Desafiando su Corazón

Capítulo 15: Desafiando Barreras

Silas 

El día de la reunión con Fátima y su abogado ha llegado. Estoy nervioso, inquieto. Sé que el resultado del examen de ADN será un factor clave en esta batalla legal. Mientras espero en la sala de reuniones, mi abogado revisa los documentos una vez más, asegurándose de tener todo en orden.

Fátima entra con su abogado, luciendo segura y confiada como siempre. No puedo evitar sentir una punzada de ansiedad al verla. Nos sentamos en lados opuestos de la mesa, como dos adversarios listos para el enfrentamiento.

—Buenos días, señor Lamprou —Saluda el abogado de Fátima con una sonrisa maliciosa—. Espero que esté preparado para lo que viene hoy.

Trago saliva, tratando de mantener la compostura.

—Por supuesto, estamos listos para proceder —responde mi abogado, con voz firme.

Fátima me mira con una sonrisa burlona.

—¿Te pusiste nervioso, Silas? —pregunta con sorna—. No me sorprendería, considerando lo que está en juego.

Respiro profundamente, tratando de no dejar que sus palabras me afecten.

—Estoy tranquilo, Fátima. Solo quiero lo mejor para Nayla —respondo, tratando de ocultar mi ansiedad.

La discusión comienza, y los abogados empiezan a intercambiar argumentos legales con términos y jerga que apenas puedo seguir. Pero mi mente está en otra parte, preocupada por lo que el resultado del examen de ADN implica para mí.

Espero que mi abogado tenga un plan sólido para manejar cualquier cosa que Fátima y sus abogados lancen en nuestra dirección. Esto no será fácil, pero haré todo lo posible para proteger a Nayla.

La sala de reuniones está cargada de tensión. Fátima insiste en la custodia completa de Nayla, pero me niego rotundamente. No puedo permitir que mi hija sea alejada de mí, especialmente ahora que comprendo lo malvada que puede ser ella.

—Silas, no entiendo por qué te aferras tanto. ¿Es que acaso no te importa seguir criando a la hija de otro? —Me provoca Fátima con una mirada desafiante.

Suspiro para calmarme, no puedo caer en su provocación. 

—No se trata de eso, Fátima. Se trata de lo mejor para Nayla. No puedo permitir que sea alejada de su hogar y de su padre —respondo, haciendo énfasis en la última frase.

—No eres su padre. —Alega

—Y, sin embargo, la he cuidado desde que nació. ¿Si eso no me hace su padre, entonces qué? —La desafío—. Cualquiera puede donar esperma…

Mi abogado interviene, intentando encontrar una solución intermedia, pero las negociaciones llegan a un punto muerto. No hay acuerdo y parece que la única opción será llevar este caso a juicio.

—Si no hay acuerdo, lo siguiente será presentar nuestras pruebas en un juicio. Será el juez quien decida sobre la custodia de Nayla —dice el abogado, utilizando un tono más formal.

Fátima parece confiada, como si ya supiera cuál será el desenlace. Yo, por otro lado, me siento atrapado en un torbellino de emociones y preocupaciones. Este camino será difícil, pero estoy dispuesto a luchar por mi hija.

—Estaremos listos para el juicio. Defenderemos lo que es correcto para Nayla —afirma mi abogado, mirándome con determinación.

Asiento con firmeza. No hay vuelta atrás. El destino de Nayla ahora está en manos de la justicia, y haré todo lo posible para asegurar que su futuro esté donde pertenece: a mi lado.

Después de salir de la sala de reuniones, sigo a mi abogado hasta su oficina. La tensión en el ambiente es palpable, y necesito un plan sólido para asegurar que Nayla permanezca a mi lado. Nos sentamos y comenzamos a discutir los pasos a seguir.

—Silas, necesitamos evidencias sólidas de tu papel como padre y también pruebas de que Fátima no es apta para tener la custodia completa. ¿Tienes algún testigo que pueda hablar a tu favor? —pregunta mi abogado, revisando algunos documentos.

—Podría contar con vecinos, amigos, incluso compañeros de trabajo que han visto mi dedicación como padre. También podría obtener testimonios de profesores y personal de la escuela de Nayla —respondo, pensando en las personas que podrían respaldar mi caso.

Isla se ofreció a ayudar y ella misma fue testigo del incidente en la escuela.

—Perfecto. Además, necesitamos investigar a fondo la vida de Fátima. ¿Hay algo que sepas que pueda ayudarnos a demostrar que no es la mejor madre para Nayla? —continúa mi abogado.

Me sumerjo en mis pensamientos, recordando momentos de los últimos años. Aunque Fátima se comporta de una forma errática, nunca la vi hacerle daño a Nayla. Tendré que indagar más sobre si hubo momentos de negligencia en mi ausencia. 

—Creo que podríamos recopilar información sobre su historial, sus hábitos y cualquier evidencia de conducta irresponsable. Necesitamos demostrar que mi hogar es el mejor lugar para Nayla —concluyo, comprometido con la tarea que se avecina.

La estrategia está trazada. Ahora, debo empezar a recolectar pruebas para presentarlas en el juicio y asegurarme de que Nayla permanezca a salvo a mi lado. La batalla por la custodia de mi hija apenas comienza.




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