Ángelo
Observo sentado en la mesa la comida que preparé para ambos, ya hace dos horas que Gina se fue, ya la comida se ha enfriado y aunque intenté comer no pude ni llevarla a mi boca, deseaba cenar con ella, pero tenía otros planes, pensé que aún no se sentía bien, pero me equivoqué, estaba tan bien que se fue a comer con otro, con ira lanzo todo al suelo haciendo bastante ruido, cansado de esperarla, Margarita entra rápido al comedor y mira todo con ojos muy abiertos, yo salgo de ahí sin decir nada y voy hasta la sala, una vez ahí me sirvo un trago y me siento en mi sillón a esperarla, bebo poco mirando el reloj que hay en la pared frente a mí contando los segundos para su llegada, pero ella no entra por la puerta, los minutos transcurren lentos, las horas pasan y no soy de beber, nunca me ha gustado hacerlo, cuando veo que la botella está media dejo de beber, no quiero que llegue y me encuentre ebrio. Escucho un ruido y me acomodo en mi asiento, todo está a oscuras, cuando la puerta se abre silenciosa enciendo la luz y miro el reloj, una de la mañana y ahora es que aparece, Gina me mira sorprendida.
—¿Te divertiste? —mi voz no sale tan normal como deseo, ella mira mis ojos
—Bastante —aprieto mis puños imaginando mil cosas que no quiero imaginar y que ella pudo hacer con él, busco algo en su ropa o rostro que así lo indique, pero no veo nada y me pongo de pie.
—Tardaste demasiado
—Es tarde, deberías estar durmiendo
—¿Ahora me dices el horario en que debo dormir? —cuestiono cansado —¡estaba preocupado! —alzo un poco la voz
—Has bebido
—Pero no estoy ebrio Gina así que con total sobriedad puedo decirte lo que pienso y sí, a pesar de estar embarazada y de todos los errores que cometiste pensé que no eras tan fácil como todas las que le abren las piernas a Alejandro —su mano impacta en mi rostro a tal velocidad que no me lo esperaba, la mejilla me arde y estoy seguro de que estará roja, la miro con rabia y doy un paso hacia ella que retrocede.
—Me iré a dormir —intenta pasar por mi lado, pero agarro su brazo con fuerza
—Gina
—Soy adulta Ángelo y no aceptaré que me hables así, si esperas una disculpa estás loco —tenso mi mandíbula alegre de que no huela al perfume que mi amigo usa
—Mañana —bufo —mejor dicho hoy en la noche tu padre
—Ya no seré un problema para ti —ella se suelta de mi agarre —Alejandro me hizo una propuesta —la miro con ojos entrecerrados —me pidió casarme con él —mis ojos se abren en demasía —y aceptaré —espeta con su mentón en alto para luego alejarse rápido hacia su habitación, yo me quedo ahí de pie como tonto aun procesando sus palabras.
Camino de prisa por la empresa sin saludar a nadie aunque todos me miran raro, no sé si es porque ando como loco, o porque tengo ojeras de no dormir o simplemente porque aún huelo a alcohol, quizás también se deba a los dedos que tengo marcados en mi mejilla o a mi cabello desordenado por salir demasiado rápido de casa, empujo la puerta de Alejandro y entro a su oficina, este me mira desde su silla muy normal.
—¿A qué demonios juegas? —bramo poniendo mis manos sobre su mesa
—No sé de qué hablas
—Le pediste matrimonio —él sonríe haciéndome enojar más —no me hagas usar la pistola que traigo en mi espalda —gruño viendo como alza una ceja
—¿Serías capaz?
—Ya no eres mi amigo —golpeo su mesa —sabías que estaba intentando convencerla
—A mí no me costó nada hacerlo —aprieto mis puños y voy hacia él, su risa acaba cuando lo levanto de su silla y lo pego con fuerza a la pared
—Ella no se va a casar contigo —espeto mirando sus ojos —sé por qué lo haces
—Quiero ayudarla
—Eres un maldito cínico, ella no se casará contigo
—Ella ya aceptó —aprieto más el cuello de su camisa —pégame Ángelo, nada cambiará —sonrío con rabia —la perderás por ser tan débil y estar aferrado a un deber de amigo
—Eres un imbécil
—Suéltalo Ángelo —la voz de Gina me hace mirar hacia la puerta, ella está ahí vestida otra vez con un vestido provocativo llamando la atención de todos —Ángelo agradezco tu ayuda, pero no voy a arruinar
—¡No arruinas mi vida! —le grito soltando de golpe a Alejandro que cae en su silla
—Sia está embarazada —la miro alzando mis cejas
—¿Esa estupidez de donde la sacas? —río sin apartar mi mirada de la suya
—Ella me lo dijo ayer —mi rabia disminuye entendiendo todo, su malestar, su forma de actuar y la estúpida aceptación de casarse con Alejandro, cosa que nunca pasará —al principio no le creí, pero me dijo que salían desde antes de yo llegar y
—Gina, ella te mintió —hablo con calma mirando sus ojos —Sia no está embarazada, eso es imposible —musito acercándome a ella, veo confusión —lo prometo y ahora mismo puedes venir conmigo para que veas como le digo mentirosa en su cara —Gina traga en seco
—Bien —asiente —pero no cambia nada —sonrío, lo cambia todo, paso por su lado sin decir nada y camino hacia donde Sia estará, cuando llego a la sesión de fotos me detengo.
—¡Fuera todos! —una vez es suficiente para que todos se apresuren a salir excepto Sia que sabe que quiero hablar con ella y se queda sentada mirándome —sabes bien por qué estoy aquí
—Tu protegida es una chismosa —ríe sin un poco de arrepentimiento
—Sia
—¿Vas a despedirme Ángelo?
—No, porque creo que todos nos equivocamos, pero haces algo más como esto y te irás a la calle —ella asiente
—Te dije que no me iba a rendir
—Mejor hazlo, no quieres conocerme —me alejo de ella saliendo de ahí y miro mi reloj, solo faltan pocas horas para esa fiesta que George preparó.
Mientras vamos en el auto escucho a Gina hablar nerviosa sobre decirle a su padre la mentira de que Alejandro es el padre de su hijo, voy tranquilo, sonriendo escuchando sus boberías, ¿en serio cree que la dejaré hacer tal locura? No me conoce, su perfume me trae loco sin poder pensar bien y el vestido rojo con un escote en frente me tiene mal, aun así, mantengo la compostura, haré una locura para ayudarla, pero eso no va a cambiar para nada nuestra relación, detengo el auto y ambos miramos hacia la casa, hay muchos autos fuera, hay música y desde aquí se nota que dentro hay bastante gente.