El camino de regreso al hotel lo hicimos en silencio. Subimos a nuestra habitación, allí me siento en la cama y una punzada atraviesa mi estomago. Es como si alguien me hubiera dado un golpe justo en el centro.
India se sienta a mi lado, la observo pero no llora, pareciera que perdió todo tipo de emoción, no parece triste, claro que tampoco feliz, ni enojada, ni nada. Mi hija, esa que siempre está riendo y haciendo chistes ahora parece una hoja en blanco.
— India...— coloco mi mano en su hombro.
— ¿Esos niños eran suyos?— pregunta con la mirada fija en un punto del piso— ¿Así como mis hermanos?
Suspiro ante la incapacidad de responder — Sinceramente no lo se cariño— mi hija levanta la mirada y es tan fría que me hace estremecer.
— ¿Por qué nos haría eso mamá? ¿Acaso no somos suficiente?
Quiero gritar, romper todo en esta puta habitación y matar a Felix, lo mataría con mis propias manos por ser el causante de que estas horribles palabras salgan de la boca de mi niña de, tan solo, siete años.
Me arrodillo frente a mi hija y sonrió acunando sus mejillas.
— India, eres lo mejor de nuestras vidas. Tu padre...— casi me da asco nombrarlo— él no te lo está haciendo a ti cariño...— miento, a él no le importamos una mierda, pero no puedo decirle la verdad a mi hija, no tengo que olvidar que es una niña y que, aunque lo odie, ese hombre es su padre.
— ¡Deja de defenderlo mamá!— entonces India deja caer sus lagrimas por primera vez— hizo lo mismo que el padre de Sara, él sabia cuanto sufrió mi amiga y su familia ¡y no le importo!— abraza mi cuello y llora, la dejo yo quisiera hacer lo mismo pero tengo que ser fuerte por ella— ¡Lo odio mamá! No quiero verlo nunca mas.
— Shhh cariño— la consuelo acariciando su espalda— No es necesario que pensemos en el futuro ahora, tal vez deberíamos volver a casa...
— ¿El irá?— pregunta separando la cabeza de mi cuello. Sonrió y limpio los mocos con la manga de mi camisa.
— No cariño, él no irá...
Un golpe en la puerta nos toma por sorpresa y nos hace sobresaltar.
— ¿Y si es papá?— pregunta casi asustada.
— No tienes que verlo si no quieres, ¿Por qué no esperas en el cuarto de al lado?
Cuando India cerró la puerta del cuarto abro la puerta. Ante mi tengo la imagen de un Felix desesperado, nada parecido al hombre que hace minutos abrazaba a esa mujer en la mesa.
— Eva...
— Lo que tengas que decir hazlo rápido porque con India volvemos a Seattle...
— Eva escuchame, esto es difícil...
— ¿Difícil?— pregunto todo lo tranquila que puedo— ¿Para quién? ¿Para nosotras? ¿Para tu otra familia? O ¿Para ti? Ellos...— pongo la mano en mi boca para ahogar un sollozo— ¿Son tu familia?
— ¿Podemos hablar adentro?— mira dentro de la habitación— ¿Dónde está India?
— No quiere verte...— aclaro poniendo mi brazo en el marco de la puerta— y no voy a tener esta conversación contigo estando mi hija en el cuarto de al lado, a diferencia de ti, a mi si me importa.
Vuelvo un paso atrás y cierro la puerta en su cara. No sé cuánto tiempo paso, solo sé que me senté en el suelo, con la espalda en la pared a llorar ¿una hora tal vez?
Cuando la noche comenzó a caer, pagamos nuestra habitación y volvimos de desandar el camino de regreso a la ciudad. India viajaba en el asiento trasero y cuando mire por el retrovisor la vi dormida. Mientras conduzco en mi cabeza se repiten las palabras que diré al llegar a casa ¿Qué le diré a Lilí? ¿Y a Rita? De pronto una sensación de vergüenza me invade y millones de preguntas bombardean mi cerebro ¿Por qué me hizo esto? ¿Desde cuándo? ¿También cuando estaba enferma? Claro que si, me respondo casi con ironía, ese niño tenia unos seis o siete años ¿Por qué no fui suficiente? Freno en un semáforo a pocas cuadras de nuestra casa y dejo que las lágrimas nublen mi vista, aunque trato de no hacer ruido no quiero despertar a India.
De pronto un fuerte sonido me alerta a mi izquierda y cuando levanto la vista una luz me ciega, es todo lo que recuerdo antes del golpe, el ruido, los gritos y las sirenas.
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Mar-Tinez