Deriva

Deriva

Las estrellas son todo, pero esa es una afirmación un tanto romántica, porque no son siquiera eso, son un simple polvo que se transforma con el tiempo, quizá ese es su punto de inflexión, finalmente el humano está hecho así, pero son frágiles, inexpertos y sensibles; la combinación más fatalista”


El tiempo había pasado, pero el horizonte parecía dispersarse aún más lento de lo habitual, el aire era gélido y extrañamente familiar, se sentía como la deriva; con soberbia levantaba la barbilla, y dirigía mis ojos hacia el cielo manchado de tantos azules, tal vez me gustaba burlarme de lo que ocurriría.


Después de un largo tiempo parado a lado de la ventana, me volvía en sí y me sentaba en el gran sillón de cuero al frente del ventanal, tomaba la vieja guitarra de mi padre y comenzaba a tocar una tenue melodía, como si fuera ejecutada solo para las almas vagabundas que transitaban el camino.
Y otra vez, estaba en el inmenso océano, solo el pequeño cuarto de estudio, con la cama en la esquina y el escritorio contiguo al balcón, el agua se reflejaba suavemente en las colchas y el pequeño taburete, las pequeñas hojas que rodeaban la habitación, se tornaban de un verde limón mientras se hacían cada vez más y más grandes, abarcando todo a su paso, tomaban posesión de la guitarra y comenzaba a sonar la canción más bella del mundo.
Cada noche, por cinco años, tal escena se repetía una y otra vez, el oleaje, y el pueblo a lo lejos, parecían ser la cosa más importante, la más especial y atractiva, pero sin notarlo, con cada paseo nocturno, desde su inicio, me alejaba más, la primera vez, el cuarto flotaba en el muelle, la segunda fue un poco más lejos, hoy había llegado unos veinte o treinta metros por delante de los barcos de carga, las luces del pueblo se veían diminutas y la isla menguaba en tamaño, era proporcional, todo lo era, hasta yo.


Pero esa fantasía no duraba para siempre, sabía que a la mañana tendría que despertar.
Sin embargo, creo que este fue el último día, llovió; nunca había llovido, fue hermoso, pero la marea se alborotó, y la melodía de la guitarra no se escuchaba, estaba solo, solo en el inmenso mar.
¿Desde cuándo era diferente? Si las estaciones pasan, y los árboles pierden su follaje, el cielo se torna opaco, y el verde característico permanece, ¿Cuál es la diferencia a una utopía?
Es constante, quizá mi vida es constante, solo la mía, pero..., ¿Por qué?, me he cansado, de verdad, lo he hecho, ¿Cuánto tiempo llevo sin decir esa palabra? Años, han pasado años desde la última vez.
  
• Alexei, Alexei, Alexei


Esa voz; era mi madre.


-¿Madre?


-Son las seis, tienes que ir a la escuela.


Frío, porque su voz era tan fría, distante, cada vez que una palabra salía de su boca parecía una daga incrustada en el pecho.


-Si
Abría los ojos, se enderezaba, se volvía a erguir, y finalmente decidía levantarse, con una mirada que inspeccionaba cada rincón para al final dirigirse a la ventana derecha, mirando el amanecer, fresco, pero soleado, y la nostalgia invadía de nuevo todo su ser, la tristeza volvía a apuñalar sus costados y la felicidad poco a poco le recordaba lo triste que era crecer.


Quizá estaba loco, o buscaba algo, nadie lo sabía con certeza, lo que sí sabía es que la marea no tiene conciencia, y él, estaba siendo arrastrado al igual que la arena.




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