Michael se había marchado el sábado cuando se suponía que debía irse el lunes, había sido un golpe bajo para ella. Malia se sentía muy sensible, quería estar sola, por lo que no salió de su habitación durante todo el fin de semana, pero Jennifer no podía entender lo que ella estaba sintiendo, por lo que obligó a Malia a asistir a las clases en el instituto.
Malia se sentía impotente y el dolor era insoportable para ella; se levantó de su cama, aunque no podía dormir en lo absoluto. Malia se apostó a sí misma que Michael estaba en Irlanda con una de sus mayores sonrisas, disfrutando y posando para cada fotografía que se tomaban, junto a las miserables personas que tenía por padres; de esa manera podrían publicarlo en Facebook y alardear sobre el dinero que tenían, porque, obviamente, habían reservado habitaciones en el hotel más caro y lujoso de la tierra irlandesa.
La familia de Michael era falsa, estaba llena de mentiras y cada miembro vivía en un tipo de burbuja tratando de no enfrentar su infelicidad.
Malia dejó caer las lágrimas. "Michael, eres el peor. ¡Ahora finalmente entiendo por qué siempre has estado solo toda tu vida! Nadie te quiere porque eres tan egoísta y tú misma es lo único en lo que piensas. Me alegro de que tu primo haya muerto."
"¡Cierra la puta boca, perra!" Michael la abofeteó.
Sus ojos se llenaron de lágrimas tan pronto como recordó aquella discusión, ella colocó su mano sobre su mejilla izquierda y, una vez más, maldijo a Michael. No tenía ni la más mínima idea de por qué se encontraba saliendo con un tipo tan horrible.
Una vez dentro del baño, cerró y bloqueó la puerta con el seguro; se sentó en el piso recostando su espalda contra la pared. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, ¿Qué había sido eso tan malo que le había hecho a Michael? Ella le dio todo lo que tenía y aún más, había renunciado a las cosas que amaba debido a que Michael no le agradaba, y todo lo que ella quería era hacer feliz a Michael. Better Off Dead interpretada por Sleeping With Sirens se repetía constantemente en su mente, las letras de la canción estaban en lo cierto... Quizá Malia estaría mejor muerta.
Abrió el kit de primeros auxilios y encontró una navaja de doble hoja. La miró cuidadosamente, y luego pasó la navaja su dedo, y con un movimiento rápido, lo cortó, haciéndolo sangrar de inmediato. Malia miró la sangre mientras corría por su dedo, luego la probó, el dulce sabor de la sangre la hizo caer en cuenta de que aún seguía con vida.
Corte tras corte, lleno su brazo de heridas que variaban en longitud y profundidad esperando sentir algún tipo de dolor que pudiese comparar con el que sentía en su alma.
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Habían pasado tres días desde que Michael se había ido de Inglaterra, y aunque era difícil, Malia se vio obligada a asistir al instituto. Jennifer solía pensar que su hija reaccionaba de manera exagerada ante las situaciones, y su actual comportamiento no era más que una rabieta infantil.
No quería ir al instituto, pues estaba siendo víctima de acoso escolar por parte de sus compañeros por el simple hecho de estar diagnosticada con un trastorno mental; solía recibir duras críticas y era catalogada como un bicho raro que no hacía más que el ridículo.
Malia despertó y suspiró, no había muerto mientras dormía y eso la había decepcionado. Se sentó en el borde de la cama y miró a la nada, pensando en cuan desagradable su día sería. Echó una mirada rápida a sus brazos y se encogió de hombros, pues no le importaba que tan mal sus brazos se veían, nuevos cortes, cicatrices viejas, hematomas y sangre seca.
Finalmente, después de un conflicto consigo misma, decidió levantarse de la cama y dirigirse al baño para poder ducharse. El agua comenzó a correr por su débil cuerpo, haciendo que sus cortes ardieran debido a la alta temperatura, los recuerdos de la hidroterapia se hicieron presentes en su mente como un flashback. Gota a gota, sus lágrimas se mezclaban con el agua tibia y limpia, siendo imposible diferenciar las unas con las otras.
Mientras tanto, en la cocina de la planta baja, Jennifer se encontraba preparando un desayuno sencillo, esto debido a que tenía que llegar rápido a su trabajo. Sirvió los panqueques en los platos, y tomó asiento a la mesa, esperando a que su hija viniera y desayunara con ella.
"¡Malia, cariño! ¡Apresúrate!" Gritó mientras se llevaba un bocado a la boca.
Esperó una respuesta, pero lo único que recibió fue un prolongado silencio; rodó los ojos y continuó comiendo, no tenía tiempo que perder. Después de diez minutos de la primera llamada, Malia finalmente bajó a la primera planta.
"Llegaremos tarde y todo es culpa tuya." Jennifer la atacó.
"Nunca te pedí que me esperaras."
"Eres una perra tan insolente."
"Gracias, yo también te amo." Malia respondió descuidada, pero herida en el interior.
Malia comió su desayuno a través de los insultos de su madre, tratando de retener las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos; ni siquiera sentía hambre, pero sabía que, si no se terminaba el desayuno, su madre la insultaría nuevamente.
"Gracias por la comida, mamá."
"Wow, te tomó toda la vida." Replicó molesta. "Vamos, ya es tarde."
Malia fingió una sonrisa al mismo tiempo que tomaba su mochila, luego resopló. Ambas subieron al auto y Jennifer echó a andar en dirección al instituto al que su hija asistía, mientras tanto, la otra chica se mantenía en silencio. Sus manos temblaban mientras el sudor frío se hacía presente en su espalda, una horrible sensación de vacío abarco su estómago. Sabía que Vivien iba a abusar de ella: la insultaba, golpeaba e inclusive tiraba las pertenencias de Malia al bote de la basura.
"Hemos llegado, te recogeré a las 3:00 pm."