Prefacio

Como un joven que descubrió la escritura un poco tarde —que yo recuerde empecé a leer por placer a los 19 años después de que una amiga me prestó el clásico Retrato de Dorian Gray y, así por defecto, garabatear mis primeras narraciones— ansié escribir algo en algún momento de mi vida que mereciera la pena. Actualmente, no exagero el éxito ni el fracaso. Se escribe por otra cosa. Una cosa más modesta: la consciencia de que se morirá, y de que esa muerte será costosa. Por eso, decidí editar algunos cuentos pequeños que escribí desde adentro, ya que moriré y no sé cuando ni dónde. Estos tuvieron que llevar la ropa de borradores y ser sometidos a constantes correcciones a través de estos 2 años, hasta que sentí que debía dejar que volaran por sí mismos. Ahora, no queda más que un fin cumplido a las primeras horas del día siguiente de un 11 de diciembre, pues comencé este proyecto a ratos libres cuando el tedio de mis actividades como asistente de investigación económica me abandonaba. 
Esta empresa que se trató de revisar, editar y estructurar este libro. Finalmente, la he cumplido. Espero que estas historias lleguen a quien deba leerlas, a quien pueda leerlas, a quien necesite leerlas, y que una voz anónima se dibuje en ellos: la voz de un amigo, el escritor, Michael p.

Ecuador, 2020