Desaparición de Cristal

Capítulo 9: Una sala llena de tensión

En la manada Azul de Luna, la sala de reuniones bullía de actividad. Guerreros de todas las posiciones llenaban el espacio, hablando en voz baja mientras esperaban la llegada del futuro Alfa, Diego, para recibir instrucciones. Era inusual ver a todos los guerreros reunidos de esta manera; incluso los más veteranos, quienes normalmente se mantenían en segundo plano, estaban atentos. Sin embargo, lo que más los desconcertaba era la presencia del Rey Leonidas y su imponente Guardia Real.

Leonidas, alto y con una aura dominante que hacía temblar el suelo con cada paso, permanecía en un rincón de la sala. Su lobo, Aegis, estaba inquieto, y aunque él intentaba mantener la calma, su mirada firme y el brillo rojizo ocasional en sus ojos mostraban que estaba al borde de perder el control. La presencia de la Guardia Real solo aumentaba el aire de gravedad en la sala, ya que era raro verlos reunidos fuera del territorio del Rey.

Cuando el Beta de la manada Azul de Luna finalmente entró, su llegada fue recibida con silencio y miradas críticas. Había tardado más de lo esperado, lo cual no era bien visto en un momento tan crucial. Algunos guerreros murmuraron entre dientes, y Diego se cruzó de brazos con un semblante serio, dejando claro su descontento.

—¿Qué pasó, Beta? —preguntó Diego, su tono bajo pero con la suficiente autoridad para que el silencio se instalara en la sala—. Esta reunión es importante, y hemos perdido tiempo esperando.

El Beta, aunque sorprendido por la dureza del joven Alfa, respondió con un tono contenido:

—Mis disculpas, Alfa. Estaba atendiendo otros asuntos importantes.

El Rey Leonidas lo miró con severidad, y el Beta tragó saliva. Era evidente que su explicación no había impresionado a nadie en la sala. Su incomodidad aumentó al notar la presencia del Rey, quien rara vez intervenía en reuniones de otra manada.

El Beta tenía sus reservas sobre el liderazgo de Diego. Aunque sabía que el joven había sido entrenado para ser Alfa, en el fondo no estaba convencido de que estuviera listo. Además, le dolía que Diego no hubiera elegido a su hija como pareja, algo que habría elevado su posición dentro de la manada. Sin embargo, como Beta, su deber era apoyar al futuro Alfa, y por más rencor que guardara, no podía dejar que eso interfiriera en el momento.

Diego no perdió más tiempo y empezó a hablar:

—Estamos aquí porque la situación es crítica. Mi madre, Antonella, me informó que mi hermana Cristal, conocida como Natalia, ha sido encontrada. Pero no está sola: está siendo perseguida por un hombre peligroso que creemos tiene conexiones con los cazadores. —La sala se llenó de murmullos ante la mención de los cazadores, pero Diego alzó la mano para silenciarlos—. No sabemos exactamente a qué nos enfrentamos, pero es evidente que esta amenaza no es menor.

El Beta, aún procesando la información, preguntó:

—¿Cazadores? ¿Por qué estarían interesados en Natalia?

Fue Leonidas quien intervino entonces, su voz profunda resonando en la sala como un trueno:

—Porque Cristal es más que una loba cualquiera. Ella es hija de Dorian y Antonella, lo que la hace parte de una de las líneas de sangre más fuertes que existen. Los cazadores lo saben, y si realmente están involucrados, probablemente no solo quieran a Cristal, sino también a sus hijas. No sabes con que fin las quieren. y ni porque la tuvieron con ellos tanto tiempo.

El Beta abrió los ojos con sorpresa, al igual que varios guerreros presentes. La gravedad de la situación empezaba a hacerse evidente.

—Además —continuó Diego—, hay algo más. Natalia ha estado tomando unas pastillas durante años. Creemos que esas pastillas estaban diseñadas para suprimir su verdadera naturaleza como loba. Lo que significa que quienes estuvieron detrás de esto querían mantenerla débil, quizás para controlarla o para otros fines que aún desconocemos.

El murmullo de los guerreros volvió, pero esta vez más intenso se palpaba en el ambiente irá ¿Quién podría hacerle algo a la hija de su Alfa? Era la pregunta que rondaba en la cabeza de los guerreros. La mención de las pastillas y su propósito había encendido un fuego de indignación en la sala.

—Si esas pastillas son lo que sospechamos, podrían haber afectado no solo su conexión con su lobo, sino también su capacidad para defenderse. Esto no es un ataque aislado. Es un plan cuidadosamente orquestado, y no vamos a permitir que esos bastardos se salgan con la suya.

El Beta, aún recuperándose del impacto de lo que estaba escuchando, asintió lentamente. Aunque no confiaba del todo en el liderazgo de Diego, no podía negar que las cosas estaban más allá de lo que había imaginado.

—Entonces, ¿cuál es el plan? —preguntó, intentando recuperar algo de autoridad frente a los guerreros.

Diego miró a Leonidas, quien le dio un pequeño gesto de aprobación para continuar.

—El plan, por ahora, es reforzar las defensas de nuestra manada y prepararnos para un posible ataque. Además, enviaremos exploradores para rastrear cualquier movimiento sospechoso en nuestro territorio. Leonidas y su Guardia Real nos apoyarán mientras investigamos quién está detrás de todo esto.

Los guerreros asintieron, algunos murmurando su aprobación. Pero había una energía palpable en la sala, una mezcla de tensión, miedo y determinación.

Leonidas dio un paso adelante, mirando a todos los presentes con una intensidad que parecía perforar sus almas.

—Lo que está en juego aquí no es solo la seguridad de Natalia y sus hijas. Esto podría ser el comienzo de algo más grande. Si los cazadores están involucrados, y llegaron tan lejos de raptar a una cachorra cuando solo era una bebe sin ser vistos, significa que han estado observándonos durante mucho tiempo, y esperaron un momento de debilidad. No podemos permitirnos fallar esta vez.

Leonidas, con los brazos cruzados y una mirada sombría, añadió:

Entendido, mi Rey. Nos aseguraremos de que todos estén listos para lo que venga.




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