Carla
— ¡Ya te dije que no, es mi proyecto no el tuyo! – expreso malhumorada ante la insistencia de mi jefe.
— Lástima, habría sido una gran noticia – dice casi con tristeza ante mi negativa.
—¿Noticia? – grito —. Definitivamente no eres mejor que esos imbéciles millonarios que solo buscan su bienestar económico Fred, lastima das tu – me retiro de la mesa de juntas dejando el eco del chirrido de la silla donde me encontraba sentada.
— No deberías tomarte las cosas tan a pecho – aconseja —, tu corazón sufre ¿sabes? – giro antes de salir mirándolo como si fuese una cucaracha.
— Eres tan insensible que el sufrimiento ajeno es lo que menos te importa – lo acuso sin pudor mirándolo casi con lástima —, repito: eres un idiota, ricachón y egoísta – es lo último que digo antes de cerrar la puerta.
Ninguno de estos hombres con dinero sabe lo que es vivir en la indignidad y la pobreza extrema, nadie sabe la historia de esos indefensos niños que sufren dentro de esas apestosas instituciones donde los tratan como cosas y no como personas.
Pero yo seré la voz que necesitan, prometo alzarla y hacerme escuchar…
***
Robert
¡Otro evento ridículo!
No sé cuándo se darán cuenta de que no sirven para nada, deberían dejar de obligar a la gente a hacer cosas que no desea. Estas galas siempre me han parecido una perdedera de tiempo y más aún cuando debo ser el padrino de esta pantomima.
— Hemos llegado Sr. Parker – informa el chofer.
— ¡Gracias! – es lo único que digo en el momento que la portezuela se abre.
Arreglo mi traje de tres piezas estirando los puños y abotonando el saco mientras una lluvia de flashes cae sobre mí además de mil preguntas que no pienso responder se agolpan en las gargantas de los pobres diablos que buscan una mirada, una respuesta y hasta una conversación conmigo.
¡Ja, pierden el tiempo!
— ¡Sr. Parker, Sr. Parker! – llaman mi atención y mi expresión pétrea los hace recular.
Poso para las fotos, no sonrío porque no tengo intención de seguir ninguna plática. Avanzo mirando al frente totalmente impenetrable hasta que las puertas del salón principal del Four Season Hotel en las Vegas donde se celebran todos los eventos de esta índole.
— Sr. Tharek, bienvenido – observo la chica que le habla a Oliver — ¿me permite un minuto? – mi amigo sonríe derretido ante ella.
Va vestida elegantemente, pero se nota la baja calidad del traje que lleva, es hermosa y tiene carisma. Achico la mirada para enfocar el rótulo que cuelga del lado izquierdo por encima de su seno y pone: Carla.
Llama poderosamente mi atención sin embargo paso de largo porque solo me relaciono con personas de mi misma clase, nunca lo hago con las de poca monta ya que considero que la caridad es para los vagos…
***
Emily
—¡Pasen al comedor! – la Nana nos llama para almorzar.
Mis manos arden por las espinas de las rosas que cultivamos en el patio, los chicos corren y tropiezan mi cuerpo. Caigo al suelo lastimándome las rodillas, el dolor hace que me salgan lágrimas y me quedo sentada tallándome los ojos.
—¡Emily! – escucho la voz de la Nana y las lágrimas ya corren por mis mejillas — ¡ya, ya mi niña! – me toma en brazos para levarme hasta el lugar que ocupo a la mesa.
Entre sus brazos me siento a salvo, no soy muy querida por aquí.
Mi cuerpo es más pequeño de lo normal, la Nana dice que no he crecido mucho porque al principio no me alimentaron bien ya que mis padres eran pobres y murieron de inani… inani…, bueno: de hambre. Estuve en un hospital por muchos días antes de llegar aquí.
Hace unas semanas llegaron personas adultas buscando chicos para llevarlos a casa, espero el momento en que me toque el turno porque según mi Nana soy un ángel que llevaré felicidad a algún hogar.
Realmente espero que alguien me adopte, mi mayor deseo es tener mi propia familia para amarla por siempre…
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Editado: 20.11.2024