Desaparecidos (libro #1 de la saga "Misterio Familiar")

Capítulo Veintitrés

Elías

18 de julio, 2016.

-¿Qué extraño que Jolene no vino a clases -dice Moisés.

-Es extraño, sabemos que esta es la primera vez -digo, porque si es la primera vez que falta Jolene.

-Si, por qué, ella no ha fallado a clases desde que entramos -dice Carolina.

Esto ha alarmado mi mente. Pudo a ver sido capturada por el desconocido. Aunque es algo que descarto porque ayer hicimos una vídeo llamada todos por lo de la monografía.

Suena el timbre indicándonos que ha terminado el recreo.

-Bien, vamos a clases -dice Moisés.

-¿Iremos a su casa después de clases? -opina Carolina.

-Estaría bien -digo.

-Está bien, después de clases iremos donde Jolene -señala Moisés.

La maestra ya viene y nosotros aún no hemos entrado.

***

Hemos pensado que Jolene quizás no asistió a clases porque seguro adquirió una enfermedad. No estamos seguros. Pero por ello, le hemos comprado unos jugos y unas galletas para ella.

Hemos estado golpeando la puerta de la casa por más de diez minutos y nadie nos ha abierto. Es extraño, porque Nataly, la madre de Jolene, siempre está en casa. Supongo que debe andar haciendo las compras o está en el hospital con Jolene.

Nos sentamos en la acera a esperar a que venga Nataly para así ver a Jolene.

Quince minutos más tarde vemos que se aproximan los dos, pero sin Jolene. Esto ya es extraño. ¿Dónde estará Jolene?

En el rostro de Nataly se ve reflejada la tristeza. Sus ojos están poco hinchados de tanto llorar. Esto ya está alarmándome. Alejandro parece estar más cuerdo, pero debe de estar igual que Nataly.

-¿Y Jolene? -pregunta Moisés indiscretamente. Carolina la ve de reojo.

Ninguno de los dos responde. Nataly mantiene la vista en el suelo. Alejandro nos observa.

-¿Qué sucedió? -pregunta Carolina.

-Pasa que nuestra hija no ha vuelto desde anoche -dice Alejando- Nataly y yo suponemos que ella... -hace una pausa-... que ella ha desaparecido.

-¡Y todo esto es culpa tuya! -le grita molesta Nataly-. Si no la hubieras enviado al súper mercado a que te comprara esa maldita cerveza y tus malditos cigarrillos, Alejandro, ella. Ella estuviera con nosotros -respira hondo para tranquilizarse y lleva sus manos a sus ojos comenzando a derramar lágrimas.

-Les prometo encontrar y traer de vuelta a Jolene -les digo y aprieto el hombro derecho de ella.

-La-Lamento que hayan escuchado todo lo anterior. Me disculpo -dice Nataly.

-No se preocupe señora, nada hemos escuchado -dice Moisés.

-Les he dicho que me llamen Nataly, en confianza -le dice a Moisés y él se sonroja un poco.

-Tendré que acostumbrarme a eso -dice Moisés y todos reímos.

-Bien. Ahora esperaremos a que la policía actúe en todo esto -dice Nataly-. ¿Tienen hambre? Nos encargaremos de hacer el almuerzo.

-No sé preocupe...

-Insistimos -dice Alejandro.

-Ahm está bien -musita Carolina y les da una pequeña sonrisa tímida.

Nos adentramos a la casa. Nataly y Alejandro se dirigieron a la cocina mientras que nosotros tres nos sentamos en el sofá de la sala. Lo bueno es que avisé a mis padres que vendría aquí.

Yo no le tengo fe a los policías. Han pasado más de dos semanas y aún les he difícil poder encontrar a Solange. Lamentablemente llegamos a la conclusión de desaparecida puesto que no aparecía y no respondía a las constantes llamadas que se le hacía a su celular. Christina, su mamá ha llorado amargamente por la desaparición de Solange.

Las llamadas de este tipo ya me están colmando la poca paciencia que poseo. ¿Qué querrá ahora? No estoy para estar escuchando sus bromas. Dos de mis amigas han desaparecido sin decir o dejar nada. Aunque un pensamiento me dice que puedo haber sido él, el causante de las desapariciones de Solange y Jolene.

***

Antonio

Fue bastante gratificante escuchar a Elías mientras nos decía todo lo que pasó en los meses que no estuvimos nosotros. Es extraño que no nos haya hablado de ese tipo.

Mientras Rosa está sentada en el sofá, yo consigo una gaseosa para ella y para mí.

Me siento a la par de ella y vemos de la televisión. Elías está descansando, durmiendo en su habitación.

Una llamada al teléfono de la casa interrumpe nuestra conversación. Me acerco al identificador, pero lo único que aparece es "Desconocido" y no tiene número alguno. Aquí vamos. Pongo el alta voz.

-¡Hola, señor y señora Vial! -dicen del otro lado de la línea. Su voz es un poco ronca, pero se distorsiona-. Veo que aún no me reconocen, ¿verdad? -ríe.

-Desafortunadamente. Queremos sa...

-Me sorprende que aún no sepan quién soy yo -me interrumpe mientras ríe-. Es sorprendente que después de diez años se hayan olvidado de mí. O quizás si si acuerdan bien.

-Has vuelto para matarnos. Quieres cobrar venganza por lo que hicimos con justa razón -digo. Esto acabará con mi paciencia-. Has lo que quieras.

-¡Maldito infeliz! ¡¿Cómo puedes decir eso?! -lo he echo molestar. Veré hasta donde llega.

-Es increíble saber que estás con vida. O quizás solo te estamos confundiendo -un pensamiento vago vuelve a mi mente. ¡Es imposible!-. Quizás. Debes. Ser el que -digo pausadamente.

-Sí, señor Antonio, soy el que se decía que sobrevivió, el que fue rescatado casi muerto ¿recuerda?

-¿Cómo puede ser eso posible?, ¿Cómo puede que tu hayas sobrevivido ante fatal accidente? Si solo sé conocia de tres personas -dice Rosa sorprendida.

-¿Qué quieres de nosotros? -me escucho preguntando.

-Pronto lo sabrán señores -dice- ¡Ah! Casi lo olvido; deberán cuidar a su queridísimo, Elías, su hijo -ríe, pero hace una pausa- ¡Esperen!, acaso he dicho ¿hijo? -nuevamente ríe y finaliza la llamada.

Ambos quedamos atónitos con lo que ese tipos nos ha dicho el desconocido antes de finalizar la llamada.

Nos miramos. Estoy sorprendido y les puedo asegurar que con miedo.



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En el texto hay: romance, accion, aventuras

Editado: 16.09.2019

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