Ángelo
Cuidar de alguien no debería ser difícil, el problema es cuando ya haces una promesa, suspiro pasando las manos por mi rostro, en menos de 6 horas tendré que vigilar los pasos de una niña, pero no podía negarme, su padre siempre ha sido un buen amigo de la familia y cuando me pidió el gran favor de cuidar, vigilar y darle trabajo a la menor de los Wolf no pude negarme, conozco a esa chica desde que nació, me he criado con sus hermanos hasta que decidí mudarme a este país con mi padre y dejamos Italia atrás, aun así, nunca perdí el contacto con ellos, siempre llamaban o yo lo hacía, son buenos amigos, pero ahora George quiere que su hija haga su vida aquí en esta ciudad, quiere que siga sus estudios aquí y que yo le dé trabajo en la empresa que acabo de comprar, quiere que su hija con 21 años pueda vivir trabajando, no lo juzgo, quizás no quiere que Gina sea como su hermana, una mantenida que ha vivido y siempre vivirá a costa de su familia.
—Hermano —Alejandro entra a mi oficina, un buen amigo y mi socio —me encanta este trabajo —ríe —las modelos están muy buenas —ruedo los ojos con sus palabras
—Alejandro ponte a trabajar y deja de acosar a las modelos
—Debes verlas Ángelo, lo mejor que hicimos fue invertir en una empresa de moda —niego con la cabeza escondiendo mi sonrisa
—Las veré en la fiesta —él sonríe
—Bueno, una fiesta, al menos ya no sé que trabajo con un viejo, debes divertirte Ángelo, solo tienes 33 años
—Suficiente
—Exacto, debes divertirte ahora —él sonríe ampliamente y miro mi reloj —¿qué pasa?
—Gina Wolf —menciono el nombre dando un suspiro —le prometí a su padre que mientras ella estuviera en esta ciudad me haría cargo de ella
—Bueno —él sonríe —no debes quejarte, vivirás ahora con una chica
—Es una niña Alejandro, aléjate de ella —lo señalo viendo su sonrisa —es mi deber cuidarla y algo en lo que su padre fue claro es que no quiere que ningún hombre se le acerque
—21 años —él suspira —y su padre quiere que llegue virgen al matrimonio —asiento y él ríe —¿le darás trabajo? Tengo entendido que no ha acabado sus estudios
—Estuvo en Francia todo este tiempo estudiando, su familia la ha visto todos estos años mediante llamada
—¿Cuándo tiempo llevaba ahí?
—3 años estudiando como una buena chica —sonrío —la recuerdo, hace años no la veo, pero recuerdo a la niña pequeña que corría por todos lados —río —su padre nos mandaba a mí y a su hermana a cuidar de ella
—Y apuesto a que no la cuidaban —suelto una carcajada
—No, nos entreteníamos en cosas mejores —murmuro recordando a Susan, ella es muy diferente, es liberal, es carismática y para nada tímida —aún nos buscamos cuando viajo a Italia —él sonríe con picardía
—Eres un descarado Ángelo pero desde lo de Hana
—No quiero hablar de eso —borro mi sonrisa y miro mi reloj de nuevo —vete a trabajar
—Lo siento hermano —solo asiento y él se aleja, tengo demasiado trabajo y comienzo a hacerlo, no voy a detener mi vida esperando a que ella llegue. Las horas pasan y aún no termino, comenzar un negocio casi de cero no es nada fácil y menos en la moda, nunca pensé que entraría a este mundo pero aquí estoy.
—Señor Diamanti —miro hacia la puerta —hay una chica que quiere verle en la sala de espera.
—Mierda Gina —me pongo de pie rápido, la había olvidado por completo y se supone que debía recogerla en el aeropuerto, salgo a toda prisa de mi oficina y tomo el ascensor, espero paciente a que este baje y cuando sus puertas abren salgo rápido, me detengo al ver a la mujer que está de espaldas a mi sentada en un sillón mirando hacia fuera, solo puedo ver su cabellera negra suelta y sonrío dando unos pasos hacia ella.
—¿Gina? —digo el nombre y ella se levanta y voltea hacia mí, sus ojos verdes más claros que los míos quedan fijos en mí, ya no es el rostro de una niña, ya no es la niña que imaginaba, pero eso no es lo que hace que trague en seco, sino el abultado vientre que se le nota a pesar de la ropa ancha.
—Ángelo —ella sonríe como si nada —me dejaste en el aeropuerto —pestañeo como estúpido mirándola
—Dime que estás gorda —la señalo —dime que solo es que comiste mucho y estás gorda —la chica ríe, pero yo estoy sudando frío
—Supongo que mi padre te dijo que debías cuidarme, darme trabajo y claro, espantar a los hombres porque estoy prometida a alguien más desde niña y debo llegar virgen al matrimonio —asiento —Ángelo, han pasado muchas cosas y yo —ella sonríe —estoy embarazada
—No
—Si —dice seria y creo que me dará un infarto, ¿cómo demonios le digo a su padre eso? ¿Cómo demonios les digo que su pequeña hija está embarazada? —y mi padre no debe saber o me matará Ángelo, necesito tu ayuda.
Dejó la tasa de té frente a ella, la cual toma en sus manos, pero no bebe, me siento en frente mirándola sin aún creerme lo que mis ojos ven, se suponía que debía cuidar de una mujer inocente y pura, pero estoy frente a alguien embarazada y al parecer tiene muchos meses porque su vientre es enorme, ella me mira y aparto la mirada acomodándome incómodo en mi silla.
—¿Cuánto tiempo? —señalo su panza
—Seis meses —maldigo en voz alta y ella baja la mirada —Ángelo
—Tus padres no saben
—No es lo único que no saben —ella mira mis ojos —llevo tres años lejos de ellos, supuestamente estudiando, pero no fue así, nunca estudié diseño, todo el dinero lo gastaba en otras cosas —paso las manos por mi rostro
—¿Te has pasado años engañando a tu familia? —me pongo de pie dando un golpe en la mesa que la asusta —años Gina, eres una irresponsable, tu familia ha gastado cantidades millonarias en ti para que estudies y tú —la señalo, pero detengo mis palabras viendo sus lágrimas —¡por Dios!
—No estoy orgullosa ¿vale? Soy joven y
—Una inconsciente es lo que eres —más lágrimas salen de sus ojos —¿cómo le digo esto a tus padres?
—No Ángelo no —se pone de pie rápido y sus manos toman mi camisa —no les digas nada, mi padre me matará, tienes que ayudarme.