Cuando abrió los ojos se encontró con dos problemas; alguien llamaba la puerta y había un hombre profundamente dormido a su lado.
Movió su hombro con cautela y contrario a lo que esperaba; Bass despertó de inmediato. Sus ojos vagaron por la habitación y luego llegaron hasta ella. Una mueca muy parecida al miedo inundó sus lindas facciones. Minie escondió la risa que le provocó verlo mirar hacia su propio torso para asegurarse de estar vestido. Lo estaba, evidentemente.
Lo miró a los ojos, casi podía comenzar a sonreír con sólo verlo, pero él no parecía tan feliz. Bastian se llevó las manos hasta la cabeza cuando intentó incorporarse demasiado rápido.
—¿Cómo llegué aquí? Yo estaba con… —por su mirada cruzó un asomo de reconocimiento y sus labios formaron una línea delgada —alguien —concluyó, haciendo que Minie lo mirase con duda.
—Pues no lo sé, dímelo tú —soltó, sonriendo a medias.
—No sé, no tengo idea de nada de lo que pasó.
—¿No recuerdas nada de… anoche? —sus ojos azules llenos de incertidumbre lo recorrieron, mientras le pasaba el vaso de agua que descansaba en su mesita de noche.
Se sentía como una tonta, preocupándose porque él hubiese olvidado su mágico momento; aquel beso fuera de la mentira. Y para completar su ilógico complejo de salvadora; se preocupaba por su resaca. Quizá lo más sensato habría sido comenzar a gritar para hacerle sentir un poco de la angustia que ella sentía, es una lástima que ella no lo pensara.
—No —la miró con seriedad —. Dime que no pasó nada extraño —su maldita sonrisa petulante la hizo sentir el estómago vacío.
—No, no pasó nada… —dijo sólo para tranquilizarlo.
Comenzaba a preocuparle más el bienestar mental de Bastian que el suyo y se preguntaba con fervencia si no era ese un síntoma de colarse por alguien.
Minie se puso de pie, consciente de que quien sea que esperaba fuera del apartamento, llevaba más tiempo ahí del que podría hacerla parecer amable.
—Llegaste casi inconsciente y te deje dormir —enunció, sin mirarlo —. Creo que Morin está esperando a que alguien le abra la puerta, así que…
—¿Morin? Al menos esto —señaló a ambos con un dedo. Parecía como si, después de beberse aquella agua todo su malestar se hubiese esfumado. Era absurda su perfección —. Es una escena que aumenta el realismo, no podría haber salido mejor ni aunque lo hubiésemos planeado —aseguró mientras se ponía de pie.
No, Bass, si hubieses planeado esto, no habrías llegado ebrio ni habrías dicho que deseabas besarme…
Él sonrió en su dirección, mientras ella lucía como un cervatillo confundido, cruzando los brazos sobre el pecho.
—¿A dónde vas? —lo miró como si estuviese loco.
—Descansa, futura esposa falsa, atenderé a mi hermanita —soltó él, con aquella cadencia cínica y tono juguetón. El “falsa” fue lo único que quedó en sus oídos como un eco incesante.
Minie lo observó salir de la habitación. Escuchó la puerta abrirse y cerrarse. La voz alegre de Morin llegó hasta sus oídos unos segundos después. La escuchó preguntar por ella.
—Dormía como un ángel, pero la has despertado… —aquello la hizo recordar algo que había mencionado Bruno y anotó mentalmente preguntárselo más tarde.
—¡Oh, Dios! ¡Lo siento Minie! —la escuchó gritar y eso hizo sonreír un poco a Minie.
Ella cambió su pijama; aquella que Bastian había halagado. No sabía si era una suerte o desdicha que él no recordase nada. Pero no tenía tiempo para averiguarlo tampoco.
Cuando salió de su habitación, Bastian y Morin cocinaban juntos en la pequeña y moderna cocina. Bass buscaba entre los cajones por cosas que ni ella sabía en donde estaban.
—Hola Minie —soltó Morin, mirándola sobre el hombro con una amplia sonrisa.
—Hola.
—He venido a hablar sobre la boda, ¿ya tienen una fecha? Debería ser pronto… —la urgencia por sonar casual en su voz hizo evidente que lo que le preocupaba era algo más.
—No tenemos una fecha, pero deseamos que sea lo más pronto posible. No puedo esperar por llamarte esposa —la voz de Bastian y sus ojos mirándola directamente se sentían completamente opuestos a una mentira.
Quizá debería comenzar a recordarse constantemente que Bastian era hijo de una actriz y que probablemente había heredado un poco de su don. De esa manera, le sería un poco más fácil darse cuenta de qué era real y lo que no lo era.
—Si, pronto… debe ser pronto —se sentó en un taburete con aire resignado.
—¿Has pensado en cómo quieres que sea? —lo había hecho.
Toda su vida había imaginado el momento en que aquello llegara. Sabía que quería flores blancas; las peonias eran una opción. También imaginaba un bosque hermoso y asientos de madera, una ceremonia inolvidablemente hermosa. La cosa era que, aquello lo había imaginado para su boda, no para aquella mentira.
—Creo que tendrás que ayudarme, no tengo idea de nada… —soltó con una sonrisa sintética.
Sintió la mirada de Bastian clavándose en ella. Podía imaginarlo soltar entre dientes; Demuestra más entusiasmo, pero no podía.
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Editado: 10.08.2021