Desafiando su Corazón

Capítulo 22: Secretos del Pasado

Dámaso 

En mis años de vida, nunca dudé de mis acciones hasta hoy. Ver lo destruido que estaba Silas luego de perder la custodia de Nayla fue duro, siempre lo es cuando se trata de ver a un hombre herido. La manera en la que parecía tan desolado, rompió mi corazón. 

No quiero ni pensar en cómo estará la niña cuando se entere. Mi hija, nuestra hija. Debo encontrar la manera de que podamos estar juntos, de que ellos me acepten en su vida; aunque para ello, debo asegurarme de que Fátima no intervenga y eso tal vez sea lo más difícil. 

Me siento junto a Silas en el banco del parque, sintiendo el peso de la conversación que está por venir. Respiro profundamente antes de comenzar a hablar, tratando de encontrar las palabras adecuadas para explicar mi situación.

—Silas, necesito que sepas la verdad —Comienzo, mirándolo directamente a los ojos—. Fátima y yo… tenemos una historia complicada. Nos conocimos hace años, mucho antes de que tú estuvieras en su vida. Pensaba que ella era la mujer de mi vida, hasta que mi madre me hizo ver que no era así. Me separé de ella, aunque los sentimientos seguían arraigados en mi corazón. 

Hago una pausa, los recuerdos invaden mi mente. 

—Hubo momentos en los que estuvimos juntos a lo largo de los años, pero nunca supe que ella estaba casada. No fue hasta después, cuando ella regresó a mi vida, que me enteré de la verdad. Me dijo que la niña era mía. —Me avergüenza haber estado con ella, incluso si no sabía de su matrimonio—. Yo le dije que la quería a mi lado, y ella aseguró que haría lo posible para conseguirlo. En su momento acepté, pero cuando te conocí no sintió bien alejarte de ella por más que yo quisiera tenerla conmigo. 

Silas me mira con atención, sus ojos reflejando una mezcla de emociones. Sé que esto es difícil de aceptar para él, pero necesito que comprenda que yo también fui engañado por Fátima.

—Entiendo que esto sea difícil de creer —continúo, mi voz cargada de sinceridad—. Pero quiero que sepas que nunca tuve la intención de causarte daño o interferir en tu relación con Nayla. Mi única preocupación es el bienestar de la niña y asegurarme de que tenga una vida feliz y estable. Quería que fuera a mi lado, no obstante, verlos juntos sirvió para aclarar mi perspectiva. 

»Por más triste que sea, admito que ella nunca me amará como te ama a ti. 

Silas asiente lentamente, procesando mis palabras. Sé que esto no resolverá todos nuestros problemas, pero espero que pueda al menos ayudarnos a encontrar una forma de seguir adelante juntos, por el bien de Nayla.

—¿Por qué ocultaste tus intenciones? —Finalmente inquiere. 

—El día de nuestra primera reunión te seguí hasta la escuela para ver a la niña. Ella es hermosa, Silas, tanto que me dejó sin respiración por unos segundo. Luego, vi la manera en la que ella corrió hacia ti y sentí tanta envidia que casi me pongo verde. —Me sincero con él—. Les pregunté a algunas personas sobre ti y no hicieron más que elogiarte. «Silas es un buen padre», decían todos. Así que tomé mi decisión. 

—¿Y cuál fue? —averigua. 

—Acercarme a ustedes, interactuar con Nayla un poco. Ese día comprendí que la sangre no siempre importa, no cuando se tiene un vínculo como el de ustedes dos. Tú eres más padre para ella de lo que yo nunca podré ser. —Confieso. 

—Ayúdame a recuperarla, por favor. 

Que Silas me ruegue que lo ayude a conseguir la custodia de Nayla, agrieta mi alma. Su desesperación es palpable en cada palabra que pronuncia. Lo miro con compasión, aunque no comprenda el dolor que está atravesando en este momento.

—Mentiría si dijera que entiendo lo que estás pasando, Silas —Le digo con sinceridad, colocando una mano en su hombro en un gesto de apoyo—. Aun así, haré todo lo que esté a mi alcance para ayudarte, pero necesitas entender que no será fácil. Tendré que ganarme la confianza de Fátima primero.

Silas me mira con determinación, sus ojos brillando con una mezcla de esperanza y determinación. Sé que está dispuesto a hacer lo que sea necesario para recuperar a su hija, y eso me inspira a hacer todo lo posible por ayudarlo.

—Lo entiendo —responde Silas con voz firme—. También estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario.

Asiento con aprobación, reconociendo su determinación. Juntos, podemos encontrar una manera de superar este desafío y asegurarnos de que Nayla esté en el mejor lugar posible.

—Gracias por darme la oportunidad de reparar mi error, eres un buen hombre. 

Uno que es mejor que yo, digno del corazón de la niña. 

—Nayla te amará eventualmente. —dice, intuyendo el ritmo de mis pensamientos—. Ella tiene un corazón gigante. 

—Me lo ganaré, encontraré la manera de ser digno de su amor. —prometo. 

—Cuídala mientras estés con ella, no permitas que Fátima le haga daño. —Pide. 

—¿Crees que ella sería capaz de tanto? 

—En este punto, no me extrañaría nada viniendo de ella. ¿La cuidarás? 

—Con mi vida de ser requerido. 

—Bien, me iré a casa. Debo prepararme para decirle la verdad. 




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