Desafío de Amor

11.- Mi futuro padre, pero él no lo sabe aun

Emily

¡Creo que ya encontré a mi papi! O sea el que quiero que sea mi papi. Este señor es muy lindo y tiene las características perfectas.

Ok, hasta que lo vi no supe que buscaba ¡y creo que fue amor a primera vista! Ahora lo que necesito es que sepa lo que quiero, pero con la interrupción de la bruja-vampira no puedo terminar de contar lo que sucede, además me esta mirando con cara de “te convertiré en sapo” y eso es lo que no quiero.

No tengo nada en contra de los sapos, pero quiero que me adopte este señor y para eso debo ser humana.

¿No lo creen?

— ¡Descuide señora! – la mira como si fuese un espanto.

¡Sí que lo es je, je, je!

— ¡Señorita, aun no me caso! – ella lo mira con molestia, pero el rostro de Robert se arruga y se recompone en un segundo por las palabras de Argelia.

¡Hey, yo quiero hacer eso!

Le diré que me enseñe…

— Bien Srta., le decía a Emily que me explicara algunas cosas ya que he decidido pasar por el Orfanato a llevar algunos enseres – ahora la bruja lo mira con interés y suaviza la expresión.

¡Es una interesada!

— ¡Ah en ese caso puede llamarme y concertaremos la cita! – le extiende una tarjeta que él toma sin problemas —. Puede llamarme a cualquier hora, estoy disponible todo el tiempo – ¡mentirosa!

La mayoría del tiempo está tomando el sol en la parte de atrás del complejo y se gasta el dinero que envían para la comida en ropa nueva para ella y… y… otras cosas que no recuerdo ya que mi Nana Sofía dice que eso dañará mi mente.

— ¡Muchas gracias! – no sé que le agradece si quien estaba platicándole de lo que pasa ahí dentro soy yo — antes de irme, firmaré un cheque para que vaya solventando algunas necesidades ¿le parece?

¡Noooo, nooo!

A la bruja se le iluminan los ojos ¿Eh, esas son lágrimas? Me aclaro la garganta y Argelia me mira como un lobo feroz, mejor me quedo calladita y evitamos problemas, la Nana dice que no puedo interrumpir las conversaciones ajenas, pero no puedo dejar que lo em… em… vaya que palabra tan difícil ¡¡uf! Que lo engañe con sus lágrimas que son de cocodrilo.

¡¿Dónde se metió mi Nana?!

— Perdón, es que tengo un poco de dolor – Argelia se acerca y besa mi cabeza.

¡Qué asco, ve tu a saber si se cepilla los dientes!

— ¿En serio mi bebé? – me asombro y al verle la cara se que quiere que afirme y eso hago — descuida voy por el médico, mientras usted firme ese cheque ¡oh Dios! me siento… - seca lágrimas que no tiene ¡es una mentirosa, no le creas! — muy conmovida porque tiene usted un corazón de oro ¡gracias Dios por haber traído este ángel a nuestras vidas! – la bruja abraza a Robert por la cintura y este ni se mueve, seguro ya se dio cuenta de que esta fingiendo.

— Pero vaya, vaya tranquila que yo firmo el cheque mientras no esté…

La bruja se va corriendo, pero deja la puerta abierta y de lejos se escucha: ¡un médico por favor para mi tesoro!

— ¡¿Qué haces?! – miro a Robert mientras saca un libro del bolsillo interior de la chaqueta ¿es un escondite?

¡Yo quiero una para mi dinero!

— Ganar tiempo – no entiendo por qué lo dice — guarda este número Emily y dáselo a la nana por favor –extiende el papel hacia mí y al tomarlo memorizo inmediatamente el número, lo escondo bajo la manta.

— Aquí está el médico ¿te duele mucho mi bebé? – respiro profundo y miro a mi Nana preocupada.

— Si… un poco – respondo sin mirar a nadie porque Nana Sofía sabe cuando miento.

Sudo y tiemblo un poco por los nervios. El doctor examina mi pecho con un instrumento frío que parece uno de los Cachivaches de la Sirenita de Disney – es el libro que estoy leyendo en las noches –, mira mis ojos con la luz que me deja ciega por un momento y revisa mis oídos. Levanta la piel de mi brazo sin yeso y ¡auch! Duele. Me quejo.

— ¿Desde cuándo no comes princesa? – me encojo de hombros —, pues creo que tienes hambre ya que todo lo demás está perfectamente – me hace un guiño y me río.

Robert me dice adiós con la mano y se despide de todos, la bruja salta en un pie cuando le entrega el cheque. Pongo los ojos en blanco y mi Nana mira eso con sospecha. El médico se va y cuando pienso que Argelia también se irá va y cierra la puerta con pestillo, abro los ojos como un par de platos pidiendo auxilio a la Nana y esta niega, no se si diciendo que me tranquilice o que hoy es el día de mi muerte.

¡Jesús Reden… Reden… Amado, sálvame por favor!

Apesta no poder pronunciar algunas palabras…

— ¡Bien mocosa mugrienta, ahora escúchame con atención! – me hundo en la cama — de pronto te has convertido en la gallina de los huevos de oro – no entiendo de que habla, pero no me gusta — y por esa razón tendrás un cuartito aparte y ropa nueva – cierro los ojos porque su mirada me da miedo y su voz es tene... tene... ¡me asusta! —, pero no creas que esto va a ser siempre ya que en el momento que se corte el chorro volverás a la ratonera, así que te aconsejo no arruinarlo porque pagarás caro – no entendí de que chorro habla, pero estoy aterrada.




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