Ángelo
Bajo del auto y entro corriendo al hospital, doblo por un pasillo y al final de este veo a Susan ahí, no sabía que ella vendría antes que su familia, me siento horrible por Gina y parte de culpa también siento, debí ir tras ella, llevarla a la casa aunque para empezar no debí hablar como lo hice, pero hasta ahora no me había dado cuenta a pesar de ser tan obvio todo, ahora muchas cosas tienen sentido para mí y preguntas que antes me hacía tienen respuestas y odio las respuestas, odio saber que ella se siente así, sé de sobra como es el sentimiento al no ser correspondido y duele. Llego hasta Susan que sonríe al verme como si no pasara nada malo.
—¿Qué hacías en la casa? —gruño y ella bufa
—Por Dios Ángelo jamás imaginé encontrar ahí a Gina, pensé que estaría con tus padres y menos en ese estado
—¿Qué le hiciste? —ella ríe
—¿Qué crees que soy? No le hice nada, simplemente llegué, hablamos y se puso mal —bufa y me acerco más a ella
—No me mientas Susan
—Vale, supo que me acostaba contigo y le dije que le diría a mi papá que ella estaba embarazada —tenso mi mandíbula con rabia, ella supo lo que pasaba con su hermana, paso las manos por mi rostro y me siento imaginando lo que ella sintió y sé que duele.
—¿Te han dicho algo los médicos? —Susan niega cuando la miro
—Aún nada, pero sangraba bastante —maldigo en voz alta —aún no me lo creo, la perfecta Gina embarazada —ella ríe —si no aborta ahora mi padre hará que lo haga
—No le dirás nada a George
—¿Y eso qué Ángelo? Papá sabrá de igual forma, en cinco días estará en esta ciudad para ver a su amada hija, planea hacer una fiesta por todo lo alto Ángelo, no podrá esconder esa panza —paso las manos por mi rostro —¿por qué la ayudas? Cuando era pequeña no la soportábamos, ella vivía detrás de ti —sonríe —y tú y yo
—Es pasado Susan, evita hablar sobre eso
—Estoy aquí Ángelo
—Y tu hermana está siendo atendida con riesgo de aborto, ¿acaso no te importa? —ella resopla —vete por favor
—Pensaba que me habías bloqueado ya que no respondías mis mensajes, pero bien que viste el que te envié sobre Gina y aquí estás minutos después, ese hijo no es tuyo, ¿verdad Ángelo? —río a carcajadas
—Sabes que no
—Bueno, hace años que no me buscas, ¿qué quieres que piense? —me pongo de pie
—Piensa que ya no somos críos, ya no me interesas Susan —sus ojos se abren como platos —eso es todo
—¿Sabes qué es lo más gracioso de todo esto Ángelo? —ella señala hacia las puertas dobles por donde seguro se llevaron a Gina —ahí dentro está una chica que siempre te ha amado con locura —ríe y aprieto mis puños —y debiste ver su mirada cuando supo que tú y yo nos acostábamos
—Disfrutas todo esto
—Disfrutaba estar contigo sabiendo que eras lo único que mi hermanita no tendría —sonríe —¿sabías que ella te ama? Es una tonta y tiene un diario, deberías leerlo, en él eres su maldito príncipe azul —ella ríe —me iré y sí, espero que aborte porque no quiero sufrir la ira de George cuando sepa de su embarazo —Susan pasa por mi lado y la veo alejarse, no entiendo como en su momento pude estar con ella, estaba cegado por su belleza y su locura, ahora solo me repugna.
Luego de una hora completa esperando noticias al fin me dejan verla, me acerco a ella que está pálida y aún no despierta, tiene parte de su cabello negro sobre su rostro y aparto este con cuidado sonriendo mientras miro su rostro, ¿cómo dos hermanas pueden ser tan diferentes? Gina abre sus bonitos ojos y sonrío mirando estos, llevo mis manos a su rostro cuando se desespera.
—Mi bebé Ángelo
—Él está bien —digo con voz calmada acariciando su rostro y limpio algunas lágrimas que salen de sus ojos —todo está bien Gina, fue solo un susto.
—Mi hermana
—No dirá nada —sus ojos se fijan en los míos y me encantaría ahora mismo saber lo que piensa de mí, me alejo un poco de ella sentándome sobre la cama y la veo pasar sus manos por su vientre —lamento que escucharas lo que dije a Sia
—No te disculpes por no desear a alguien como yo —ella sonríe triste
—Gina
—Y no quiero que me hables sobre tu relación con Susan —expresa con asco —por favor
—Fue hace muchos años —ella niega cerrando sus ojos y miro mis manos, no somos nada, entonces por qué siento la necesidad de disculparme o explicarle cada cosa de mi vida. —ella no significa nada para mí
—Tampoco yo
—No hables así —la miro
—Ángelo yo
—No lo digas —pido en un susurro que la hace callar —no Gina, no lo hagas
—Ya lo sabes —ríe dejando de mirarme y aprieto mis dientes
—Eres joven y hermosa —tomo una de sus manos —eres muy linda Gina y una mujer maravillosa, tienes toda la vida por delante y estoy seguro de que vas a encontrar a un buen hombre que te ame como mereces —digo sintiendo una horrible sensación en mi pecho —alguien que te valore y que sienta lo mismo que tú por él, no soy ese alguien —suelto su mano —ya una vez estuve en tu lugar, no luches, no quieras seguir y jamás, escúchame bien, jamás pienses que los sentimientos de la otra persona cambiarán por muy bueno que seas.
—Gracias por tratar de hacerme entender que nunca sentirás lo mismo —su mirada impacta en la mía —ya lo sabía Ángelo y ahora quiero estar sola.
—Gina
—Déjame sola por favor —asiento con lentitud y dando un suspiro salgo del cuarto, mi teléfono suena y tomo la llamada.
—Ángelo saliste rápido de la empresa, ¿pasó algo? —respiro hondo sentándome.
—Gina se puso mal —le explico a Sia mirando la puerta frente a mí —estoy con ella en el hospital
—lo lamento, ¿quieres que haga algo? —sonrío
—No te preocupes
—¿Quieres cenar hoy conmigo? —ella ríe —podemos terminar hoy lo que comenzó ayer —sonrío
—Sia lo lamento, pero no voy a poder
—Ángelo tienes empleados que se encarguen de ella y hasta puedes buscar a una enfermera
—Lo siento, debo quedarme con ella —suspiro