Desafiando al destino

Capítulo: 10

Ángelo

Miro a George con los nervios a mil, estoy seguro de que Susan dijo algo, ahora mismo me dan ganas de matarla, tenso mi mandíbula mirando a mi amigo que se ha quedado en silencio y me acomodo incómodo en mi silla esperando que diga algo, pero él sigue mirándome como si nada y de forma seria, lo que menos imaginaba era encontrarlo aquí, pero está aquí, pensé que tendría algunos días más para convencer a Gina y ya sé lo que debo hacer para lograr que se case conmigo aunque hay una pregunta que me inquieta y que temo darle respuesta, ¿por qué quiero tanto ayudarla y casarme con ella? Ya ella se negó, ¿entonces por qué sigo insistiendo?

—George

—Nunca esperé esto de ti Ángelo —niega decepcionado, pero luego sonríe —menuda bienvenida le das a tu amigo —lo miro confundido —Ángelo te quiero como un hijo —él se pone de pie y viene hacia mí, me levanto rápido de mi silla solo para recibir un gran abrazo y mi mirada va a Susan que sigue sonriendo

—¿Ángelo pasa algo? —cuestiona esta cuando su padre deja de abrazarme —estás tenso —maldita

—Estoy bien —sonrío —solo estoy desconcertado, han caído de sorpresa —George riendo vuelve a su silla

—Y no quiero que le digas nada a Gina —expresa una vez está sentado —quiero darle una sorpresa, he comprado una casa en donde pasaremos una temporada aquí con ella Ángelo y haré una fiesta con todos mis socios y amigos, hasta estará la prensa —Susan me mira con una ceja alzada y desajusto un poco el nudo de mi corbata.

—George no hay necesidad de una fiesta

—Claro que si Ángelo, mi hija ha estado años estudiando lejos de mí, no la he visto —Susan rueda los ojos —además, no voy a estar con ella, Gina debe seguir en tu casa estudiando y trabajando —su ceño se frunce —aunque no sé por qué ya no está trabajando

—Ella te explicará cuando la veas —George asiente algo confundido, pero que puedo decirle, ya le he mentido demasiado

—Bueno, quiero que sea independiente, que no salga adelante por mí y aunque pedí tu ayuda quiero que no le des dinero Ángelo, ella debe pagar sus cosas trabajando, así que haz que te pague una renta

—¿George no crees que eso es demasiado? —él niega y deja un documento en mi escritorio

—Es un contrato, ella debe pagar por vivir en tu casa y ese pago será trabajar para ti así que ponla ya a trabajar —asiento con lentitud —ahora iré a ver tu empresa con más calma —George se pone de pie

—Padre yo luego te seguiré —este asiente y lo veo salir de mi oficina, Susan me mira —¿Pensaste que le había dicho algo?

—Me sorprende que no —me acomodo en mi silla y ella ríe

—No quiero estar cerca cuando sepa —sonríe —además, en dos días que es esa fiesta él sabrá Ángelo y créeme, a ti también te va a odiar.

—Disfrutas

—No sabes cuanto —Susan se pone de pie —por cierto, no me quedaré en casa de mi padre, estaré en un hotel, puedes ir a visitarme —me guiña un ojo sin dejar su sonrisa

—Sabes que no pasará

—Vamos Ángelo, sé que te gustaba estar conmigo, lo disfrutabas, la pobre Gina

—Déjala a ella fuera, no quiero que vuelvas a hablarle de lo que pasó entre tú y yo —alza una ceja

—No te preocupes —camina hacia la puerta —no me cansaré de recordárselo —me tenso —tengo bonitas fotos de nosotros Ángelo —ríe saliendo de la oficina y paso las manos por mi rostro, en solo dos días todos sabrán y no solo George, también mi familia, sus socios y principalmente la prensa, George es una persona reconocida por todos con un apellido muy importante y una reputación intachable, aunque eso pronto acabará.

Conduzco en el auto con Sia a mi lado, estaba habla y habla sin parar mientras mi cabeza da vueltas a lo que tengo pensado, me gusta y no puedo negarlo, pero hay cosas más importantes en mi vida, tengo otras prioridades y aunque me pese admitirlo Gina es una de ellas, siento la horrible necesidad de cuidarla y ayudarla y sé que no es porque me parezca una niña porque desde que la vi en la empresa cuando llegó me quedó más que claro que es toda una mujer, su cuerpo y su cara lo dejan claro, también su personalidad y su actitud hacia mí, la forma que tiene de enfrentar lo que le pasa, ella está decidida a presentarse ante su padre para afrontar las consecuencias de sus actos.

—Ángelo no me ignores —miro a Sia y freno el auto frente a su casa —llevo horas hablando sola

—Lo lamento

—¿Vas a entrar hoy? —sonríe tocando mi brazo y miro hacia su casa, los recuerdos llegan rápido a mi mente y miro sus ojos

—Sia no quería hablar de esto en la empresa, pero ahora lo haré —respiro hondo —no debemos seguir juntos —agrego viendo su desconcierto

—Ángelo

—Debemos terminar lo que sea que tengamos y no, no lo hago porque ya estuve contigo, yo —suspiro y miro hacia el frente —haré cosas y

—Ángelo no me importa si te casas con Gina —la miro —sé que no la quieres ni la deseas, no me importa ser la otra, tú me gustas.

—También tú a mí, pero no quiero seguir así

—No quiero que me termines, me gusta lo que tenemos —ella sonríe triste

—Sia, lo lamento —deja de mirarme —quizás en otro momento, otra ocasión, quien sabe —ella ríe

—Te haré cambiar de opinión —me mira —no voy a rendirme contigo Ángelo —se acerca a mí e intenta besarme, pero aparto el rostro y ella suspira

—Sia no insistas, he tomado ya una decisión

—Bien —ella abre la puerta del auto —créeme Ángelo, vas a volver a mí —agrega y al salir me lanza un beso, la veo entrar a la casa y doy un largo suspiro.

Llego a la casa y miro mi reloj, estoy a tiempo para cenar y camino hacia la cocina, ahí veo a Margarita y me acerco a ella.

—¿Y Gina? —ella me mira y sonríe

—Está en su habitación hablando por teléfono —asiento apretando mis dientes, no tiene que decir con quien

—La buscaré para que cenemos juntos

—Ya ella cenó —alzo mis cejas —no avisaste hijo —asiento frustrado y salgo de la cocina, casi corriendo voy a su habitación y me detengo en la puerta al escucharla hablar.




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