Desafiando al destino

Capítulo: 6

Ángelo

Camino hacia ella que solo se ha quedado estática mirándome, pero me detengo, miro hacia todos lados sin ver a Alejandro aquí, ¿me engañó? Salí corriendo de la casa de Sia por su causa, a la mujer la dejé preparando dos copas de vino y me vine sin decirle nada, abro mi boca para hablar, pero mi teléfono suena, es ella y respiro hondo, no debí salir de su casa como loco, ¿en qué estaba pensando? Claramente, no pensaba en nada y doy un largo suspiro, Sia no querrá volver a verme luego de lo de hoy y no la juzgo.

—Toma la llamada —miro a Gina —debe ser ella, la mujer con la que estabas y no un amigo —respiro hondo

—¿Dónde está Alejandro?

—Se fue luego de llamarte —ella comienza a subir las escaleras y la sigo

—Gina

—No tienes que mentirme Ángelo, puedes salir con quien quieras —Gina se detiene en su habitación —ni siquiera somos amigos, eso lo dejaste claro —hay tristeza en su voz y en sus ojos, paso las manos por mi rostro.

—¿Alejandro qué te dijo? ¿Fue correcto contigo o no? —ella sonríe y aprieto mis puños

—Dijo muchas cosas, pero hay algo que no olvido y me da curiosidad

—¿Qué cosa? —ella abre la puerta de la habitación y entra

—Dijo que no le importaba que yo estuviera embarazada —sonríe —que me llevaría a la cama y me haría tantas cosas —abro mis ojos en demasía, doy un paso hacia ella, pero la puerta se cierra en mi cara, maldigo en voz alta y sí, tengo ganas de matarlo, ¿cómo se atreve a decirle esas cosas?

—Gina —toco la puerta —¿y qué te da curiosidad de eso Gina? —ella ríe sin responder y bufo —¡maldición!

Termino de desayunar y me pongo de pie, Gina entra al comedor y alzo una ceja al verla mirar el desayuno como si nada le apeteciera, suspiro viéndola sentar y vuelvo a sentarme sabiendo que ayer actué mal.

—Si quieres algo más para comer puedes decirme —ella niega

—Esto está bien, gracias —sonríe aunque su mirada dice todo lo contrario

—No debí mentirte y lo sé Gina —coloco una mano sobre la suya y ella rápido me mira —no sé por qué lo hice

—Yo tampoco se Ángelo, si vivo aquí es solo por tu gratitud, no tenemos nada, no tienes que mentirme, pero dime algo, ¿esa Sia sabe que me propusiste matrimonio?

—Sabe que cuido de ti, le conté eso en la cena y también sabe de tu embarazo —sus cejas se alzan —y sí, sabe quién eres.

—¿Confías tanto en ella?

—Gina

—Si la quieres no le mientas —ella retira su mano —no le ocultes cosas Ángelo si quieres una relación con esa mujer —respiro hondo y vuelvo a levantarme

—Le diré a Margarita que te haga algo más de comer —le sonrío —cuídate Gina —agrego caminando hacia la salida.

Al entrar a mi despacho Alejandro está sentado en la silla frente a la mía, suspiro y tomo asiento mirando su enorme sonrisa, abro mi laptop, pero antes de hacer cualquier otra cosa envío un rápido mensaje a Sia para verla.

—¿Es buena en la cama? —resoplo con su pregunta

—¿Y cómo saberlo? —gruño mirándolo —por tu culpa no pude saberlo Alejandro —él ríe

—Solo te dije que estaba con Gina

—Te dije que te alejaras de ella, no es como las mujeres que seduces y luego dejas tirada Alejandro

—¿Ah no? ¿Por qué?

—Porque ella me tiene a mí —él ríe

—Te tomas demasiado en serio tu papel de guardián —se acerca más a mí —¿por qué Ángelo? ¿Acaso te gusta para ti?

—Por favor —río con su ridiculez —sabes que Gina no me gusta de esa forma, la veo como una niña —él ríe

—Pues yo cuando la miro veo toda una mujer —aprieto mis dientes

—Sal de mi oficina —señalo la puerta —vete —gruño, la puerta se abre y Sia entra, Alejandro silva sonriendo —vete, largo de aquí, ponte a trabajar.

—Hermano —él se pone de pie —me gusta tu protegida —aprieto mis puños con rabia —iré a tu casa más seguido —me guiña un ojo y lo veo salir por la puerta, paso las manos por mi rostro y miro a Sia cuando se sienta frente a mí, el problema, es que no tengo ni idea de que decirle.

—Perdón —comienzo diciendo mirando sus ojos —hubo una situación en casa

—¿Con esa chica? —asiento —ya es la segunda vez Ángelo que me dejas por ella y no soy estúpida así que dime —Sia se acerca más a mí —¿la quieres como algo más que tu amiga? —niego rápido

—Claro que no Sia

—¿Seguro?

—Lo juro, solo cuido de ella —respiro hondo —aunque hay algo que no te he dicho, le pedí matrimonio —la mujer alza ambas cejas y luego bufa

—Eres como todos —se pone de pie, pero soy rápido en ir hacia ella, solo que se adelanta y sale de la oficina, agarro su brazo

—No, espera —la acerco a mí y ella me mira enojada

—Suéltame Ángelo, todos nos miran

—Soy el jefe, me importa una mierda —ella sonríe —Sia, me gustas —digo una gran verdad —solo le pedí matrimonio para ayudarla con su padre, ya te conté la historia, entiéndelo por favor, no la tocaré, jamás lo haría, no la deseo para nada, no me provoca nada —su sonrisa se agranda y luego su mirada va a mi espalda, me doy la vuelta y mi mano deja de agarrarla al ver a Gina de pie frente a la puerta de la oficina mirándonos, aprieto con fuerza mis dientes, ¿qué escuchó?

—Iré a trabajar —Sia se acerca más a mí —nos vemos esta noche —deja un beso en mis labios y se aleja, yo camino hacia Gina que no se ha movido de su sitio.

—¿Qué haces aquí? —ella abre su boca, pero la cierra sin decir nada, miro su mano en donde trae lo que parece su currículum

—Cometí un error —sonríe y ahora mismo su sonrisa triste o sus ojos brillando por las lágrimas que retiene me dejan sin habla

—Gina yo

—No, para —ríe colocando una mano en mi pecho —no expliques nada, ya entendí —vuelve a sonreír —y —mira su currículum y suspira —y no sé si quiera trabajar aquí, lo lamento —se da la vuelta y echa a andar hacia el ascensor, sé que debo seguirla, quizás debería hacerlo, pero me quedo donde mismo aun sin entender bien su reacción, aunque, parece obvio.

★★★




Reportar suscripción




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.