Después de que la señora mayor, cuyo nombre era Victoria, saliera de la cocina, ambos amantes se encontraban nuevamente a solas. Adam clavó su mirada en el horno, tratando de no hacer contacto visual con Malia, mientras que ella mostraba una reluciente sonrisa, pues por primera vez en mucho tiempo se sentía plenamente feliz, se sentía viva de nuevo. Adam la había besado minutos atrás, y ella seguía en aquel trance que el rubio le había hecho sentir.
Finalizada su amorosa escena, terminaron de hornear todos los moldes con el pastel de limón, había momentos en los que Adam la tomaba de la mano con gran ternura, haciéndola sentir un inmenso calor en el pecho.
"¿Está listo el postre?" Preguntó Victoria, entrando en la cocina.
"¡Sí, señora!"
"¡Estupendo! Buen trabajo, chicos. Hacen un buen equipo." Victoria tomó un cuchillo y comenzó a cortar el pastel en trozos. "Andando, vayan al comedor y tomen asiento en una de las mesas."
Ambos jóvenes asintieron con la cabeza y tanto Adam, como Malia, se despojaron del delantal que se les obligaba a vestir a todo aquel al que se le asignara una tarea en la cocina, seguidamente, tomaron rumbo al comedor. Ambos se alegraron cuando finalmente divisaron una mesa libre y tomaron asiento en esta, la cena se ofrecía para una convivencia pacífica entre los pacientes internados, pero no todos los pacientes se encontraban allí; desafortunadamente, a algunas personas no se les permitía salir de sus habitaciones de alta seguridad.
"Oye, Adam." Malia llamó su atención.
"¿Sí?"
"¿Sabes? Simplemente no lo he entiendo. ¿Cómo es que apenas tienes 18 años y asesinaste a tu familia entera?" Preguntó Malia, tratando de no sonar tan ruda y directa.
Adam fijó su mirada en ella y tensó la mandíbula, ella se quedó sin aliento de inmediato, supo que lo había arruinado todo.
"Siempre le he tenido miedo a los demonios." Empezó a decir fijando su mirada en un punto aleatorio. "Por lo tanto, mi brillante mente comenzó a hacerme bromas de mal gusto."
"¿Qué se supone que significa eso?" Preguntó confundida.
"Solía ver a mi familia como si fueran demonios. Sus rostros... eran demoniacos."
Malia se quedó en silencio, lamentando el hecho de haberle preguntado al rubio acerca de su familia, era, obviamente, un mal recuerdo para él, y había hecho que él lo trajera a la realidad.
"No salí de mi habitación a lo largo de una semana, estaba asustado... finalmente, perdí la cabeza y yo les disparé a todos con la escopeta de mi padre." Su voz temblaba, luego resopló. "Lo último que recuerdo es ver a mi hermano menor, Liam, corriendo hacia mí con sus ojos llenos de lágrimas... quería abrazarme, pero yo le disparé en la frente justo antes de que lograra abrazarme." Las manos de Adam temblaban y el sudor frío se hacía presente en su cuello y espalda.
Malia abrió la boca sorprendida, pensaba que su familia lo maltrataba y los asesinó en un intento por librarse de ellos... pero no, era una versión completamente distinta e inesperada; se sentía estúpida... Adam se sentía como una mierda y todo era a causa de ella.
"Adam, lo siento tanto... Yo no quería que recordaras algo tan horrible."
"Está bien. Ya lo he superado, solo que no me gusta hablar de eso." Dijo con una sonrisa terna, haciendo sentir a Malia como una tonta enamorada.
En ese momento, Victoria y las enfermeras del hospital comenzaron a servir la cena, Adam dio gracias a Dios, se moría de hambre; más Malia no tenía mucho apetito últimamente.
Nina, la enfermera a cargo del pabellón asignado a los pacientes depresivos, se acercó a la mesa con dos platos es sus manos. Miró a Malia con preocupación, colocó los platos sobre la mesa y seguidamente se retiró a paso apresurado, Malia se sintió confundida ante aquel comportamiento poco profesional.
"¿Viste la forma en la que Nina me miró?" Preguntó aún bastante confundida.
"¿Qu-?" Murmuró mientras se llevaba una cucharada de lasaña a la boca.
"Olvídalo, no importa. ¡Provecho! Disfruta la comida."
Malia trato de comer lo más que pudo, más no sentía hambre en lo absoluto, aunque la comida estuviese realmente deliciosa. Le dedicó una mirada rápida a Adam, quien comía de manera desesperada, como si no hubiese comido en semanas, sin embargo, no sentía el valor para cuestionarlo acerca su rutina de alimentos. Su plato se encontraba aun por la mitad, pero no era capaz de comer un bocado más, ciertamente encontraba consuelo cuando se mantenía en ayunas.
"Adam... ¿Ya estas lleno?"
Adam colocó la cuchara sobre el plato y la miró con una sonrisa divertida, para luego sacudir la cabeza, negando en respuesta a la pregunta.
"¿Quieres comerte lo que queda en mi plato?"
"¿No vas a comer?"
"No tengo hambre."
Adam tomó el plato de Malia y en pocos minutos, devoró lo que ella había sido incapaz de comer. La campana sonó anunciando el inicio del toque de queda, desde las 20:30 horas hasta las 6:30 horas, a nadie se le permitía salir de su habitación durante ese periodo de tiempo.
"Nos vemos en la mañana, Adam."
"Espera... ¿Cómo te sientes al dormir sola por las noches?" Adam le preguntó de manera repentina y fuera de contexto.
"No me gusta en lo absoluto, me hace sentir másdeprimida que de costumbre. Ahora, es mejor que me vaya. Nos vemos mañana. Te quiero." Le dio un corto beso en los labios y se dirigió a su pabellón.
Caminó tan rápido como sus piernas se lo permitían, finalmente logró llegar su pabellón. Sus "compañeros" de pasillo comenzaban a adentrarse en sus habitaciones, seguidamente, las enfermeras cerraban las puertas bajo llave desde el exterior, de esa manera, se aseguraban de que nadie saliera de sus habitaciones durante el toque de queda.
Se metió en su habitación, se quitó sus pequeños zapatos y se sentó en el borde de la cama, esperando a que Nina cerrara su puerta. Detestaba estar sola por las noches, además de que le era imposible pegar ojo, odiaba permanecer en la oscuridad simplemente mirando al techo.