Gina
Una semana, han pasado años sin verme y ahora me extrañan, tiene que ser una broma, paso las manos por mi rostro deseando haber hecho las cosas diferentes, pero ya nada se puede cambiar, en silencio preparo mi desayuno sin dejar de pensar en Ángelo y en mis padres, casarme con él, si he soñado un montón de veces con eso, pero en mis sueños estaba vestida de blanco y no estaba embarazada, suspiro sabiendo que su idea para mí no es tan mala, pero no quiero causarle problemas y mi padre querría matarlo por esto, además, perdería a un buen amigo, jamás aceptaría que arruinara así su vida por mí, eso está claro, jamás lo dejaría hacer eso.
—¿Pensaste en mi oferta? —me tenso un poco cuando le escucho y volteo, él lleva puesto un bonito traje y está bien arreglado
—No tenía que pensarlo, ya te di una respuesta Ángelo —suspira
—Gina acepta, solo lo hago para ayudarte —sonrío triste
—Precisamente ese es el problema —me mira confundido y maldigo mi boca por no pensar lo que antes digo, dejo de mirarlo
—¿De qué hablas?
—Olvídalo —respiro hondo —me gustaría trabajar, no quiero vivir a costa de tu dinero toda mi vida —vuelvo a verle —podría ser secretaria o acomodar cosas en la empresa o, no sé, los números se me dan bien, también los diseños aunque nunca me haya gustado estudiar eso, pero iba con mi madre a su trabajo.
—Gina
—Y hablo seis idiomas Ángelo —pongo mi mejor sonrisa —podrías necesitarme —él ríe
—Iba a decir que mandaras tu currículum —él sonríe
—Gracias
—Ya veré qué puesto darte ahí, pero me gusta la idea de tenerte cerca —me pierdo en sus ojos, por qué tiene que ser tan bueno y perfecto, si no fuera así jamás me hubiese enamorado de él, aunque era solo una niña, pero ahora soy adulta y cada cosa que dice o tan solo una mirada pone mi corazón a latir a mil.
—Bien
—Una cosa antes de irme —él carraspea sin mirarme —no me esperes para cenar, saldré con un amigo
—¿El mismo con quien hablabas en la fiesta de Hana? —Ángelo suspira
—Ese mismo, Hana Mils —mira mis ojos —así se llama
—¿Qué pasó con ella?
—Ama a otro —él ríe aunque la tristeza se puede sentir en su voz y veo como sale de la cocina, ¿cómo puede alguien no amarlo y amar a otro? No la entiendo, a pesar de eso, corro a mi habitación con esa información y busco mi teléfono en donde hay varias llamadas de mi padre, sé que en algún momento debo atenderle, pero ahora mismo no, tecleo en Internet el nombre de ella y alzo una ceja con lo que leo, es una reconocida modelo famosa aunque al parecer ya no está en el mundo de la moda, busco fotos de ella y al verla me quedo congelada en mi sitio, claro, es hermosa, es perfecta y Ángelo la ama, jamás podría competir con una mujer tan bella como ella, de la nada comienzo a sentirme mal y apago mi teléfono dando un suspiro, encima estoy embarazada de otro hombre, Ángelo jamás se fijará en mí.
Termino rápido de cenar, hacerlo sola es horrible y miro mi teléfono cuando mi amiga me escribe, fue Mónica quien me ayudó a conseguir ese trabajo aquí en la ciudad, su primo es el dueño del club y la verdad siempre estaré agradecida con ella por eso y por siempre ser una gran amiga.
—Debes comer más —levanto la mirada a la empleada que me sonríe
—Ya estoy bien así
—¿Es por Ángelo? —ella suspira tomando asiento frente a mí —¿o es porque no te gusta cenar sola?
—Ambas cosas supongo —sonrío
—Conozco a ese niño desde hace años, trabajé para sus padres también
—¿Ellos cómo están? —cuestiono rápido, me hubiera gustado verlos
—Lucrecia cada día más mal, pero Alessandro la cuida bien —sonrío —y Ángelo siempre está pendiente de ellos así como Isaac
—Es una familia unida —murmuro, son muy diferentes a mi familia
—No te sientas triste —ella pone una mano sobre la mía —¿sabes? Creo que Ángelo es el único que no se da cuenta de tus miradas hacia él —miro los ojos de la mujer —¿te doy un consejo?
—Los que quieras
—Trata de borrar esos sentimientos Gina —suspiro, ojalá fuera así de fácil —sé que harías muy feliz a Ángelo, pero él ama a alguien más y cuando amas a alguien como él lo hizo o lo hace, es muy difícil olvidar ese amor y la única que sufrirías serias tú —sonrío
—No creo que Ángelo me haga sufrir, solo somos amigos —ella sonríe triste
—Ten cuidado, niña, digan lo que digan mereces lo mejor como todos, da igual los errores cometidos —asiento y ella se pone de pie y sale del comedor, suspiro y al escuchar el ruido de un auto rápido voy hacia la puerta y abro esta, pero me detengo al ver que no es él, del auto baja el mismo hombre con quien hablaba en la fiesta, el hombre con el que me dijo que hoy estaría, pero este está aquí y sonríe al verme.
—Gina Wolf —ríe mencionando mi nombre —Soy Alejandro, un simple mortal —él me extiende su mano y río aceptándola
—Hola
—Un simple hola ha hecho latir mi corazón —sonríe pasando a la casa —¿y dónde está el ogro sin corazón que cuida de esta bella dama? —alzo una ceja
—Si hablas de Ángelo, pues —ladeo mi rostro —me dijo que cenaría contigo —las cejas de Alejandro se alzan
—Te ha mentido —él ríe caminando hacia el asiento, pero ahora mismo yo me siento horrible —seguro está con Sia, los he visto juntos —sonríe y un nudo se forma en mi garganta recordando que en ese club estaba con alguien —le llamaré —me hace una señal para que me siente frente a él y eso hago.
—¿Qué quieres Alejandro? Estoy ocupado —escucho su voz cuando este lo pone en altavoz
—¿Hermano en donde estás?
—Estaba cenando
—¿Con Sia? —hay silencio y luego un suspiro
—Ahora estoy en su casa y no puedo hablar contigo —Alejandro ríe mientras intento no llorar, ¿por qué lo haría? Solo somos amigos
—Entendí Ángelo, ya entendí —sonríe con picardía —yo estoy en tu casa con Gina, es hermosa.
—Alejandro —gruñe Ángelo, pero su amigo cuelga y sonríe mirándome