidamente marcó el número de Michael.

"¿Hola?" Michael respondió desde la otra línea.

"¡Michael! ¡Soy yo, Jennifer!" Alcanzó a decir entre sollozos.

"¿Señora Poezyn?" ¿Qué pasó?" Preguntó Michael con notable preocupación en su voz.

"¡Es Malia! Se lastimó el brazo, y es bastante grave... Ella intentó suicidarse."

Una respiración pesada, y pequeños sollozos se escucharon en la otra línea, Michael estaba en estado de shock, no lo podía creer. Estaba preocupado porque Malia no había contestado sus mensajes de texto dentro de un largo rato, más su pensamiento se inclinaba más a que se había quedado dormida.

"Michael, ¿sigues ahí?" Jennifer preguntó tratando de no enloquecer.

"Sí, todavía estoy aquí." Tartamudeó.

"Llamaré a una ambulancia, nos vemos en el hospital.

"Vale." Fue lo último que dijo antes de que Jennifer colgara la llamada.

Marcó rápidamente el número de emergencia y esperó impaciente.

"911, ¿Cuál es su emergencia?"

"Huh, sí, Mi hija trató de suicidarse, está en la bañera y tiene heridas abiertas por todo su brazo izquierdo". Dijo rápidamente.

"¿Muestra signos vitales?"

"Sí, está respirando."

"Vale, ¿a dónde debo enviar la ambulancia?"

Rápidamente le dio la dirección de su casa al operador mientras tomaba el cuerpo de su hija fuera de la bañera.

"Estamos enviando una ambulancia ahora, por favor, manténgase en línea."

Jennifer comenzó a sentirse desesperada tan pronto como vio las vendas de Malia teñirse de sangre nuevamente. Se secó las lágrimas y se recogió el cabello en una cola de caballo, su cabello la estaba volviendo loca. Cinco minutos más tarde, el sonido de las sirenas de una ambulancia fue escuchado por Jennifer, le dio gracias a Dios y bajó a abrir la puerta.

La puerta se abrió y los paramédicos se movieron rápidamente a través de la casa, cargando un tanque de oxígeno y tirando de la camilla. Les indicó dónde estaba Malia y esperó abajo durante un par de unos minutos. Finalmente, los paramédicos lograron llegar a la planta baja con Malia en la camilla y respirando del tanque de oxígeno, ella, al verla en esas condiciones, podía escuchar como su corazón se hacía añicos.

"Señora, necesitamos que usted venga con nosotros." Le informó uno de los paramédicos.

"En un momento." Dijo, y con un movimiento rápido tomó su bolso y su abrigo, subió las escaleras y tomó una sudadera para Malia.

Entró en la ambulancia, junto a su hija. Sus lágrimas eran incontrolables, y sus piernas no dejaban de temblar. Tomó la mano de Malia y la lleno de suaves y tiernas caricias durante el trayecto al hospital, ya que estaba consienten de que, una vez allí en el hospital, no estarían juntas mas tiempo. El trayecto debía durar aproximadamente quince minutos, pero esos minutos le parecían eternos a Jennifer, quien luchaba contra aquella preocupación e impotencia sofocante.

Finalmente llegaron al hospital, los paramédicos tomaron la camilla y corrieron rápidamente por los pasillos del pabellón de emergencias; Jennifer sabía que tenía que permanecer fuera, en la sala de espera. Se abrazó a sí misma y dejo escapar un pequeño e inaudible sollozo, luego se dirigió a la sala de espera, donde se encontraría con Michael.

"¡Señora Poezyn!" Una voz masculina habló detrás de ella.

"Michael, me has asustado." Jennifer colocó sus manos sobre su pecho cuando Michael se acercó a ella, sus ojos avellana mostraban su preocupación y su cabello castaño claro estaba despeinado.

"Lo siento, acabo de ver a Malia entrar en las emergencias." Dijo preocupado.

"Sí." Ambos permanecieron en silencio hasta que Jennifer habló de nuevo.



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En el texto hay: desamor, depresion, esquizofrenia

Editado: 04.03.2021

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