Desaparición de Cristal

Capitulo19

Cristal estaba acostada en la cama, pero el sueño no llegaba. Su cuerpo se sentía agotado, como si hubiera corrido kilómetros sin descanso, pero su mente no dejaba de girar.

No podía creerlo.

Se había transformado.

Ella, que nunca había entendido del todo su conexión con Kiara, ahora sabía la verdad: era una loba. Y no cualquier loba… algo en su interior le decía que era diferente.

"Kiara…" pensó, con una mezcla de temor y curiosidad.

—Estoy aquí —respondió la voz en su cabeza.

Cristal se tensó. Era la primera vez que la sentía tan… clara.

—¿Qué nos pasó? —susurró en su mente.

—Despertamos.

Cristal tragó saliva.

—No estaba lista.

—Nadie lo está —respondió Kiara con calma—, pero era inevitable. Somos una.

Cristal sintió un nudo en el estómago.

—¿Y si… y si no puedo controlarlo? ¿Si le hago daño a mis hijas?

Kiara guardó silencio unos segundos antes de responder.

—Nosotras nunca les haríamos daño.

—Pero no lo sé. No me conozco. No sé quién soy… no sé qué soy.

—Eres más de lo que crees, Cristal. Lo descubrirás con el tiempo.

Antes de que pudiera responder, un suave golpeteo en la puerta la sacó de sus pensamientos.

—Cristal —la voz de Antonella sonó baja, tranquila.

Cristal suspiró y se giró en la cama justo cuando su madre entraba con pasos silenciosos, cuidando no despertar a las niñas.

Antonella se sentó en el borde de la cama y la miró con ternura.

—Sé que estás despierta.

Cristal apretó los labios y desvió la mirada.

—No puedo dormir.

Antonella asintió, como si ya lo supiera.

—Lo imaginé. Ha sido un día difícil.

Cristal soltó una risa seca.

—Difícil es poco.

Antonella sonrió con suavidad y tomó su mano.

—¿Quieres hablar de ello?

Cristal dudó. Parte de ella quería encerrarse en sí misma, pero otra parte… otra parte necesitaba respuestas.

—No entiendo qué pasó, mamá. No entiendo qué soy.

Antonella le apretó la mano con cariño.

—Eres mi hija. Eso es lo único que importa.

—Pero… mi loba. Kiara. Es diferente. Yo soy diferente.

—Sí, lo eres —admitió Antonella—, pero eso no es malo.

Cristal bajó la mirada.

—¿Y si no puedo controlarlo? ¿Y si lastimo a alguien?

—No lo harás. Eres fuerte, Cristal. Lo llevas en la sangre.

—No me siento fuerte —murmuró.

Antonella acarició su cabello con dulzura.

—Lo eres. Solo necesitas tiempo para descubrirlo.

Cristal suspiró y apoyó la cabeza en su hombro, sintiendo por primera vez un poco de calma.

Antonella besó su frente y le susurró:

—Aprenderás a controlarlo, no te preocupes. Cuando estés preparada, me lo dices y te enseñaré.

Cristal asintió, sin estar del todo convencida.

Antonella se puso de pie, le sonrió con ternura y le guiñó un ojo antes de salir de la habitación.

—Intenta descansar, cariño. Mañana ya no te dolerá nada, te lo prometo.

Cristal la vio desaparecer por la puerta, sintiendo una extraña paz.

Quizás su madre tenía razón.

Tal vez… podría aprender a controlar lo que llevaba dentro.

Tal vez, por primera vez en su vida, no estaba completamente perdida.

La mañana siguiente llego con rapidez, pero Cristal se sentía como nueva, su madre tenía razón, no la dolía, nada se sentía como nueva, había tomado la decisión de pedir ayuda a Antonella para que la enseñara cómo controlar a su loba

Cuando bajo las escaleras las niñas ya habían terminado de desayunar y como todas las mañanas esperaban al profesor para que les enseñara y seguían aprendiendo como han estado haciendo hasta ahora.

-Mamá, quiero que me enseñes a controlar a Kiara- dijo Cristal con determinación

-Perfecto- sonrió Antonella- en cuanto venga el profesor no vamos.

Cuando llego el profesor salieron por la puerta trasera hacia el bosque

Antonella llevó a Cristal a un claro en el bosque, un sitio tranquilo, alejado del bullicio de la manada. El sonido del viento moviendo las hojas y el suave murmullo del agua de un arroyo cercano creaban una atmósfera de paz, perfecta para lo que iban a hacer.

—Este es el mejor lugar para empezar —dijo Antonella con una sonrisa mientras se sentaba en el suelo e indicaba a Cristal que hiciera lo mismo—. Aquí podrás conectar mejor con Kiara sin distracciones.

Cristal respiró hondo y se sentó frente a ella, cruzando las piernas con cierta incomodidad.

—¿Y cómo se supone que hago esto? —preguntó, algo escéptica.

Antonella rió con suavidad.

—Primero, tienes que relajar tu cuerpo y tu mente. Cierra los ojos y concéntrate en tu respiración.

Cristal obedeció, aunque no podía evitar sentirse inquieta. Intentó seguir las indicaciones de Antonella, pero su mente estaba llena de preguntas y dudas.

—No puedo —murmuró tras unos segundos—. Mi cabeza no deja de pensar en lo que pasó ayer… en lo que soy.

Antonella le tomó las manos con suavidad.

—Es normal. Aceptar tu verdadera naturaleza no es algo que ocurra de la noche a la mañana. Pero debes entender algo, Cristal: Kiara es parte de ti. No puedes temerle ni verla como una amenaza.

Cristal apretó los labios.

—Pero se siente… demasiado. Es como si fuera un torrente de energía que me va a desbordar en cualquier momento.

Antonella asintió.

—Porque aún no has aprendido a equilibrarla. Tienes que dejar de resistirte a ella y empezar a escucharla.

Cristal frunció el ceño.

—¿Escucharla?

—Sí. Kiara no está aquí para hacerte daño ni para descontrolarte. Ella eres tú… y tú eres ella. Si aprendes a comunicarte con ella, a confiar en su instinto sin perder el tuyo, podrás transformarte cuando quieras y no solo cuando ella lo decida.

Cristal suspiró, aún sintiendo esa presión en su pecho.

—Está bien. ¿Qué tengo que hacer?

Antonella sonrió.

—Vamos a intentarlo de nuevo. Cierra los ojos.




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