Desafío de Amor

13. Periodista: 0 – Ejecutivo: 1 ¿o eso creía yo?

Robert

— ¡Ni pretendas que te agradeceré! – pronuncio con una acusación implícita ante el arbitrario encuentro de mi padre con esa mujer —, lo tenía cubierto y tu arruinaste mi momento – se carcajea falsamente.

— Y habrías gritado toda la noche hasta el amanecer por no saber actuar frente a las mujeres – sus palabras me ofenden, esa mujer es exasperante — deberías buscarte novia por lo menos, así sabrías a qué atenerte con ellas, las comprenderías…

— En mi defensa, esa mujer es un puto incordio – me rehúso a discutir más el tema.

— Pero tiene más bolas que cualquier hombre Robert – aprieto los labios en una fina línea — además es muy bella – sonríe de nuevo.

— ¡Adiós papá! – lo dejo esperando el chofer junto a Genaro que niega con una sonrisa en los labios — ¡serán idiotas los dos!

Mi satisfacción no tiene límites al recordar el rostro de la loca periodista tras las rejas, sus ojos me lanzaban dagas, las que esquivé gracias a mi padre – cosa que no admitiré delante de él, ni de nadie por supuesto – tiene razón al decir que soy demasiado visceral, pero es él quien tiene la culpa ya que ni siquiera se tomó la molestia de criarme y menos de indicarme lo que se hace falta para llevar una buena vida.

¡Mi Nana es mi madre y padre! Por eso la tengo conmigo y hasta que muera alguno de los dos estaremos juntos.

— ¡Hemos llegado joven Parker! – asiento al chofer que me ha traído ya que mi camioneta se encuentra en la policía — ¿si me necesita para algo más puedo quedarme? – niego.

— Descuida Ebert, si necesito algo te llamo en la mañana, por ahora es todo – asiente — ten buena noche – ellos son mi verdadera familia.

Subo a encontrarme con mi preciosa Nana, soy un enfaldado y consentido cuando se trata de ella porque es mi vida, es la única mujer que vale la pena querer.

— ¡En este preciso momento va entrando Erika! – la atrapo y lleno su arrugado rostro de besos — ¡Robert tesoro! – levanto su cuerpo — ¡cuidado niño! – ríe a carcajadas y yo no hago ruido para que mi madre no escuche.

A ella tampoco la soporto, ha sido una pésima madre ya que ni siquiera fue a una reunión en el colegio. Sí bueno, tuve una niñez apestosa porque mis padres nunca estaban, soy lo que soy por Anaís Valero mi verdadera madre.

— ¿Qué tal tu día? – indago mientras me recuesto a sus piernas cuando la dejo sentada en el sofá —. Espero que haya sido mejor que el mío pues fue una mierda – jadea, amo cuando me regaña.

— ¡Mi niño! No te expreses de ese modo – arrugo las cejas y ella relaja el gesto con los dedos en una caricia que disfruto — ¿cómo está la niña? – no tengo secretos con ella.

— Bien supongo – me encojo de hombros concentrándome en un punto neutro en el techo — nadie puede estar bien en ese horrible lugar Nana, vestir con harapos y no alimentarse bien – refunfuño con rabia recordando la horrible mujer que se encarga de “cuidarlos” y es una hipócrita de mierda.

— Confío en que algún día este mundo sea mejor y tú estés entre los que lo logren porque eres maravilloso mi niño lindo, pero ahora… tu cena, hice tu comida favorita… – besa mi frente repetidas veces mientras pronuncian las palabras.

¿Ven lo que digo?

¿Quién no se pone consentido con esta belleza de mujer?

¡La amo con locura!

Luego de la cena…

Me sirvo un merecido whisky, no porque lo necesite sino para dos cosas. La primera brindar porque el estorbo con falda se encuentra tras las rejas y me dejará en paz para pensar en como me deshago de ella, necesito revocarle la licencia como periodista para que nunca más salga detrás de una cámara o escriba algo dañino de nadie.

Y en segundo lugar para pensar en cómo ayudar a esa pequeña que aunque no quiera admitirlo es lo mejor que me ha pasado en meses ya que es… no lo sé: fresca, jovial, lo único que sé es que ya me agrada y aun cuando no sé si todo lo que me ha dicho es cierto ya que los niños tienden a aumentar las cosas porque sus fantasías no tienen control, me deja preocupado el hecho de que la mujer esa Argelia, es una depravada junto al hombre que describió Emily.

¿Un hombre vestido de rojo con cuernos y una mujer azotándolo con un látigo?

Eso es definitivamente un juego de roles y no debe hacerse en un sitio con niños…

***

Pero los problemas apenas empiezan…

— ¡Sr. Parker! – grita un chico en la calle justo cuando salgo con Ebert del estacionamiento ¡es un reportero! — ¿Se hará cargo del caso de la pequeña que atropelló? – siento un mareo raro y la sensación de que la bilis quema mi esófago al ver el montón de cámaras alrededor y las personas reunidas.

¡Maldita sea con esa mujer!

¡Y yo cantando victoria!

— Para el auto E por favor – el hombre gira.

— ¿Está seguro, joven? – inquiere asombrado sabiendo de mi miedo escénico.

— ¿Bromeas verdad? – resoplo — sabes perfectamente que al bajar mis piernas no querrán sostenerme y a lo mejor vomite el café que he tomado, pero no puedo huir del escarnio porque sería darles la razón – hablo para que se me quite el miedo sin embargo… no funciona, nada funciona.




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