Capítulo 6
Chica Buena
¡Esto es horrible!
Había tenido días mejores, de eso no tenía duda.
Era mejor ser una completa desconocida ante los ojos de los demás a ser la nueva conquista entre sábanas del idiota del chico malo del colegio. Aunque las cosas nunca sean ciertas, eso no impide utilizar la imaginación y crear rumores a los ajenos.
Sólo me bastó con un par de días para que mi nombre junto a mi desconocida persona, estuvieran en boca de toda la escuela.
—¿Quería hablar conmigo, profesora? — pregunto, asomándome por el umbral de la puerta.
La mujer que mira los documentos, levanta su clara mirada y afirma con una tenue sonrisa curveando sus labios — Adelante, Alex. — caminó a pasos lentos, y tomó el asiento que me indica mi profesora de economía.
A comparación de otras veces, en esta ocasión su semblante se ve más que molestó, preocupado y bastante asombrado. No necesito ser una genio para saber que es lo que la tiene así.
— Usted y el señor Hamilton... — inicia. Lo sabía, la llegada de ese tipo a mi vida no me repararía cosas buenas. — ¿Salen?
¿Salir? Brincos diera.
Rápidamente muevo mi cabeza de un lado a otro, no quiero que haya más malos entendidos, él no puede arruinar mi pacífica vida estudiantil así de repente. Por un momento la expresión de mi profesora se relaja para después de unos cuantos segundos regresar a su severidad.
— Alex, creo que ya estás consciente de los rumores que se han iniciado desde el día de ayer. — afirmó con un movimiento de cabeza.
¿Quién no lo sabe ya? Si el chico malo del colegio retó a una profesora con tal de sacar a una de sus estudiantes de su clase. ¡Pero es que sólo al idiota de Hamilton se le ocurre hacer tal cosa! Lo peor de todo, es que la historia se fue distorsionando de mil maneras posibles, todas muy lejanas a la verdadera razón del porqué.
La profesora Miriam continúa con su mirada fija sobre mí, estoy comenzando a sentirme como esos sujetos en las películas de policías en donde los interrogan con miradas inquisitivas hasta confesar su crimen. — Debo decir que te estimó, eres una de mis mejores alumnas.
En lugar de sentir alivio por sus palabras, me siento más tensa que antes. Un peso grande cae sobre mis hombros ante la tensión que adopta el ambiente, en un par de minutos cambio drásticamente su forma usual de verme y no entiendo porque. Yo no hice nada malo, al menos, eso es lo que creo. Yo no le pedí que la Urraca de la coordinadora me enviará a la casa de ese neandertal, ni que él se pusiera al tú por tú con la profesora Selene...
Entonces, ¿por qué me mira así? Espero a que me diga algo más, pero sólo se queda callada, se reacomoda los lentes mientras me recorre con los ojos.
— Creí que te lo pintarías de nuevo.
—¿Qué? — no entiendo.
Su dedo señala las puntas de mi cabello — Ya que no tienes muy largo el cabello, podrías teñirte de negro la parte de abajo o todo, si buscas que se vea parejo. — recomienda.
Mi cabello me llega un poco más abajo del hombro, naturalmente es color negro, sin embargo, después de mucho esfuerzo por convencer a mi mamá de permitirme teñir el cabello de morado y que el color se cayera más rápido de lo que creía, ahora las puntas son rubio paja.
— Eso, daña tu imagen, Alex. Tú eres una gran estudiante, una chica buena y no me gustaría que tu reputación se viera afectada por pequeñeces.
Entiendo lo que dice, en verdad que lo hago. Sin embargo, no quiero, me costó demasiado lograrlo, estuve casi cuatro horas en la estética esperando que estuviera listo.
Y aunque ya no fuera el mismo color, simplemente era injusto que las normas y reglas estudiantiles apliquen sólo para algunos cuantos. Hablan de dejar atrás sus estereotipos estudiantiles, pero la realidad es que sólo logra ser un soporte para su base.
—Lo tendré en cuenta. — le digo con una sonrisa, que de inmediato me corresponde.
Una ola de tristeza me invade, siempre viví creyendo que por el hecho se ser la chica perfecta más de un error estaría solucionado, pero la verdad es que los errores no se solucionan sólo se simplifican aun más mientras buscas la una manera factible para no ser tan recalcado. Porque el hecho de que seas un chica de las que todos tienen muchas expectativas, resultas una persona con más peso de lo que deberías cargar en los hombros.
Antes de que ninguna vuelva a decir algo más, la puerta se abre, dejando a la vista a una chica con lentillas y cabello liso que le llega hasta la cintura, usa el mismo uniforme que yo; sólo que el suyo tiene el instintivo del turno vespertino.
—Permiso, profesora. La señorita Ferreí le manda estos documentos.
Entra con la postura firme, denotando la seguridad que siente sobre si misma.
Todo lo contrario a mi.
A pesar de lo — extraordinariamente — bien que me vaya en mis calificaciones, nunca he sido muy buena entablando relaciones sociales. Simplemente, es imposible para mí, por algo, siempre fui la chica invisible.
—Gracias, Ashley. — la chica le sonríe mientras espera que le dé de regreso los documentos con su firma.
Mira por los lados de la oficina, hasta detener sus ojos encima de mí.
—¡Dios mío! ¡Eres la nueva conquista de Hamilton! — exclama, sus ojos quieren salirse de las cuencas. La profesora me mira con cara de "Lo ves" y yo sólo quiero esconderme en un rinconcito.
Esto debe ser un pésimo chiste. ¡Hasta los de la tarde saben de mí!
—Ashley.
La chica regresa la vista a la profesora Miriam, ahora parece apenada por su arrebato.
—Lo siento mucho, profesora. Sólo que yo esperaba, algo más... — me mira de arriba a abajo, escaneándome con una mirada de asco.
No debo ser un genio como para llegar a la conclusión que es una de sus conquistas, probablemente, ya dejadas.
Siendo sincera, tiene ese toque de ser una de esas chicas populares que disfrutan la atención de los chicos, esperando que todos caigan a sus pies. Es una lástima que haya caído a los de Hamilton, aunque, en esta ocasión por malo que suene, me alegro que sea así, no me gusta la manera en que me ve.
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Editado: 22.05.2023