Desafío de Amor

3.- Escándalo

Robert

— Lamento decepcionarla, pero lo último que tengo es miedo a algo y menos a usted – respondo a la interrogante de la insultante mujer y esta achica la mirada como si fuese un águila.

Es una mujer ¡claro que lo es! Pero dudo que sea el sexo débil, es más bien una de esas Hidras venenosas que encajan la ponzoña en el lado más débil y como cualquier mujer lo que quiere es dinero, nada más.

— ¡Ah, pero al parecer no estaba ocupado! – no se puede negar que es hermosa, pero igual de molesta como cualquier metiche periodista — ¿y cuénteme que le hizo salir de su madriguera a resolver problemas de sus empleados? – cierro los ojos con muchas ganas de sacarla del brazo yo mismo, pero si lo que desea son respuestas pues, las tendrá.

— Usted… – me encojo de hombros yendo directamente al bar y preparándome un trago, pero doble para poder sostener esta ridiculez de conversación con esta molesta y desagradable mujer — me acusa de algo que ni siquiera he cometido de hecho ni siquiera se de lo que se me acusa…

— ¡No sea hipócrita Parker, por el amor de Dios!

— ¿Parker? – finjo asombro ante su falta de delicadeza — ¿eso quiere decir que no merezco el calificativo de señor siquiera? – expongo con tono burlón, pero parece que ella no resiste el jueguecito.

— Lo que usted no merece es vivir en libertad mientras su consorcio empresarial enferma y mata a las personas indefensas – lanza una carpeta sobre la mesita de centro que hasta este momento veo que lleva en sus manos — observe usted mismo, no me crea a mi – señala hacia la carpeta con un montón de fotografías desparramadas.

Dudo

Su seguridad me hace dudar por un momento, sin embargo necesito saber que hay en esas fotografías para que ella esté tan interesada en destruirme. Me acerco y con una calma que no me caracteriza abro y mi primera impresión fue cerrarla de nuevo, pero ella se acercó y sacó una galería completa del maldito folio y lo que deseo es vomitar.

Alguien tiene que pagar por esta mierda y no voy a ser yo…

— Esto bien puede ser un montaje – la miro con desprecio — va a tener que – respiro profundo recomponiéndome — darme algo más que esto para que podamos ir a un juicio, esto es un vil embuste – la observo con advertencia, pero necesito tiempo para llegar al fondo de esto.

— ¿Ahora se le llama de ese modo, Parker? – responde fiera a mi argumento tratando de que no se le note lo afectada que está y no la puedo culpar si yo mismo estoy impresionado — me refiero al dolor de las personas que sufren por su irresponsabilidad ¡sea gente por favor! – doy un paso al frente con los puños apretados habiendo dejado el vaso en la mesita.

— ¡¿Y qué coño se supone que haga?! – señalo las fotos — no tengo la menor idea de lo que sucedió – y hablo con la verdad — no puedo más que indemnizar a esas personas por los daños mientras descubro el error…

— ¡Como si fueran malditas máquinas! ¿no? O peor aún, como si no fueran nada – se acerca y retrocedo no por temor, pero sí porque no respondo de lo que haría si levanta una mano en mi contra — ¡es usted una basura! – me señala con el dedo de manera acusatoria y tengo que reconocer que tiene agallas de estar aquí — un ente el cual solo hace daño como todos los millonarios de mierda que son incapaces de tener un poco de compasión por las personas que se encuentran muy debajo en sucia cadena alimenticia que se han formado…

— ¡Fuera! – grito porque eso es todo lo que voy a tolerar dentro de mi empresa — y llévese sus fotos junto a su frustración porque esto – nos señalo — es un ensañamiento personal – ella abre y cierra la boca roja como un tomate, yo no estoy mejor me siento insultado — ¿Quién fue? – cuestiono para hacerla rabiar más aun — ¡¿la abandonaron y no le dieron lo que le prometieron?! – espeto insultante y atrevido — ¿o tal vez no pudo amarrar al millonario que la dejó por otra?

No lo vi venir, pero su mano se estampó contra mi mejilla haciendo que la piel me arda y tenga que dar un paso atrás para recobrar el equilibrio. Uno de los tipos que la acompaña corre a detenerla sujetando su cintura y Genaro viene hacia mi entrando en campo de visión negando con la cabeza.

— Eso le pasa a los abusadores ¡engendro del demonio! – decido mantenerme en mi lugar.

— No voy a repetirlo señorita – mi tono es neutro, pero la voz temblorosa delata mi furia — ¡lárguese ahora que puede o acepte a las consecuencias! – empujo a Genaro a un lado y ella responde como una verdadera fiera tratando de soltarse de los brazos de quien la sujeta.

— ¿Ah sí? – inquiere a gritos — ¡¿y qué hará, matarme también?! – sonrío en su cara.

— No exactamente…




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