Desaparecida [cuento]

Cuento

"Marco Santana y Kira Yu fueron encontrados junto al cadáver de Mar Silva el 23 de abril a las 17:00hrs. Ambos repletos de sangre y sin una pisca de memoria."

Esas fueron las palabras en los diarios las ultimas dos semanas. Mar Silva tenía 17 años cuando la encontraron muerta dentro de la casa, torturada y con los genitales prácticamente destrozados. La policía tenía en búsqueda con recompensa desde hace meses, cuando desapareció "Misteriosamente" después de clases.

Nadie la vio desaparecer. Nadie tenía idea del donde estaba. Pero todos se imaginaban lo peor.

Nadie podía creer el motivo de una desaparición si el pueblo no tenía más de mil habitantes, con tan pocas personas era incluso extraño que no hubieran dado ya con el "Secuestrador fantasma".

¿Cómo alguien se atrevería a secuestrar a la hija del pastor?

Un diario local se había encargado de documentar cada paso que daba la policía con el desarrollo del crimen, los agentes nunca habían tenido algo más de trabajo que una simple fiesta de drogas o un asalto a mano armada.

Todo eso, fue lo que mando a nuestra querida Mar a conocer aquel oscuro sótano.

"Mar Silva, la mujer que conoció el mismo infierno"

Todos comenzaron a idolatrarla cuando fue encontrada por hombre que escuchó gritos cuando salió a correr, no eran ni las 8 de la mañana cuando la mitad de la policía local ya estaba entrando con caninos especiales. El hombre pudo articular algunas palabras a los policías en cuanto a la escena.

—Yo solo estaba corriendo con Wilson, mi perro. Pasamos y pude escuchar como una chica gritaba la frase "Dios, sácame de este infierno antes de que el monstruo regrese." Tenía la voz cansada, como si no hubiera bebido agua en días. Solo pensé en esa pobre chica que salió en los periódicos.

Todos se alarmaron aún más cuando entraron tres cuerpos dentro de la casa. Kiara Yu y Marco Santana estaban tendidos al lado de Mar cuando los policías habían llegado. Ambos drogados hasta quedar inconscientes y con sus huellas marcadas en cada rincón de la casa.

Por primera vez habían dado con un sospechoso.

Por primera vez tenían una señal de Mar.

Loa agentes no pensaban en absoluto, no imaginaban ni en sus más oscuras pesadillas del monstruo despiadado al que se estaban enfrentando.

La madre de Mar no había dicho ni una palabra desde que la policía había llamado a su puerta y su padre se reusaba a intercambiar palabras con los medios. Nadie los culpaba, en el pueblo todos eran consientes de la buena familia que aparentaban ser; un padre amoroso que dentro de esas paredes convertía la casa en una masacre y una madre sumisa desesperada por salir de ese maldito infierno y presentaba deliciosos brownies para la feria del condado. Mar había sido una hija deseada sin duda, pero las personas cambian a las personas, y Mar había cambiado el matrimonio de sus padres.

Un hijo no siempre viene en el mejor momento, y Mar fue el terremoto que termino con destruir el matrimonio de sus padres sin quererlo.

—Hasta el momento no hay análisis de pruebas y los testigos siguen en estado inconsciente— dijo el alguacil—. Cuando tengamos más información la daremos a conocer.

Un cadáver, dos cuerpos inconscientes y un culpable de la horrible masacre.

Mar tenía marcas de violación y mutilación de partes "aleatorias" en el cuerpo. Quemaduras de cigarrillo y quemadas las plantas de los pies.

—Es un maldito sádico— dijo un extraño en la calle a sus espaldas—. Era una niña, amada por su familia y ese maldito fue el culpable de que se rompiera. Estoy seguro de que ese tal Marco fue el que la secuestro.

Claro, simulemos que su familia no había hecho la mitad del trabajo.

No respondió ante el comentario, girar a ver su cara ni siquiera era una opción.

Los cuerpos fueron trasladados, la gente del vecindario se comenzó a dispersar volviendo a sus vidas cotidianas. Sus aburridas, miserables y predecibles, vidas cotidianas.

Pasaron dos semanas para que revelaran las caras de los sospechosos. Las noticias viajan rápido y en poco tiempo la nación entera tenía el ojo puesto en ese diminuto pueblo. Pasaron de ser una mancha en el mapa a ser el maldito foco de atención. En la pantalla estarían pasando la sentencia final del juicio por la sentencia de Marco Santana y Kira Yu.

Es un día triste para la humanidad, pero de justicia para Mar— dijo la reportera—, ambos acusados acaban de ser sentenciados a cadena perpetua por los crimines de tortura, privación de la libertad, violación y asesinato. Es triste ver lo dañada que están las generaciones de hoy en día, pero al menos la muerte de Mar no fue en vano.

—¡Esto es una mierda! —gritó Kira en el tribunal—. ¡Tienen a las personas equivocadas! ¡Ese maldito psicópata sigue suelto!

—¡Yo nunca podría haberle hecho daño a Mar! ¡Era mi mejor amiga! ¡Tienen a las personas que no son!

Ambos gritaban sin parar, el tribunal entero ignoraba los desesperados sollozos de los sentenciados y el abogado representante de los padres de la victima tenía una sonrisa llena de satisfacción en la cara.

—Bien, creo es todo por hoy— se inclinó a tomar el control y apagar la televisión.

A sus espaldas Elina comenzaba a gemir tratando de desatar las manos atadas a su espalda.

Se acercó y le tomó el mentón.

—No te quejes del espacio, estar aquí fue tu culpa en cuanto nos expusiste quitándole la mordaza a Mar.

La rubia lloraba mirando al que horas atrás había sido su jefe. Ella sabía en el fondo que tal vez en el futuro la pagaría caro, pero no pensó que le pagaría de la misma manera.

—Ay, Elina. Mi querida y preciosa Elina. Tuvimos suerte, eso del mirar tanta televisión creo que si me sirvió de algo.




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